El repaso que el genial periodista realiza sobre la realidad gallega de su tiempo, sin pretender ser exhaustivo, sí cubre, en su conjunto, bastantes caras de la misma. Cada artículo, a pesar de su brevedad, tiene entidad por sí mismo y es el compendio de un problema complejo. Y es que, durante su casi medio siglo de dedicación al oficio, Camba paseó el nombre de Vilanova de Arousa – y, por extensión, el de toda Galicia – por España y buena parte del extranjero. Porque, por encima de cualquier otra cosa, Julio Camba fue eso: gallego cuando viajaba por el mundo y madrileño cuando miraba a Galicia; y todo ello sin dejar de ser siempre la persona inteligente e irónica que escondía aquel hombre individualista y seguro de sí mismo que pudo decir en memorable ocasión: «Mi nombre es Camba».
Tras leer esta antología podríamos afirmar que Julio Camba era más gallego de lo que él pensaba, no tanto por lo poco que escribió sobre su tierra natal sino por el punto de vista general con que analizó el ancho mundo. Su amor a Galicia nunca dependió de esas cosas porque, como él mismo dejó escrito, «hay numerosas maneras de ser gallego, y el serlo por nacimiento es, acaso, la menos importante de todas».
"De Cambados a Villagarcía hay una encantadora carretera de dos leguas que avanza entre playas y bosques. Villagarcía es más moderna que Cambados, más comercial, más elegante. Allí van los trenes y las escuadras. Pero Cambados me parece, en cambio, una ciudad más señorial. Está llena de viejos palacios y de umbrías alamedas formadas por árboles centenarios. Silenciosa y retirada, Cambados está como si sintiera el cansancio de la vida, y yo le encuentro un gran aire de distinción y de nobleza, a pesar de la curia."
Obra que se divide en breves viñetas que describen una Galicia bucólica, rural, en la que el progreso apenas se asomaba con la construcción de ferrocarriles y carreteras para conectar diversas comunidades.
Asimismo, el autor da cuenta de anécdotas personales en sus visitas a la región, la situación con el campesinado, la migración de muchos de sus habitantes en busca de fortuna, sobre todo hacia Buenos Aires, el tema del "regionalismo gallego", la visión del campo y su contraste con la ciudad, el sentimiento que despierta la inmensidad del mar (el cual, para Camba, "no tiene gracia, fantasía ni emoción") en contraste con la tierra ("¿Y la tierra? ¿No es también otra inmensidad?"), el recuerdo de la vieja escuela, de la típica muchacha gallega Carmiña, del arte de tirar bolitas de pan...
Por último, se destaca la forma de ser del gallego: ocurrente, tradicionalista, evocador, trabajador, a veces iracundo ("¡Tú qué vas a decir! ¡Si tú estás en el libro del capitán Portela!"), a veces "peligrosamente inocentes en espíritu".
Un paseo literario por la isla y la ría de Arosa, Vigo, Cambados, San Jorge de Sacos, Villagarcía, Santiago, Lourizán, Puente-Sampayo, El Grove, la original casa de campo "La Caeyra" del marqués de Riestra, entre otros lugares, completan un interesante mosaico plasmado por el autor y periodista español, de incansable recorrido por su región natal y por el mundo.
"De Cambados a Villagarcía hay una encantadora carretera de dos leguas que avanza entre playas y bosques. Villagarcía es más moderna que Cambados, más comercial, más elegante. Allí van los trenes y las escuadras. Pero Cambados me parece, en cambio, una ciudad más señorial. Está llena de viejos palacios y de umbrías alamedas formadas por árboles centenarios. Silenciosa y retirada, Cambados está como si sintiera el cansancio de la vida, y yo le encuentro un gran aire de distinción y de nobleza, a pesar de la curia."
Obra que se divide en breves viñetas que describen una Galicia bucólica, rural, en la que el progreso apenas se asomaba con la construcción de ferrocarriles y carreteras para conectar diversas comunidades.
Asimismo, el autor da cuenta de anécdotas personales en sus visitas a la región, la situación con el campesinado, la migración de muchos de sus habitantes en busca de fortuna, sobre todo hacia Buenos Aires, el tema del "regionalismo gallego", la visión del campo y su contraste con la ciudad, el sentimiento que despierta la inmensidad del mar (el cual, para Camba, "no tiene gracia, fantasía ni emoción") en contraste con la tierra ("¿Y la tierra? ¿No es también otra inmensidad?"), el recuerdo de la vieja escuela, de la típica muchacha gallega Carmiña, del arte de tirar bolitas de pan...
Por último, se destaca la forma de ser del gallego: ocurrente, tradicionalista, evocador, trabajador, a veces iracundo ("¡Tú qué vas a decir! ¡Si tú estás en el libro del capitán Portela!"), a veces "peligrosamente inocentes en espíritu".
Un paseo literario por la isla y la ría de Arosa, Vigo, Cambados, San Jorge de Sacos, Villagarcía, Santiago, Lourizán, Puente-Sampayo, El Grove, la original casa de campo "La Caeyra" del marqués de Riestra, entre otros lugares, completan un interesante mosaico plasmado por el autor y periodista español, de incansable recorrido por su región natal y por el mundo.