Resumen y sinopsis de La barbarie de Alberto Vázquez-Figueroa
«Vivimos en unos tiempos en los que la realidad supera a la fantasía. No me siento capaz de determinar si he escrito una novela sobre la degradación política, un relato periodístico de dolorosa actualidad o un alegato contra la avaricia, la injusticia y el fanatismo. Y es que todo cuanto hubiera podido imaginar se ve superado por unos acontecimientos que cada mañana producen asombro y cada noche insomnio.
Cuesta aceptarlo, pero estamos viendo cómo el inmenso árbol en que convivimos los humanos no va a ser destruido por un rayo divino sino por la carcoma de gobernantes parasitarios que le roban la savia, locos extremistas que envenenan sus frutos y ratas especuladoras que roen sus raíces.
No permitiré que entre todos destruyan el árbol en el que deberán vivir mis hijos y mis nietos.»
Alberto Vázquez-Figueroa
Ha participado en esta ficha: Oscar326
Lectura ligera pero no me acabó de gustar mucho
Refrito de varios libros (El agua prometida, África Llora, La ordalía del veneno, Vivir del viento, etc...).
Infumable, todos son super guapos y ricos. Los diálogos de todo a 100. Quizás uno de los peores libros del autor y eso es decir mucho teniendo en cuenta la calidad de muchos de sus libros.
Mal reflejo del autor de Tuareg, Sicario, Manaos o Marea Negra, entre otros.
No aconsejable ni para esperar el autobús.
Leo "La barbarie" el libro que Alberto Vázquez-Figueroa ha escrito
novelando lo que ha sucedido desde que hace 19 años patentó un sistema integral de desalar agua de mar. Así, en el Epílogo, aportando la documentación oficial nos muestra todos los datos reales de su proyecto, cómo de acuerdo con Tragsa -y con un valor de 200 millones de pesetas- se realizaron los estudios que demostraron su eficacia, cómo la comunidad europea le concedió de antemano 1.000 millones más, cómo Edmund Rothschild (cuyo abuelo, Theodor Kerzl buscaba asentamientos para refugiados) se reunió con él para interesarse por sus ideas, cómo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero invirtió millón y medio de euros, cómo en 2006 Cristina Narbona ordenó archivar los estudios (la entonces ministra de agricultura utilizó la disculpa de que, con ese sistema, se podían electrocutar las gaviotas) y cómo ha sido objeto de una persecución de la Agencia Tributaria al denunciar el escándalo del gobierno socialista. De nuevo con ese léxico claro e incisivo e introduciendo dos pequeñas subtramas acerca del sufrimiento de los niños en los conflictos armados y de la financiación del terrorismo islámico por algunos judíos, el escritor retoma -y arrastra- temas de sus dos libros anteriores (como son, el problema de la venta de armas, la industria del cine, el negocio de las farmacéuticas, la llegada de inmigrantes, la fabricación de filtros de cigarrillo con aguas contaminadas por arsénico y el minisubmarino teledirigido Serviola-SB) y de la mano de los mismos personajes, sin que llegue a entender por qué gente tan poderosa habla tan mal. Con el paso de los años, siento cómo el autor, cada vez más, descuida la trama, los personajes (no me gusta el personaje femenino que no deja de decir majaderías, insensateces, payasadas y sandeces) y el lenguaje (por ejemplo, en la página 132 dice: "No era cierto, pero lo cierto era que, siendo falso, dejaba en entredicho las medidas de seguridad de la mezquita".), inserta citas y lemas sin referencias bibliográficas ni temporales y sin entrecomillado (lo cual dificulta su lectura) y coloca algunos hechos de difícil comprensión (no entiendo cómo alguien, sin haber sido parte en un atentado, puede guardar 25 años las ropas ensangrentadas que recogió). Mucho batiburrillo en esta novela de denuncia, nada de intriga, mal nudo y pobre cierre. De 2.
La novela es bastante floja, me gusto mucho más Un mundo mejor, pero nos transmite una verdad abrumadora sobre el poder brutal que tienen "los de arriba" para impedir cualquier cambio que haga que "los de abajo" puedan vivir mejor
Infumable.
¿Dónde está el Vázquerz Figueroa del s.XX que tanto nos entretenía?
El tema parecía interesante, pero no he pasado de 100 páginas por la forma de escribirlo; me han parecido diálogos absurdos y una narrativa simple.