Resumen y sinopsis de Los asquerosos de Santiago Lorenzo
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita.
Un thriller estático, una versión de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto austeridad. Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los que saben que esta sociedad está enferma.
Santiago Lorenzo ha escrito su novela más rabiosamente política, lírica y hermosa.
Divertida y fresca novela, mezclando un tono picaresco con crítica social. Recuerda a algunas novelas de Mendoza.
Muy bien escrito, un vocabulario riquísimo y una muy fina ironía visten este libro sobre la soledad, los inadaptados, la sociedad de hoy en día, el mundo rural que va quedando atrás y un tipo de clase social que todos reconoceremos en los "mochufas". La falta de diálogos en el libro y el lento desarrollo de los acontecimientos pueden hacerlo pesado al principio, pero la segunda mitad es apoteósica. Merece la pena aguantar porque al final deja un gran sabor de boca. Un fiel retrato de la sociedad española de hoy en día, un canto a la España vaciada y una mordaz crítica a mucha gente. Hay capítulos desternillantes.
Lo mejor: que no te deja muy indiferente y no se olvida como tantos otros libros. Lo peor: lo que se dice en las valoraciones que he visto, se refleja bastante bien. Una hipérbole original y obviamente nada creíble.
Me ha encantado la descripción de las personas que van "a desconectar" al pueblo donde se aloja el protagonista. Por lo demás, dentro de la simplicidad de la trama y del lenguaje directo empleado, me ha parecido un libro que se lee fácil y que seguro que se mantiene en el recuerdo.
Como punto de partida, un contexto por desgracia familiar, el de nuestro presente más inmediato; crisis económica, descontento y conflictividad social, precariedad laboral de jóvenes desempleados, obligados a vivir en cuchitriles y a sobrevivir a base de empleos basura. Lo que sigue es un inesperado encuentro con la España abandonada, con una forma de existencia poco menos que anacorética, de desapego cada vez mayor hacia el género humano y subsistencia con lo mínimo… pero feliz, a fin de cuentas. Emprende nuestro protagonista un viaje de descubrimiento para liberarse de una dependencia, la que nos genera la sociedad de consumo, cual retorno a los orígenes propiciado por circunstancias propias de una novela de intriga, de aventuras incluso, con algo de tratado de economía y gestión de recursos por parte de un posmoderno Crusoe, que encuentra por fin la manera de dar un buen uso a su talento mal aprovechado. Pero semejante utopía no puede durar demasiado. No se nos ofrece, sin embargo, una visión idílica de lo rural; encuentra uno cierta tristeza en la conversión de un tipo prometedor en un fantasma, en alguien que reduce a la nada sus necesidades materiales, pero también humanas, alcanzando con ello una plenitud inimaginable para el común de los mortales.
Una novela que no agota sus situaciones, cargada de denuncia pero también de invención literaria, de palabros y términos inventados, muy expresivos y que provocan la carcajada, con cierta actitud provocadora que nos hace cuestionarnos la normalidad universalmente aceptada; la relación con el cuerpo, con el entorno, con el mismo concepto de tiempo reglado y estructurado, de la actividad vital. Otro acierto es un narrador que a modo de observador ofrece su propia perspectiva desengañada, entre la admiración y cierta estupefacción ante las andanzas del héroe, adquiriendo así la esperanza de mirar el mundo de otra manera... aunque sólo sea por un momento (con todo, las relaciones disfuncionales en todos los ámbitos, entre padres e hijos concretamente, son la nota dominante). Como contrapartida, unos vecinos molestos que dan pie a una sátira inmisericorde hacia el ruralismo urbanita cada vez más de moda; nos parecemos quizá más de lo que nos gustaría a semejante tropa de domingueros, con su arsenal de opiniones y de costumbres prefabricadas, con sus vástagos llorones a quienes dárselo todo hecho… que no se adaptan al medio, sino que lo adaptan a su propia comodidad burguesa… de una manera o de otra, todos somos unos “asquerosos” a nuestra manera.
Curiosa como pocas, Los asquerosos, es una obra increíblemente sobrevalorada. De esas que no llegas a comprender del todo como es posible que hayan sido todo un éxito entre los lectores medios. Y no digo con esto que sea una mala novela. No, el problema es que no termina de encajar del todo ni la historia ni los personajes.
