Resumen y sinopsis de El viaje de los cuerpos celestes de Javier González
Monasterio de Leyre, verano de 1619. El anciano monje Gayarre, presintiendo su cercana muerte, comienza a dictar a su pupilo la crónica de su azarosa vida. Le había hecho una promesa a aquella mujer. «No dejéis que la memoria de nuestro viaje se pierda» le había pedido ella. Y él le había jurado por su honor que escribiría, «o haría escribir», una crónica de todo cuanto había acontecido en aquel viaje lleno de prodigios.
Una aventura que, en realidad, comenzó el 31 de mayo de 1578, cuando el suelo de un viñedo junto a la Via Salaria se hundió bajo el peso de un carro lleno de sarmientos secos. Se acaban de redescubrir las catacumbas de Roma, perdidas durante más de mil años. En la gigantesca necrópolis subterránea se encontraron los restos olvidados de cientos de los primeros cristianos. El papa Gregorio XIII quiso ver en aquel insospechado suceso una señal celestial y decidió convertir aquellos restos anónimos en «auténticas» reliquias de mártires, con el fin de repartirlos por catedrales y monasterios de Europa Central a fin de impulsar la «verdadera fe» y frenar así el avance de la Reforma protestante.
Aventuras por los cuatro costados. Como el autor comenta, escribe las novelas que a él le gustaría leer, y eso se nota. Grande González, Gayarre y Moncada.
Reconozco que la novela histórica no es uno de mis fuertes.
Considero que es un género masivamente explotado por las editoriales en el que hay -y ha habido- demasiado intrusismo profesional.
Esto no me ha pasado con este entretenidísimo y paradigmático libro.
"El viaje de los cuerpos celestes" me ha llegado como un bonito regalo de cumpleaños de mi querida hermana: Una notable novela de aventuras que -aunque no sea un prodigio literario-, está muy bien hilada y con la que enseguida conectas.
Por medio de capítulos cortos, dinámicos y frescos, Javier González nos envuelve en constantes peligros, asombrosas situaciones y profundas enseñanzas.
Me ha encantado.
El personaje del anciano Gayarre es una mina en sus manos.
Le doy una nota alta, ya que sus constantes giros de tuerca y su particular forma de narrar la historia atrapan hasta al más pintado.
No descarto volverme a reencontrar con este autor en cuanto tenga la oportunidad.
Creo que tiene cuatro obras más -de parecida índole- en el mercado.