Resumen y sinopsis de Código rojo de Luis Gonzalo Segura
Las duras represalias que sufrió el teniente Luis Gonzalo Segura por escribir Un paso al frente no han frenado su afán de denunciar la corrupción, el secretismo, las torturas y el sistema poco menos que feudal del ejército español. Durante su arresto, Segura, en lugar de rendirse, ha seguido luchando por cambiar las cosas. El resultado de esta cruzada nos llega ahora en la forma de su segundo libro: Código rojo.
En esta nueva novela, el protagonista de Un paso al frente sufre la persecución y la vigilancia secreta del CNI. El personaje investiga un suceso basado en hechos reales: el suicidio de un soldado que empieza a presentar evidencias de que no ha sido tal. Al indagar junto con dos guardias civiles, sacarán a la luz numerosos casos de corrupción y malos tratos. Estos descubrimientos pondrán su vida en peligro…
Leo "Código rojo", el segundo libro que escribe el exTeniente del Ejército de Tierra, Luis Gonzalo Segura, quien tras 13 años de servicio en las Fuerzas Armadas, fue expulsado por denunciar en su anterior obra "Un paso al frente" la corrupción existente en la cúpula del ejército. Esta novela que su autor elabora durante una de las tres prisiones militares que sufre, está encabezada con la definición de lo que significa el término militar que da origen al título (es el acoso extremo que se aplica como castigo a aquellos miembros del ejército que tienen la mala suerte de no encajar) y, a pesar de que contiene dos dobles negaciones en las páginas 7 y 120 ("salía corriendo sin darle ninguna instrucción" y "No le pareció que hubiese ninguna ventana", respectivamente) está narrada con un lenguaje correcto y de fácil comprensión. Aunque el autor ha dicho que no es un libro biográfico, hace de uno de los tres personajes principales, su alter ego, Guillermo -de quien la protagonista femenina dice que “éste lo que ha querido es forrarse con tanto libro y tantas declaraciones","un gilipollas","muy jeta"- y aprovecha su colocación en la trama para contar la campaña de desprestigio que ha sufrido por denunciar la corrupción, cómo le han reprochado su conducta, cómo le han grabado las presentaciones del anterior libro, han escuchado sus llamadas, leído sus mensajes privados en las redes, controlado sus movimientos, balizado su coche, fotografiado por la calle o en los restaurantes, su encarcelamiento o la decisión de acabar con su vida. ¿Qué es lo bueno de la novela? Pues que su autor se ha servido de ella para hacer una clara crítica a la falta de independencia en la carrera jurídico-militar, la carencia de libertad de los medios de comunicación, la corrupción política, el elevado número de mandos (250 generales 1050 coroneles y 3050 tenientes coroneles), la venta de armas, la especulación de las farmacéuticas, la intolerancia de la homosexualidad en las Fuerzas Armadas, la falta de fiscalización de los gastos del ejército, la persecución a los miembros de la asociación de Guardias Civiles, el despilfarro de los fondos reservados por el CNI y los casos en que está implicado, la conexión de los grandes bancos con la venta de armas, los recortes en mantenimiento y las comisiones por compras inútiles que se llevan los altos mandos sin dejar de lado el caso de Zaida y la presencia de las mujeres en el Ejército, la circunstancia de que la retirada de tropas norteamericanas de Afganistán ha originado un incremento de las exportaciones de opio a EEUU con lo que ha descendido el precio de la heroína en beneficio de las farmacéuticas, las intermediaciones de Corinna, el Rey y los Puyol (los tres con nombres supuestos) y las conexiones con los políticos de alto nivel que permiten a los grupos de poder participar en la legislación, obtener información y protección. Y lo malo del libro, pues que le sobran las primeras 100 páginas, la construcción de las historias de vida de las víctimas aparece muy tarde y mal dibujada, le falta una mayor profundidad en la descripción de los personajes (tanto los principales como los fallecidos), el que los policías parezcan catedráticos de Universidad (por la gran cantidad de información que pone en boca de los mismos), el apabullante suministro de datos que no aporta nada a la trama (la caída de Constantinopla, el desastre de Annual, el golpe de Estado de Primo de Rivera, la historia del General Silvestre, la Semana Trágica de Barcelona, el reinado de Alfonso XIII, los ataques con armas químicas en el Rif, la explicación de la jerarquía de los primates) y la inexplicable –para mi- conexión/relación laboral que mantienen los militares ya que, si bien en “Donde los escorpiones” la última novela de Lorenzo Silva, me sorprendía el lenguaje demasiado coloquial y de “colegueo” que parece que se tiene entre los miembros de las Fuerzas Armadas con chascarrillos y multitud de pullas que se lanzan todos entre sí, en esta novela, el lenguaje -que también sigue siendo de "colegueo"- es de desconfianza y mal ambiente y la falta de respeto campa a sus anchas (en la página 62 dice "A la jefa se le hace el chichi agua cada vez que nos da una de sus clases -le dijo Fernando a Guillermo" y en la página 86 hace decir a la jefa "Paso de vosotros dos"). Valiente, por lo que tiene de denuncia pero ligero en lo que, a calidad e intriga se refiere, de 3.