No conocía al autor de esta extraña novela, Santiago Lorenzo. No obstante me parece un escritor aceptable, aunque aborrezca con toda mi alma su estilo de escritura, mezcla de la pedantería más insufrible y la vulgaridad más chabacana, que se van alternando en la lectura para mayor tedio y desesperación del desprevenido lector. Su prosa resulta lenta y excesivamente depurada para el tipo de trama que trata, el lenguaje lleno de vocablos de otra era o (supongo yo) exclusivos de ciertas localizaciones geográficas nacionales, resulta complejo y difícil de seguir por no tener las referencias adecuadas y, lo que es probablemente lo mejor de la novela, las preciosas y minuciosas descripciones que te hacen imaginarte a la perfección Zarzahuriel y sus alrededores. También hay que mencionar la magnífica construcción del personaje principal, Manuel, en el cual el autor no ha escatimado detalles de todo tipo, haciendo muy sencillo imaginarse la clase de persona que es. Sin embargo aquí es donde, en mi opinión, Lorenzo hace trampas. Ha creado y configurado un personaje que, tanto por sus numerosas habilidades como por su peculiar carácter, está más que preparado para sobrellevar el tipo de vida solitaria y áspera que le espera. Y esto le resta algo de dramatismo a todo el relato.
Los asquerosos tiene una trama aparentemente compleja que se desmonta en un momento. En esencia seguimos a Manuel, un joven con un carácter un poco antisocial, pero con una enorme habilidad manual, que una tarde es atacado en el portal de su casa por un antidisturbios. Ante tal agresión el joven se defiende hiriendo de gravedad al policía. Poco después va hasta la casa de su tío, el narrador de esta historia, y entre los dos organizan un plan de fuga. Una vez fuera de Madrid, Miguel decide instalarse en un pueblo abandonado, Zarzahuriel, donde empieza a encontrarse consigo mismo y a descubrir que es más feliz desprendiéndose de todo aquello que siempre ha creído necesitar. Todo cambia cuando una familia “invade” la casa de al lado de la Miguel. La ruptura de la paz y la pérdida de su libertad, pues tiene que mantenerse escondido como buen fugitivo que es, afectarán al joven y hará que la historia desemboque en una serie de consecuencias que nadie podría prever. Y hasta aquí puedo contar sin desvelar nada esencial. La verdad es que la primera mitad del libro resulta un tanto tedioso. Los pormenores de la huida y acondicionamiento del nuevo refugio no presentan demasiado interés. La cosa se anima cuando aparecen los “mochufas”, nombre que el protagonista utiliza para referirse a sus vecinos. A partir de ahí, empieza una sátira brutal de la sociedad que, en ocasiones, desagrada por lo cruel que es aunque no exenta de verdad, por desgracia. Eso sí, el desenlace resulta un tanto abrupto aunque el autor resuelve muy bien la historia dejándola con un final abierto.
En suma, Los asquerosos es una novela interesante que deja de manifiesto el materialismo salvaje y la enorme estupidez, ambos problemas inmensos de la sociedad actual. Sin embargo, dudo mucho que las intenciones del autor sean las de hacernos reflexionar sobre estos problemas. Simplemente los expone imbuido en una especie de superioridad moral que te acaba de resultar tan asquerosa como el mismo título. No creo que esta novela merezca el tiempo que inviertes en ella. Pero si os atrevéis, armaos de paciencia y disfrutar de la amplia galería de insultos que utiliza el autor. Y si, “asquerosos” es prácticamente el exabrupto de menor grado.
Hasta la aparición de los vecinos el libro es un alarde de barroquismo desmesurado, para vanagloria y deleite del autor, que todo parece indicar que está encantado de conocerse. Con la llegada de los Mochuza todo parece por fin arrancar, en una descripción del urbanista aburguesado con querencias rurales que nos brinda varias páginas memorables, de esas con las que rara vez te topas en la vida. Solo por ese regalo, la historia merece la pena.
Me dijeron que estaba muy bien valorado en programas de radio y probe para ver que tal. Me ha sorprendido con el lenguaje que tiene pero me ha mantenido ahí hasta el final.
Da que pensar, todos somos un poco o muy asquerosos. Muestra la sociedad tan dependiente de la tecnologia que nos hemos montado, con todas esas nuevas necesidades sin las que no sabemos vivir.
Pero el lenguaje que utiliza había momentos en que no lo acababa de comprender, aún así es recomendable.
Me sorprendió el titulo al igual que su lectura, a veces aburrido, ameno, divertido, vocabulario excéntrico, difícil de calificar y para recomendar......... lo dejo ahí....ufff.
No sabría como calificar este libro. Es una novela atípica, escrita con mucho sentido del humor, que hace una feroz crítica social, y cuyo estilo literario es muy personal, plagado de palabras inusuales y metáforas e imágenes muy nuevas. Pero a mí me ha resultado demasiado estrambótica. No me atrevería a recomendarla.