Resumen y sinopsis de El día que se perdió la cordura de Javier Castillo
Centro de Boston, 24 de diciembre, un hombre camina desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas, su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos ocurridos en el misterioso pueblo de Salt Lake diecisiete años atrás.
Con un estilo ágil lleno de referencias literarias -García Márquez, Auster, Orwell o Stephen King- e imágenes impactantes, Javier Castillo construye un thriller romántico narrado a tres tiempos que explora los límites del ser humano y rompe los esquemas del género de suspense.
Empieza bien, con un caso extraño de asesinato extendido a otros similares. Pero la trama y la resolución acaban siendo más que inverosímiles, casi estrafalarias, y echan a perder la novela. Me he llevado un buen chasco.
Javier Castillo se hace la picha un lio y el problema es que la tiene más larga que el famoso moreno del WhatsApp.
Lo que empieza siendo un thriller sencillo pero que engancha, es un espejismo mal calculado que acaba en nudo gordiano. Ni el magno Alejandro sería capaz de desatarlo a hachazos.
Agujeros negros, oasis abandonados con menos paisaje que el propio desierto, meado fuera del tiesto por desbordamiento.
La trama va de menos a nada dejándonos boquiabiertos, de puro espanto, pero no de suspense no, el malagueño vuelve ateo al más fervoroso creyente.
Pérdida de fe por agotamiento.
Ni armazón ni ropaje se sostienen y el castillo se viene abajo.
Por sus resoluciones imposibles rozando lo absurdo.
Por mentirle a sus personajes, llevándoles la contraria impidiendo que fluyan, y sobre todo, por no ponerse al servicio de la historia dejando que ella dicte las normas.
El buen escritor consiente que texto y actores dirijan su obra, respetándoles, mimándoles y no adjudicándoles pensamientos y acciones fuera de cualquier lógica.
Es como echarle al caldo boñiga de cabra.
Pero don Javier tiene un geranio donde los pedos alcanzan su libertad y vendió lo que no está escrito (nótese la literalidad de la frase), seguramente por una alineación de Júpiter y Venus acompañada de magnífico título.
Y aun así, tiene una buena idea entre manos, y la virtud de inventar un nuevo género.
Novela autodestructiva (que se destroza a sí misma).
Resumiendo, un despropósito de rabo a cabo.
Impresionante
Entrelaza presentes y pasados que se unirán en un final que deja sensación de querer más.
Supongo que " El día que se perdió el amor" es la segunda parte y espero sea la contestación de las respuestas que este libro ha dejado por responder.
Me ha encantado.
A por el siguiente.
Entretenido, se lee en dos tardes pero es como ver una película de serie B de las que hacen en la tele las tardes de fin de semana.
El lector se encuentra con un inicio verdaderamente trepidante y eléctrico que consigue mantenerle en alerta y con la necesidad de ir devorando capítulos. Un hombre desnudo aparece en el centro de la ciudad de Boston cubierto de sangre y con una cabeza humana en la mano. Es detenido e ingresado en un centro psiquiátrico donde es examinado por el director del centro en colaboración con una agente experta del FBI, quienes querrán descubrir que hay detrás de esa escena tan espeluznante. Esa primera secuencia, la historia de vida de ese personaje y las razones por las que aparece de esa manera serán el verdadero hilo del que tirar durante toda la novela.
A través de tres tramas diferenciadas el lector va sintiendo cómo el caso se va abriendo, una la que corresponde a esa primera escena, otra la que ocurre la noche anterior y una última que se desarrolla años antes. Con unos personajes en los que no profundiza en gran medida. capítulos cortos y diálogos constantes, lo que le da fluidez a la lectura, las ciudades de Boston y sobre todo Salt Lake como otro personaje más de la trama y los saltos temporales muy bien unidos para facilitar la búsqueda de la verdad.
En definitiva un buen thriller con gran ritmo por momentos, fácil de seguir a pesar de los saltos temporales y las 3 tramas, con algún lance poco creíble pero con un final aunque algo esperado, muy bien perfilado, dejándolo abierto para esa segunda entrega.
Historia nada creíble, más de una vez me pregunté que cómo era posible esto. Largo y tedioso para llegar a un final de chiste. Malo.
Un thriller en toda regla, El día que se perdió la cordura nos presenta una historia muy bien desarrollada y mejor hilada que atrapa excesivamente rápido, haciéndote devorar sus casi 450 páginas en muy poco tiempo.
Es la primera obra de Javier Castillo, autor de esta portentosa novela, un novato en el arte de la escritura. Aunque debo recalcar que eso lo sé gracias a la editorial, ya que no se nota en ningún momento a través de su escritura. Su estilo es fresco, rítmico y bien equilibrado. Para ello cuenta con una prosa ágil y depurada, un lenguaje funcional y unas descripciones quizás no sobresalientes pero si numerosas y concisas.
Un gran acierto y algo digno de mención, es la estructura del texto. La obra está dividida en capítulos generalmente cortos que tienen múltiples personajes como protagonistas. Así, el autor va enlazando una trama en la que no se deja nada al azar, dejando las pertinentes preguntas sin respuesta propias de un inicio de saga, pero aclarando la mayor parte de los enigmas que atañen a la historia principal.
Es difícil hablar de qué trata El día que se perdió la cordura sin desvelar nada importante. Pero haré un esfuerzo y lo intentaré. Esta novela comienza en Boston, en la víspera de Navidad, cuando la ciudad se ve sacudida por la aparición de un joven que lleva en sus brazos la cabeza de una mujer. El joven es enviado a un psiquiátrico para que sea analizado. Allí se encontrará con el Dr. Jenkins, director del psiquiátrico, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, que intentarán dilucidar quién es y por qué ha cometido semejante acto el joven detenido. Pronto descubren que todos los acontecimientos tienen relación con la desaparición de una joven en Salt Lake diecisiete años atrás. A partir de ahí, las tramas se entremezclan de formas imprevisibles, con varios giros argumentales, haciéndote cuestionar los límites de la cordura, la idiosincrasia de la sociedad y el poder del amor, hasta un final sorprendente, inesperado y, desgraciadamente, abierto.
En resumen, El día que se perdió la cordura es una magnífica novela de misterio que rompe todos los esquemas establecidos por el género, invitándote a la reflexión y descubriendo el horror que se esconde tras las aguas calmadas de cualquier población humana. Una lección perturbadora que nos demuestra que la lucidez es cuestión de perspectiva y de cuanta gente tengas a tu lado.
Había leído El Juego del Alma y La Chica de Nieve y quise continuar con Javier Castillo porque me gustaron mucho, pero mi decepción ha sido grande con su libro más famoso. Se lee con facilidad, y su lectura sigue siendo amena como en los dos libros citados pero, primero el embrollo de idas y venidas de fechas y hechos, y segundo la simpleza con que el autor resuelve la trama con tan inverosímil solución, han hecho que me parezca tiempo perdido este libro. No me ha gustado nada. Mucho bombo veo.
Mezcla el pasado con el presente en una historia muy entretenida, en la que todo lo que sucede se va relacionando poco a poco. No aburre ni cansa con páginas densas. Recomendable.
Engancha, pero no vale nada