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La trama de esta novela es bastante flojilla y poco creíble, con bastantes aires de misterio y truculencia alejadas de la realidad. Lo que quizá se salve son las reflexiones sobre la corrupción del ejército, los medios de comunicación y las instituciones del estado. Poco más.
Leo "Código rojo", el segundo libro que escribe el exTeniente del Ejército de Tierra, Luis Gonzalo Segura, quien tras 13 años de servicio en las Fuerzas Armadas, fue expulsado por denunciar en su anterior obra "Un paso al frente" la corrupción existente en la cúpula del ejército. Esta novela que su autor elabora durante una de las tres prisiones militares que sufre, está encabezada con la definición de lo que significa el término militar que da origen al título (es el acoso extremo que se aplica como castigo a aquellos miembros del ejército que tienen la mala suerte de no encajar) y, a pesar de que contiene dos dobles negaciones en las páginas 7 y 120 ("salía corriendo sin darle ninguna instrucción" y "No le pareció que hubiese ninguna ventana", respectivamente) está narrada con un lenguaje correcto y de fácil comprensión. Aunque el autor ha dicho que no es un libro biográfico, hace de uno de los tres personajes principales, su alter ego, Guillermo -de quien la protagonista femenina dice que “éste lo que ha querido es forrarse con tanto libro y tantas declaraciones","un gilipollas","muy jeta"- y aprovecha su colocación en la trama para contar la campaña de desprestigio que ha sufrido por denunciar la corrupción, cómo le han reprochado su conducta, cómo le han grabado las presentaciones del anterior libro, han escuchado sus llamadas, leído sus mensajes privados en las redes, controlado sus movimientos, balizado su coche, fotografiado por la calle o en los restaurantes, su encarcelamiento o la decisión de acabar con su vida. ¿Qué es lo bueno de la novela? Pues que su autor se ha servido de ella para hacer una clara crítica a la falta de independencia en la carrera jurídico-militar, la carencia de libertad de los medios de comunicación, la corrupción política, el elevado número de mandos (250 generales 1050 coroneles y 3050 tenientes coroneles), la venta de armas, la especulación de las farmacéuticas, la intolerancia de la homosexualidad en las Fuerzas Armadas, la falta de fiscalización de los gastos del ejército, la persecución a los miembros de la asociación de Guardias Civiles, el despilfarro de los fondos reservados por el CNI y los casos en que está implicado, la conexión de los grandes bancos con la venta de armas, los recortes en mantenimiento y las comisiones por compras inútiles que se llevan los altos mandos sin dejar de lado el caso de Zaida y la presencia de las mujeres en el Ejército, la circunstancia de que la retirada de tropas norteamericanas de Afganistán ha originado un incremento de las exportaciones de opio a EEUU con lo que ha descendido el precio de la heroína en beneficio de las farmacéuticas, las intermediaciones de Corinna, el Rey y los Puyol (los tres con nombres supuestos) y las conexiones con los políticos de alto nivel que permiten a los grupos de poder participar en la legislación, obtener información y protección. Y lo malo del libro, pues que le sobran las primeras 100 páginas, la construcción de las historias de vida de las víctimas aparece muy tarde y mal dibujada, le falta una mayor profundidad en la descripción de los personajes (tanto los principales como los fallecidos), el que los policías parezcan catedráticos de Universidad (por la gran cantidad de información que pone en boca de los mismos), el apabullante suministro de datos que no aporta nada a la trama (la caída de Constantinopla, el desastre de Annual, el golpe de Estado de Primo de Rivera, la historia del General Silvestre, la Semana Trágica de Barcelona, el reinado de Alfonso XIII, los ataques con armas químicas en el Rif, la explicación de la jerarquía de los primates) y la inexplicable –para mi- conexión/relación laboral que mantienen los militares ya que, si bien en “Donde los escorpiones” la última novela de Lorenzo Silva, me sorprendía el lenguaje demasiado coloquial y de “colegueo” que parece que se tiene entre los miembros de las Fuerzas Armadas con chascarrillos y multitud de pullas que se lanzan todos entre sí, en esta novela, el lenguaje -que también sigue siendo de "colegueo"- es de desconfianza y mal ambiente y la falta de respeto campa a sus anchas (en la página 62 dice "A la jefa se le hace el chichi agua cada vez que nos da una de sus clases -le dijo Fernando a Guillermo" y en la página 86 hace decir a la jefa "Paso de vosotros dos"). Valiente, por lo que tiene de denuncia pero ligero en lo que, a calidad e intriga se refiere, de 3.
La trama de esta novela es bastante flojilla y poco creíble, con bastantes aires de misterio y truculencia alejadas de la realidad. Lo que quizá se salve son las reflexiones sobre la corrupción del ejército, los medios de comunicación y las instituciones del estado. Poco más.