Resumen y sinopsis de Cartas de amor a los muertos de Ava Dellaira
Todo comenzó con un trabajo para la clase de inglés: escribir una carta para una persona muerta.La tarea permanece oculta... como tantas cosas de su vida.
Laurel escribe sobre muchas cosas: cómo se siente empezar la escuela secundaria, lo difícil que es forjar nuevas amistades, cómo es el primer amor, cómo es vivir con padres separados, básicamente lo que significa ser un adolescente. De esta manera, comienza a relacionar las cosas que vivió con su hermana y sus experiencias personales, con las vidas y muertes de estos íconos. Solo de esta forma, Laurel podrá comprender qué le sucedió a May la noche en que murió y solamente así podrá verla y recordarla como la persona que siempre fue: adorable, asombrosa e imperfecta.
Ha participado en esta ficha: ABCG86
Querida Ava: tu novela es un bodrio. Y eso que el título ya apuntaba maneras. Por eso, Cartas de amor a los muertos resulta simplemente una especie de diario siniestro, dirigido a diversos cadáveres famosos, con el que tú, como autora, juegas para justificar las probables (y numerosas) patologías mentales que padece tu protagonista (y que espero que tú no compartas). Todo ello a través de poco más de 350 páginas llenas de música (lo único bueno del libro), drama adolescente del malo, idas de olla y estupideces sentimentalistas para lograr la lágrima fácil ante un público muy poco exigente. Pero conmigo no cuela Ava.
Me he tomado la libertad de llamarte por tu nombre. Pero a partir de ahora seré un poco más seria. Ava Dellaira aparentemente hizo su debut en la literatura con este libro. Y como buena opera prima, la escritora novata comete los clásicos errores de bulto, tanto en la manera de escribir como en la trama que ha compuesto. Para empezar, el estilo de escritura resulta enrevesado y pesado además de poseer una ejecución francamente mejorable. Todo esto se debe a que se apoya en una prosa lenta, tediosa y con un desarrollo lamentable, un lenguaje funcional, aderezado con alguna salida lírica, y unas descripciones bastante básicas que más que ayudar, en más de una ocasión, entorpecen. Y luego están los horrendos personajes. En especial Laurel, la protagonista, culpable de tanta verborrea incansable que no deja descansar a los muertos y con una dinámica familiar que te hace pensar más en un manicomio que en un hogar normal.
No se precisa tener una gran imaginación para saber de qué trata Cartas de amor a los muertos. Y es que en esencia estamos hablando de una serie de cartas en las que Laurel se desahoga y cuenta sus experiencias, recuerdos, frustraciones y demás estupideces que solemos escribir casi todas las chicas cuando tenemos esa edad. Pero haré una sinopsis para situarnos del todo. Laurel empieza un nuevo año escolar. Acaba de cambiar de instituto y le aquejan todos los miedos e inseguridades propios de su edad y su situación. Gracias a un trabajo de clase de literatura, Laurel comienza a escribir cartas a personajes fallecidos tales como Kurt Cobain, Janis Joplin, Amy Winehouse, River Phoenix, Amelia Earhart y otros, en los que nos desvela la difícil situación de su familia tras el divorcio de sus padres y la muerte de su hermana mayor, May. Así que el resto del libro navegamos entre discusiones con padres, nuevas amistades, amores complicados y sentimientos dolorosos que, como el fantasma de May, siempre la acompañan. No voy a desvelar nada para no hacer spoiler. Pero conforme conocía mejor la relación entre las dos hermanas más tóxica me parecía. Laurel ha idealizado tanto a su hermana que May resulta perfecta y ella jamás será lo suficientemente buena. Pero como todo buen libro para adolescentes emocionales, el final es un ejemplo perfecto del “todo acaba bien”. Casi parece que Campanilla o cualquier otra hada buena, agitara su varita y todos los traumas y problemas quedaran en el pasado. Ojalá la vida real fuera tan sencilla de solucionar.
En suma, Cartas de amor a los muertos ha juntado en un mismo libro todo lo que más odio: adolescentes estúpidas y literatura epistolar. Y, pese a que no puedo decir que leerlo haya sido exactamente una tortura, el caso es que toda la estructura argumental deja bastante que desear. Eso sí, si ya tienes unos añitos es probable que recuerdes y vuelvas a disfrutar de las canciones que aparecen en el libro. Y también es posible que te preguntes qué estabas haciendo tú cuando las escuchaste por primera vez. Desde luego escribiendo a los muertos no. Yo disfrutaba (y sigo haciéndolo) de los vivos.