Resumen y sinopsis de El laberinto de la soledad de Octavio Paz
"Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres", escribió Octavio Paz en El laberinto de la soledad. Medio siglo después su voz, clásico contemporáneo, ha ganado un público universal y mexicano. El laberinto de la soledad es una de las piezas claves de la literatura moderna, ensayo él mismo moderno y reflexión crítica sobre la modernidad. En esta edición se ha hecho en estrecha colaboración con el propio Octavio Paz, que no sólo ha revisado, especialmente para esta publicación, sus propios textos, sino que además ha leído y revisado las aportaciones de Enrico Mario Santí. Se incluye también un texto inédito de Octavio Paz.
Ha participado en esta ficha: albertojeca
Excelente ensayo sobre "La Mexicanidad", obviamente no todos los mexicanos somos así, pero si te da un panorama bastante aproximado a la idiosincrasia y manera de ser de una buena parte del pueblo mexicano, narrado de una manera magistral.
Este ensayo es considerado como la obra cumbre de Octavio Paz; es un ensayo sobre la preocupación del autor entorno a la mexicanidad, a su psicología y a su moralidad. En esta obra Octavio Paz busca cuáles son los orígenes y las causas del comportamiento del ente mexicano en lo individual como en lo colectivo; hace un análisis psicológico del actuar del mexicano a través de las etapas históricas : la Conquista y la Colonia, la Reforma, la Revolución y la época contemporánea. Las preguntas que lo llevaron a escribir este libro son ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? Es un libro total que abarca la Historia, el amor, la tradición, la religión y el arte. El texto parte de una situación personal de soledad, de confusión, de desconcierto. Desde la confesión individual se comienza a ordenar el mundo; es un libro de iniciación donde Octavio Paz analiza su destino individual hasta llegar a examinar el destino del mexicano. Dice Octavio Paz en el apéndice del libro que la plenitud, la reunión, que es reposo y dicha, concordancia con el mundo, nos esperan al fin del laberinto de la soledad.
El brillante catedrático Alejandro Rossi, concluyó una charla sobre este libro diciendo que "El laberinto de la soledad" es esencialmente un mito ordenador y al mismo tiempo una hazaña poética y un altísimo despliegue de inteligencia. Todo está dicho.
Es el único libro que he leído de Octavio Paz pero sin duda yo respeto mucho a ese gran intelectual. El libro me parece algo pesado de leer sobre todo si no sabes los significados de cada palabra de Octavio. Buen libro.
Sin tapujos ni rodeos Octavio Paz escribe esta magna obra esencial para entender y a su vez comprender las actitudes y comportamientos del mexicano.
No podemos soslayar temas como los sacrificios humanos, la conquista, las invasiones norteamericanas ni las intervenciones francesas que marcaron el pasado de esta nación, mas podemos y en cierta forma debemos (los mexicanos) analizar hasta que punto la guerra de independencia, las guerras de reforma y la revolución, como factores de cambio, determinan nuestro modo de pensar y actuar, el quid de aprender historia no es simplemente saber hechos pasados, es justificar hechos actuales de la nación y de sus individuos.
"Toda la historia de México, desde la Conquista hasta la Revolución , puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados por instituciones extrañas y de una forma que nos exprese."
Este ensayo es una obra de creación, es decir, una obra literaria. Decía Octavio Paz en una entrevista que prácticamente es una novela protagonizada por México. Su propósito, resaltado por el autor, es hacer una crítica histórica. Los distintos escenarios son analizados con rigor. Sociedad azteca, conquista, independencia, reforma, revolución, dictadura, etc. Paz, posteriormente a la primera edición, anexó tres capítulos con el nombre de Postdata. Esto fue a fines de los sesenta, por lo que se detiene a relacionar lo ya conseguido con la novedad de las marchas estudiantiles y protestas juveniles que se dieron en aquellos años. La masacre de los estudiantes por fuerzas del ejército en la plaza Tlatelolco (o de las Tres culturas), mientras el país desplegaba la parafernalia de los juegos olímpicos, es un hecho que Paz no deja olvidar en Postdata.
El laberinto de la soledad no es un libro para especialistas. No es historia, ni metafísica, ni antropología, ni filosofía, ni política, ni sociología, etc.; es todo junto y más. Es una ambiciosa tentativa de síntesis cultural. Sin embargo, su crítica es vital a todo tipo de limitación de las realidades a conceptualizaciones o abstracciones. Y en esto radica el sentido de su título. El hombre es un concepto que se individualiza (individuo) en la soledad. Sólo ella es inseparable de cualquier acción de pensamiento, crítica, creación. No es un hallar, es un buscar, y por eso la imagen del laberinto.
