Resumen y sinopsis de Hasta aquí hemos llegado de Petros Márkaris
Atenas no es ya una alegre ciudad mediterránea, sino un escenario de sufrimiento y de pobreza; aunque no hay atascos, porque la gente no tiene dinero para mantener su coche, por la noche las calles desiertas y mal iluminadas parecen abandonadas.
Katerina, la hija de Jaritos, sufre una agresión cuando salía de los juzgados, por defender los derechos de unos inmigrantes africanos; todo indica que sus agresores son miembros del cada vez más nutrido partido neonazi Amanecer Dorado.
El comisario Jaritos, por su parte, tiene que investigar la aparición del cadáver de Andreas Makridis, un alemán de origen griego que había decidido instalarse en Atenas y abrir una empresa de energía eólica. Aunque Makridis, al parecer, se ha suicidado, un grupo de nuevo cuño, autodenominado los «Griegos de los Años Cincuenta», reivindica su asesinato.
Mientras Katerina se recupera de la agresión, se descubre un segundo cadáver, el del propietario y director de una academia privada. Ha sido ejecutado con un tiro en la sien con una vieja Smith & Wesson, como las que el ejército norteamericano proporcionó a los militares griegos después de la guerra civil. De nuevo, pese a que se trata claramente de un suicidio, los «Griegos de los Años Cincuenta» reivindican esta muerte. No será el último cadáver que se descubra.
Refleja muy bien la situación de Grecia, en cuanto a la trama es floja pero a pesar del lío que me han provocado los nombres se sigue bien.
He leído un reportaje del dominical de El Pais de junio de 2019 con entrevistas a diferentes personas y era lo mismo que Márkaris detalla en la novela.
Parece ser que está es la última entrega de la tetralogía de la crisis. Una vez más, el autor nos muestra la Grecia de la crisis -esta vez, al igual que la anterior, de manera imaginada- y lo enlaza con una serie de crímenes que tienen que ver con todo ello. El inicio es muy interesante, pero luego pierde el hilo de la primera historia, que era prometedora, y vuelve con lo de siempre. La estructura se repite y ya no causa la misma sensación que en la primera entrega. Esperemos que el autor no pretenda continuar porque de una serie notable, digna e ilustrativa se podría pasar a algo que cayera en todo lo contrario. Esperemos que hasta aquí hayamos llegado.
Soy muy fan de Márkaris, he leído todo. En esto libro Kostas Jaritos no decepciona. La historia engancha y está muy bien contada, con el plus que es un tema muy actual. Recomendado.
Posiblemente no sea objetivo porque soy un fan de Kostas Jaritos.
Lo que más me ha gustado es la parte relacionada con la familia propia y política del comisario de Atenas.
La visión apocalíptica de la ciudad y la Grecia actual me parece un poco distópica y exageradamente irreal. Aunque, claro está, el griego es Markaris, no yo.
Lo que no ha cambiado es la dificultad para seguir tantos nombres de tantos personajes, hasta el punto de perderme en más de un momento.
El argumento es lo de menos (bastante flojo), lo que uno busca al leer esta novela es reencontrarte con Jaritos, con la Grecia pauperizada y corrupta.
En este sentido, el autor lo consigue.
Me encanta. Todos los libros de Jaritos me encantan. Me gusta su personalidad, la manera de tratar a sus semejantes y como resuelve los casos. Además de ser una manera de comprender a su país y las dificultades por las que pasan, de explicar como han llegado hasta allí y el futuro negro que les espera. Muy recomendable.
Con este libro que cierra la llamada "trilogía de la crisis", Petros Markaris nos muestra una vez más un panorama desolador de la Grecia actual, lleno de corrupción y recortes que llegan hasta su protagonista el comisario Kostas Jaritos que se ve obligado a dejar su coche y utilizar el transporte público para ahorrar dinero. Diría que es fácil de leer, entretenido, simpático pero... flojo. No lo considero una reflexión seria ni profunda sobre la actual crisis económica, ni creo que pretenda serlo, sino más bien un desahogo del propio autor y que también puede funcionar para sus lectores. Hasta aquí hemos llegado... y todo sigue igual, podríamos añadir para completar la reflexión, o el desahogo.