Levantarse otra vez a una hora decente
Joshua Ferris-
Editorial: Alianza De Novelas (ADN)
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Año publicación: 2015
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Temas: Narrativa
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Nota media: 6 / 10 (1 votos)
Reseña de Levantarse otra vez a una hora decente
Este libro todavía no ha sido reseñado
Desconcertante y filosófica, Levantarse otra vez a una hora decente es una obra de esas que intentan colarte como humorísticas y esconden un profundo drama difícil de combinar con el humor. Y sin embargo, en este caso, la mezcla de estos dos géneros tan dispares funciona a la perfección, consiguiendo una novela compleja que te engancha desde el primer momento, aunque no termines de comprenderla del todo.
No conocía a Joshua Ferris, autor de esta obra. Pero como escritor, Ferris me parece mediocre, con un estilo de escritura simplón y ejecutado con poco ingenio y menos maestría. Para ello usa una prosa dinámica aunque desarrollada a medias y con una curiosa estructura, un lenguaje de lo más normal cuando al autor no le da por recorrer los derroteros místicos, y unas descripciones tan básicas como el resto de la novela. Y por último toca hablar de los personajes. Todos ellos te resultan curiosos, impredecibles e ingeniosos. Y eso es gracias a que son personajes bien construidos, con numerosas contradicciones y tan bien perfilados psicológicamente que parecen verosímiles. Tanto es así, que empatizas rápidamente con ellos y haces tuyas sus miserias y problemas. En especial las del protagonista, Paul O’Rourke, un dentista de éxito, que representa a la perfección al individuo promedio de la sociedad actual.
Pese a su peculiar título, Levantarse otra vez a una hora decente esconde un descarnada crítica hacia una sociedad capitalista que ha perdido los valores y que confunde la moral con la religión. Pero para poder verlo más claro haré una breve sinopsis. Paul O’Rourke es un odontólogo de éxito, aunque una persona tremendamente infeliz. Seguidor acérrimo de los Red Sox, vive enganchado a los partidos de béisbol y a su iPhone, aunque desprecia las redes sociales y a la gente que las usa. Nuestro meticuloso dentista descubre un día que alguien ha usurpado su identidad y ha creado una página web de su clínica, así como diversos perfiles con su nombre en distintas redes sociales. Pero lo peor no es el robo de identidad, sino que en todas estas páginas se habla de misticismo, religión, Dios y de la existencia de un pueblo olvidado, emparentado con los judíos, pero con la duda como eje central de su sistema de creencias. O’Rourke, declarado ateo, tendrá que hacer frente a todos los inconvenientes que esta situación le trae, mientras va investigando y examina los errores que ha ido cometiendo a lo largo de su vida, de forma cínica y rigurosa, hasta que toda su existencia comienza a tambalearse. Y hasta aquí puedo desvelar. Pero de lo que si voy a hablar es de que la mezcla de divagación filosófica con teología no es sencilla de digerir y muchas veces se te atraganta, entorpeciendo una lectura que posee, ya de por sí, un interés bastante limitado. Y sí, al final entiendes que la intención del autor es mostrarnos el tipo de persona en la que nos hemos convertido gracias al individualismo y el egoísmo. Pero la gravedad del mensaje queda oculto entre una miríada de hechos banales, aburridos y superfluos, que aunque no consiguen que dejes la novela, si que hacen que terminarla sea muchísimo más difícil. Así pues, el desenlace es abrupto y tan abierto como la vida misma. No da la sensación de acabar nada, ni proporciona un somero intento de explicación, algo que te frustra inevitablemente.
En suma, Levantarse otra vez a una hora decente, aunque atractiva, no consigue mantener el interés del lector gracias a sus historias vacías, sus enormes referencias religiosas y sus connotaciones al misticismo. Un retrato descarnado del lado más horrible del mundo donde vivimos, pero adornado con contenido vacío que más que invitar a la reflexión, llama a gritos al sueño. Sospecho que de ahí viene el título de esta novela. Y es que si la lees te dormirás muy rápido. Aunque lo de levantarse a una hora respetable depende de la latitud y longitud donde se encuentre uno, de cuando ha sido sorprendido por el sueño y de lo que cada uno interpreta como “hora decente”.