Paz revela mucho del pueblo mexicano, toca la herida de la nación pero también nos muestra una luz para frenar el trauma en cual México se encuentra inmerso. Recomiendo este libro al 100% si buscas descubrir el por qué del comportamiento mexicano.
No es negación y odio al padre negativo español lo que experimenta el mexicano, es la negación de ese padre hacia él.
Los mexicanos no nos convertimos. Nacimos oprimidos y marginados de una paternidad real. Negamos el pasado y el futuro, y nos burlamos y lloramos un presente falto de conciencia e identidad.
Nuestras máscaras vienen de las emociones de olvido, rechazo, abuso de nuestra madre chingada y que nos amó tanto, y de ya no querer ser indios pero seguir cargando su sangre. De tener sangre española pero seguir siendo basura a sus ojos. No es una dualidad de caracteres, es la respuesta a un mundo que negaba su existencia a toda costa, la existencia mestiza. No deambula entre la alegría y la tristeza, el mestizo es un ser triste por naturaleza que a veces se alegra y siempre busca la fiesta para que esa alegría pasajera dure un poco más.
El lugar donde se encuentra más cómodo es aquel donde está menos cerca de sí mismo, y ese lugar sería el presente, porque el pasado es un análisis de lo hecho y lo vivido, y el futuro es un compromiso constante que normalmente está fuera de sus manos, pues siempre depende de la tragedia.
El arquetipo positivo total idealizado de la mujer, renació con la Virgen de Guadalupe. Malintzin es la realidad negada y representa la completa fragilidad del hombre, las incapacidades viriles de una raza. Malintzin no es sólo una mujer, es una derrota total. Es el punto álgido de la esclavitud indígena y es también nuestra madre histórica. México es un país mestizo y todos somos malinchistas al ser sus hijos, pero el aceptarlo sería igualmente reconocer que fuimos resultado de la violación y el olvido, del fracaso y la mentira, de la indefensión. Que nunca fuimos un plan, fuimos un accidente trágico que nos dejó huérfanos de padre y relegados a la abnegación única de nuestra madre, ésa que se acostó con el español y salió escurriendo lágrimas y preñada, cargando por siempre su infidelidad forzada ante los ojos de su hombre indígena castrado y su grito: ¡Ay mis hijos…!
La Virgen de Guadalupe, fue lo que todos deseaban en silencio que fuera Malintzin la madre mexicana. Una mujer respetada, hermosa, digna, adorada, con un rostro de paz por una seguridad de nunca ser violada. No es la contraparte de la Malinche, es su idealización, su añoranza, lo que le faltaba. Simbolizaba el respeto que suplicaba toda una agrupación humana tratada como animal. La Virgen de Guadalupe no es la dualidad de Malintzin, es la evocación de la madre deseada, porque ambas, Malintzin y Guadalupe, amaban a sus hijos mestizos, ambas eran buenas madres y ambas pertenecían a los ibéricos, pero una les pertenecía sexualmente y podía ser tomada en cualquier momento como si no valiera nada, y la otra era respetada, adorada y custodiada en los templos, segura de no ser tocada por la brutalidad de los padres soldados españoles, ya que era protegida por los Padres sacerdotes españoles. Fue de esta forma como la figura del sacerdote ocupó uno de los tantos arquetipos masculinos de padre para el indígena, porque él cuidaba a la madre en su casa, que era la Iglesia. Es así como el cura Hidalgo, lo único que tuvo que hacer para contar con todo un ejército de indígenas, fue sacar a la madre de su hogar y exponerla a la brutalidad conquistadora. Todos los hijos salieron a defenderla con la vida, pues todas las demás madres no pudieron ser defendidas, pero ella, la gran madre añorada, si lo sería. Habían perdido casi sin darse cuenta a la madre Malintzin, pero ya no se descuidarían más, no cometerían el mismo error.
La verdadera dualidad en el modelo materno para el colectivo mexicano, está en la dualidad madre-puta, o santa-puta, que ya fue explicado con anterioridad. La sexualidad es lo único que define esa diferencia. Malinche es la parte real de nuestra historia, ésa que negamos y detestamos, por eso, cuando alguien comete la osadía de hablar de nuestros defectos, o prefiere la compañía de los extranjeros en forma obvia, se le tacha de malinchista, porque nos confronta con esas cosas en las que no queremos pensar.
