En el invierno de 1959, el mundo del joven Shmuel Ash se viene abajo: su novia lo abandona, sus padres se arruinan y él se ve obligado a dejar sus estudios en la universidad. En ese momento desesperado, encuentra refugio y trabajo en una vieja casa de piedra de Jerusalén, donde deberá hacer compañía y conversar con un anciano inválido y sarcástico. A su llegada, una atractiva mujer llamada Atalia advertirá a Shmuel de que no se enamore de ella; ese ha sido el motivo de la expulsión de sus predecesores.
En la aparente rutina que se crea en la casa, el tímido Shmuel siente una progresiva agitación causada, en parte, por el deseo y la curiosidad que Atalia le provoca. También retoma su investigación sobre la imagen de Jesús para los judíos, y la misteriosa y maldita figura de Judas Iscariote, la supuesta encarnación de la traición y la mezquindad, va absorbiéndole sin remedio.
La novela muestra, por una parte, a tres personajes lamiéndose sus heridas y sobrellevando sus dolores como pueden; paralelamente a eso, se desgrana una revisión histórica y política de la formación del Estado de Israel y del eterno conflicto árabe-israelí. La historia se desarrolla en Jerusalén y abunda en referencias locales tanto geográficas como históricas. Particularmente no me gustó la historia ni me parecieron interesantes los personajes.
La novela muestra, por una parte, a tres personajes lamiéndose sus heridas y sobrellevando sus dolores como pueden; paralelamente a eso, se desgrana una revisión histórica y política de la formación del Estado de Israel y del eterno conflicto árabe-israelí. La historia se desarrolla en Jerusalén y abunda en referencias locales tanto geográficas como históricas. Particularmente no me gustó la historia ni me parecieron interesantes los personajes.