Resumen y sinopsis de Un gran mundo de Álvaro Pombo
Elvira, una mujer de la generación cuya juventud se derramó por la Europa de entreguerras y la España franquista, es recordada por su sobrina durante un verano de remembranzas en 2014. Narcisista, un tanto lunática, con una conciencia de sí misma que raya la banalidad, tía Elvira es un personaje que nació con el nuevo siglo y a cuya vida asisten en primera fila tres niños (la narradora, su hermana y el primo de ambas, nieto de tía Elvira): sus matrimonios, el primero roto, el segundo corto y por compromiso, y el tercero con Helio, un guapísimo, alegre y simpático argentino como salido del Quartier Latin de París; sus viajes, sus escapadas, las desavenencias familiares y los problemas de financiación de sus negocios quiméricos.
Pero, para el lector, el relato de esa vida desmedida se une a la deliciosa novela de crecimiento que compone el trío de protagonistas, un enérgico estudio psicológico de una generación que empieza a mirar atrás para poder seguir adelante.
Leo "Un gran mundo", el libro que Álvaro Pombo escribe dando la voz a una de las sobrinas de tía Elvira (en la página 132 del epub dice "tomo partido ahora por entender mediante este relato, lo sucedido cuarenta años atrás") quien, manejando tanto las propias memorias de la tía, como las cartas del aguilucho (primo de la primera y nieto de la segunda) y las memorias de Ignacio Santoña, rememora los sentimientos y sucesos que recuerda sesenta años después. Este texto que la sobrina narradora califica en numerosas ocasiones (en la página 46 de epub señala que "tengo que confesar que este relato no es bienintencionado y no es ingenuo. No es tampoco, quizá, del todo inteligente", en la 99 "Este texto es insidioso" y en la página 145 "Es un relato de otro tiempo donde se espera que el lector vaya sacando ya sus conclusiones morales y donde, al final, se le reprochará que no acierte si no acierta. Es un solitario en el que yo me hago trampas a mí misma. No hay casi paisajes salvo el arduo paisaje de la finca, No hay esplín. No hay melancolía.") nos da una perspectiva de la transformación de las mujeres en la época de los años veinte acercándonos al encorsetamiento de la vida provinciana, mientras transita con una lírica flamboyante por las ideas de la inocencia, la muerte, la religión, el matrimonio y las infidelidades. Sin embargo, el carecer de argumento, el lenguaje turbio -en el límite de la pedantería- ( por ej. en la página 106 el autor dice: "De ahí que al charlar pasáramos revista una y otra vez como quien incesantemente configura y reconfigura una configuración que constantemente se diluye y desfigura pero que se mantiene, en su misma desfiguración, aún configurada, al ser hablada y contada y recontada"), el desarrollo profuso de ideas y etimologías (contiene muchas referencias a obras de Proust, Eliot, Camus, Sartre, Rilke, Wallace Stevens, Tillich y Nietzsche), la sustancia narrativa tan grave, el exceso en las argumentaciones, las reiteraciones de palabras en la misma frase y la forma de hablar tan petulante que atribuye a los veinteañeros protagonistas, hace que este libro me haya resultado de lectura densa y agotadora. De 6.
Leo "Un gran mundo", el libro que Álvaro Pombo escribe dando la voz a una de las sobrinas de tía Elvira (en la página 132 del epub dice "tomo partido ahora por entender mediante este relato, lo sucedido cuarenta años atrás") quien, manejando tanto las propias memorias de la tía, como las cartas del aguilucho (primo de la primera y nieto de la segunda) y las memorias de Ignacio Santoña, rememora los sentimientos y sucesos que recuerda sesenta años después. Este texto que la sobrina narradora califica en numerosas ocasiones (en la página 46 de epub señala que "tengo que confesar que este relato no es bienintencionado y no es ingenuo. No es tampoco, quizá, del todo inteligente", en la 99 "Este texto es insidioso" y en la página 145 "Es un relato de otro tiempo donde se espera que el lector vaya sacando ya sus conclusiones morales y donde, al final, se le reprochará que no acierte si no acierta. Es un solitario en el que yo me hago trampas a mí misma. No hay casi paisajes salvo el arduo paisaje de la finca, No hay esplín. No hay melancolía.") nos da una perspectiva de la transformación de las mujeres en la época de los años veinte acercándonos al encorsetamiento de la vida provinciana, mientras transita con una lírica flamboyante por las ideas de la inocencia, la muerte, la religión, el matrimonio y las infidelidades. Sin embargo, el carecer de argumento, el lenguaje turbio -en el límite de la pedantería- ( por ej. en la página 106 el autor dice: "De ahí que al charlar pasáramos revista una y otra vez como quien incesantemente configura y reconfigura una configuración que constantemente se diluye y desfigura pero que se mantiene, en su misma desfiguración, aún configurada, al ser hablada y contada y recontada"), el desarrollo profuso de ideas y etimologías (contiene muchas referencias a obras de Proust, Eliot, Camus, Sartre, Rilke, Wallace Stevens, Tillich y Nietzsche), la sustancia narrativa tan grave, el exceso en las argumentaciones, las reiteraciones de palabras en la misma frase y la forma de hablar tan petulante que atribuye a los veinteañeros protagonistas, hace que este libro me haya resultado de lectura densa y agotadora. De 6.