El malinchismo es una peculiar noción de algo que va en contra del México que nos hemos inventado, pero en realidad no es un concepto perfectamente definido en el colectivo psicológico nacional. Pero la realidad es que todos somos malinchistas porque muy en el fondo, sabemos bien que nuestra interpretación de los hechos es enmascarada y está mal. Negamos al verdadero México sin aceptarlo como es, todos hijos de Malinche.
Entonces la Malinche tendría que ser el arquetipo positivo en nuestra Nación, porque al representar la realidad de un hecho histórico, la verdadera historia emocional de nuestro pueblo, nos daría la claridad en el origen, resultando en algo positivo. Es una máscara y negación suponer a Malinche como la parte negativa. En una participación que tuve en un periódico, escribí: …ese malinchismo que se parece al diablo, porque muchos creen en él, lo mencionan como algo nocivo, saben que está en muchas partes y en muchos de nosotros, pero nadie lo reconoce dentro de sí… Todos realmente somos malinchistas.
Asimismo, la Virgen de Guadalupe no es un genérico intercambiable de la sustancia activa Tonantzin, eso a mi entender es falso de toda falsedad. Sería como decir que adoramos al Dios cristiano porque en el fondo veneramos a Quetzalcóatl. La adoración de la Virgen de Guadalupe fue la recuperación histórica de la madre no violentada a partir del mestizaje forzado y su repetición, ya que la violación generacional fue frecuente, sobre todo en las regiones donde más españoles se asentaron –evidentemente- y las diferencias entre indígenas y mestizos se acentuaban. La mujer mestiza también fue violada…
Como ya relaté anteriormente, el mestizaje conllevaba un poco de mejoras en la calidad de vida con respecto a los naturales –que no es decir mucho- y por tanto, el mestizo trataba de alejarse cada vez más de una de sus raíces, la perdedora. La negación de la parte indígena se enfatizaba y el mejoramiento de la raza era una prioridad de supervivencia… ¡hay que mejorar la raza! Grito inconsciente y constante de un dolor…
Para el nuevo ser y su subconsciente en formación, lo indígena era un fracaso, lo mestizo una orfandad y lo español era éxito, ganancias y poder. La cuestión es que lo español nunca fue mexicano, nunca fue padre y nunca fue justo. Esos fueron parte de los arquetipos paternos. Conceptos que eran extracción de su figura: violencia, olvido, abuso. Ese padre tenía una difusa apariencia real y era más un concepto. Desde entonces el éxito y el poder tienen una implicación de injusticia en estas tierras.
La Virgen de Guadalupe más allá de ser indígena, representa a la madre mestiza, que también fue violada. No es un sustrato de las raíces indígenas y una regresión psicológica a tiempos precolombinos, eso es totalmente falso. Ella fue un fenómeno enteramente de su tiempo, de una realidad en aquellos instantes. Una urgencia a partir de la Invasión. Fue una actualidad brutal contra la madre y una desconcertadora sumisión de los españoles a su figura. Representó a un hispano hincado y pidiéndole perdón a un indio por no haberle creído que su madre existía, que era buena y que era respetable. Tan es mestiza la Virgen, que en los Estados con mayor mezcla es donde se adora más.
Los mexicanos no buscamos una regresión a lo indígena, por el contrario y sabiendo inconscientemente que eso representa un fracaso, procuramos su negación. Lo que buscamos es la aceptación como raza. La paternidad con afecto y no la negación con desdén de un padre que jamás se apareció. La honra de nuestra madre devuelta. Queremos el derecho a la existencia aceptada y completa de nuestra raza y no la sensación de ser sólo basura a los ojos del padre.
Los mexicanos somos hijos de una puta que nos amó como una santa, y de un violador asesino que nos siguió viendo indios aunque su sangre inundaba nuestro corazón. Nos esforzamos por vernos mejor y aún así nunca funcionó. No es que nosotros negáramos al padre, el padre nos negó, y con el tiempo y el dolor, medio aprendimos a negarlo también.
