Resumen y sinopsis de Los muertos de James Joyce
Una auténtica obra maestra de la narrativa corta contemporánea.
La velada navideña en casa de las señoritas Morkan es el acontecimiento anual por excelencia. El hogar se llena de risas, música y baile para gran disfrute de los invitados y sus anfitrionas. Pero también del quedo silencio de los que ya no están. La memoria de los que nos dejaron llevará a los personajes a recorrer caminos largo tiempo olvidados.
El lector, de la mano de Gabriel Conroy, perdido en el reflejo de la noche blanca dublinesa, asistirá a una epifanía, ya inmortal en los anales de la literatura, que anticipa las técnicas renovadoras que empleó Joyce en Retrato del artista adolescente y Ulises.
Ha participado en esta ficha: Miguel Aparicio
"El aire del cuarto le helaba la espalda. Se estiró con cuidado bajo las sábanas y se echó al lado de su esposa. Uno a uno se iban convirtiendo en sombras. Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida."
Relato corto de James Joyce que plantea un juego simbólico respecto a la vida y la muerte, y de introspección al pasado que reta la memoria y ciertos valores sociales y personales, los cuales se van evidenciando en una reunión de Navidad, en la cual la sutileza de gestos, algunos comentarios algo irónicos y mordaces, el infaltable tema religioso, la evocación de recuerdos a través de la música y una confesión final que surge para trastocar ciertos orgullos y provocar sentimientos encontrados, le dan forma a una historia en apariencia trivial pero que esconde un imaginario propio de Joyce: el alma, la identidad que se esfuma a mundos grises, el pasado que sigue presente, aunque a veces no se comprenda, y lo corta de la vida pero que la muerte parece eternizarla en el tiempo, a través del recuerdo y "la nieve perenne que cae".
Una de las obras más reconocidas del escritor irlandés, forma parte a su vez del ciclo de relatos titulado "Dublineses".
Es una historia en la que parece que no pasa nada... y realmente no pasa nada. Pero... hay un dramatismo encerrado (muy encerrado) en el relato final, sobre todo en el efecto que él mismo causa en quien es destinatario de dicho relato, que realmente pone los pelos de punta y hace que uno se meta dentro de la cabeza de ambos personajes. Si se logra esto, toda la tediosa y densa primera parte queda olvidada, incluso casi justificada. Si no se logra captar ese dramatismo final, es realmente una historia aburrida.