Resumen y sinopsis de Y tú no regresaste de Marceline Loridan-Ivens
Hay libros que dejan una marca indeleble y, mucho tiempo después de haberlos leído, permanecen vivos en nuestro recuerdo. Éste es uno de ellos. A los ochenta y seis años, Marceline Loridan-Ivens ha volcado en esta carta abierta a su padre un cúmulo de sentimientos profundamente arraigados desde su juventud, de los que ha sido incapaz de desprenderse durante toda una vida.La dramática lucha de una chica de quince años por sobrevivir en una situación que ha pasado a la historia como paradigma de la máxima depravación de la que es capaz el hombre queda plasmada con una voz asombrosamente desprovista de sentimentalismo y autocompasión. En su lucha imposible contra una fuerza aplastante, Marceline narra los hechos cotidianos con la frialdad y la distancia de quien, incluso después de setenta años, no puede permitirse ni siquiera el sufrimiento; de alguien que invirtió hasta la última fibra de su persona en un solo fin: salir con vida del infierno y honrar así las palabras de su padre.
Pero más allá del conmovedor homenaje de una hija a la única persona en el mundo a la que pudo amar de verdad, estas páginas exhalan un reconfortante soplo de energía y vitalidad, una demostración palpable de la insondable capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos más extremos que su propia especie le presenta.
Leo "Y tú no regresaste" el libro que la superviviente (una de los 160 judíos que todavía viven de entre los 2500 que regresaron) de Bikernau, Marceline Lorindan-Ivens, dedica a su padre 70 años después de que ambos fueran deportados desde Francia a los campos de concentración alemanes (ella a Bikernau y él a Auschwitz). Esta preciosísima carta de amor a un padre, escrita con gran realismo (puedo sentir el miedo de la narradora de 15 años al gas, el olor de los hornos crematorios y puedo ver las cicatrices imborrables en su cabeza y en su cuerpo) cuenta con unos correctísimos saltos en el tiempo, con unas profundas frases reflexivas ("Hace falta envejecer para acceder a los pensamientos de los padres"), con un lenguaje culto lleno de giros léxicos inteligentes y con una emocionante fuerza en la narración de los terribles hechos, en la espera en vano del regreso del padre de familia (ésta se disuelve, no sobrevive a esa espera) y en lo que ha llegado a ser su vida con ochenta u seis años tras haber conocido en 1962 a Joris Ivens mientras hace una película de cine. Duro, bello, tristísimo y emotivo, de 7,6.