Es por eso que una mujer mexicana al momento de practicar el sexo, se amalincha, pierde su parte Guadalupana, pero aunque sea una puta, seguirá siendo una santa por momentos y siempre podrá redimirse. Y ésa es la misión desconocida y psicológica del hijo mestizo, regresar a su madre Malinche a su estado Guadalupano. Volverla a elevar después de la maternidad, y también conquistar a su padre y reconciliarse con su padrastro. Pero ella no fue la responsable de lo ocurrido, ella únicamente simbolizó la fragilidad más evidente de los indígenas, y que también provoca otra misión inconsciente, recuperar la virilidad a través de ella. Ella es el punto que conecta el reencuentro con el padre y la reconciliación con el padrastro. Es la matriz de cualquier intento de identificación. Cometer abusos similares a los del español sobre su cuerpo femenino y subyugado, es una especie de conseguir tal cosa, de alcanzar a ser padre y volver a ser hombre. ¿Cómo devolverle la virginidad a la madre abusando de su cuerpo? Es una de nuestras muchas contradicciones… El macho es la contrapartida emocional del indígena sometido y castrado, del mestizo ignorado y abusado. En la Guerra de Independencia, el Padre sacerdote y el padre militar se pelearon, pero en el fondo eran uno mismo para el subconsciente indígena y mestizo. Los indígenas han sido el principal punching bag de nuestro devenir y por tanto, cualquier identificación con ellos es una traición a la desdibujada masculinidad envuelta en el machismo mexicano y a la orfandad con la que creció el mestizo.
Es mentira que haya una identificación consciente con algún personaje de la alta alcurnia indígena en los mexicanos. El mexicano no es indígena, aunque se le parezca tanto. El mestizo sabe que es otra cosa y no quiere ser indígena, pero su identificación sí es de derrota con los vencidos naturales, pero es parcial solamente, emocional y no pretendida. Cuauhtémoc por ejemplo, no representa un arquetipo paternal en sí para la nueva raza, representa al padrastro y a la madre, a la india violada y desprotegida por su falta de hombría. El mexicano llora su no ser ni indio ni español a los pies de su madre, que fue la única que reconoció su existencia…
La mujer mexicana fue sometida físicamente por el padre y emocionalmente por el padrastro, y el único vínculo familiar de amor a los ojos del mestizo, eran madre e hijo. Por eso el mexicano nunca quiere romper esa liga. Si se observa la imagen de la Virgen de Guadalupe, se verá perfectamente ejemplificada tal relación. Una madre sola y un niño solo. No son muchos ángeles o querubines, son sólo madre e hijo. El hijo sosteniendo a la madre con su infantil figura y su fragilidad. Es un mestizo sosteniendo a su madre Malintzin para devolverle la santidad. Ambos silenciosos, sin un rostro de expresión o aspaviento, igual que la nación que representan, mudos y solitarios, sin hablar de lo que les ocurrió.
En realidad no existe un sentimiento negativo y claro hacia el padre español en la conciencia del mestizo. No hay nada concreto en la conciencia del mexicano. Convergen muchas emociones y en cada uno es de forma distinta. Algunos de verdad parecen odiar a los ibéricos y otros parecen amarlos. La falta de identidad es la consecuencia de no tener sentimientos definidos y generales. Si fuera verdad que al arquetipo del padre negativo, que fue el español, se le odie por representar la maldad y ser deleznable, habría una forma de cohesión entre las conciencias mestizas y eso derivaría en una clara identidad de odio y orfandad, pero el mexicano no sabe que es huérfano, sólo lo intuye. Todos tendríamos un mismo sentimiento si hubiera conocimiento. Pero la realidad es que el mexicano no ha logrado poner en una dimensión comprensible sus propios sentimientos por la constante negación sistemática de lo que realmente le ocurrió en la Conquista. El mexicano que va al extranjero quiere llamar ante todo la atención, con banderas, gritos o lo que sea, y eso refleja su añoranza de existencia de la que ni siquiera es consciente… El mexicano no debe odiar a su padre español, debe aceptarlo como algo lejano y dejar de buscar patológicamente su amor y aceptación, y sin desconocer la parte de él en sí mismo. Tomar las riendas de su historia y destino sin miedo. Perdonar a la madre y también aceptarla con su carnalidad. Perdonarse a sí mismo no haber podido cuidarla.
Es realidad??? Como mexicano me cuesta trabajo hacerme a la idea de que seamos asi.
Y desde fuera? como nos ven los demas latinos? o podemos decir que somos mas parecidos que distintos?
Es un libro que debemos de leer pues aporta cosas interesantes a la cultura y nos mantiene entretenidos.