Resumen y sinopsis de Yo, Tituba, la bruja negra de Salem de Maryse Condé
Maryse Condé nos ofrece una historia absolutamente desgarradora, tan real como oscura, en la que pone sobre la mesa temas como la esclavitud, el abuso, el deseo femenino
«Tituba y yo convivimos en la más estrecha intimidad durante un año. En el transcurso de nuestras interminables conversaciones, me contó muchas cosas. Nunca antes se las había confesado a nadie.» Maryse Condé adopta la voz de la mística Tituba, la esclava negra que fue juzgada en los famosos procesos por brujería que tuvieron lugar en la ciudad de Salem a finales del siglo XVII. Hija de la esclava Abena, violada por un marinero inglés a bordo de un barco negrero, Tituba fue iniciada en el arte de lo sobrenatural por Man Yaya, una de las curanderas más poderosas de la isla de Barbados. Incapaz de sustraerse a la influencia de los hombres indeseables y de baja moral, Tituba es vendida a un pastor obsesionado por Satán, y acabará recalando en la pequeña comunidad puritana de Salem, en Massachussets. Allí será juzgada y encarcelada, acusada de haber embrujado a las hijas de su amo. Detenida, olvidada en prisión, aquí es donde termina la historia. Maryse Condé la rehabilita, la arranca del olvido al que había sido condenada y, finalmente, la devuelve a su país natal en la época de los negros cimarrones y las primeras revueltas de esclavos.
Después de haber leído “La Deseada”, he de decir que este libro me ha sabido a poco. Y no simplemente porque salga perdiendo en la comparación, sino porque es en sí un libro con poca sustancia y con poco brillo literario. El tema da para mucho, desde el punto de vista histórico, antropológico o poético, y sin embargo está tratado de una manera bastante superficial. En cuanto a la forma narrativa, la encuentro algo primitiva e inconexa, como si el resultado final no se hubiera revisado y fuera la primera versión, tal y como brotó en la mente de la autora, la que se nos hace llegar en el libro.
Después de leer estas dos novelas, me parece que el estilo de la autora es naturalmente algo naíf, ligero, deliberadamente deslavazado e incluso improvisado, pero mientras que en “La Deseada” este estilo casaba perfectamente con una historia trufada de peripecias y de acontecimientos de toda índole (y no por ello desprovista de profundidad y de matices), aquí llega a desentonar, a chirriar incluso, con un contenido crudo y brutal a más no poder.
Ciertamente, la novela mantiene el pulso y se deja leer con facilidad, y, si bien resulta evocadora en algunos pasajes, transmitiendo maravillosamente (en esto la autora demuestra un dominio magistral) la seducción de la atmósfera antillana, creo que su cierto interés se debe más al morbo intrínseco de las historias de tipo inquisitorial que a su planteamiento o a su tratamiento literario.