Resumen y sinopsis de Distintas formas de mirar el agua de Julio Llamazares
En torno a las cenizas del abuelo, que van a reposar para siempre bajo el agua, dieciséis personas reconstruyen la historia de su familia a la vez que las suyas propias. Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea en la que los mayores nacieron y se criaron antes de verse obligados a abandonarla ante su destrucción inminente a las historias y sentimientos de los más jóvenes, el relato discurre como un flujo sucesivo de conciencia, como un caleidoscopio existencial y poliédrico al que la superficie del agua sirve de espejo. Distintas formas de mirar el agua es una novela sobre el destierro, sobre el paso del tiempo y la memoria, sobre el sentimiento de vinculación a la naturaleza, sobre la impronta que el ámbito rural y natural deja en el corazón de aquellos que alguna vez lo habitaron.
Qué grande es Llamazares diseccionando la realidad de cada uno según su edad, educación, entorno, orígenes. Y qué final tan gracioso y a la vez tan terrible la de esos domingueros que pasan por ahí.
Es una novela sobre el destierro, la memoria y la nostalgia de lo perdido, es una novela dolorosa sobre el desarraigo, sobre la querencia a los orígenes. Es una novela triste aunque preciosa. Las dieciséis personas de la familia que componen esta polifónica constituyen un coro al estilo de las tragedias griegas recalcando el lado trágico de la historia familiar.
Llamazares se inspira del pueblo de Ferreras cuyos campesinos fueron realojados en Tierra de Campos en Palencia donde se construyó un « pueblo de colonización » cuando se completó la desecación de la laguna de la Nava. Y destaca el hecho que cuando la gente pasa de la montaña a la llanura tienen que aprender a mirar porque están perdidos sin puntos de referencia.
Se me ha quedado un poco en un querer y no poder. Mucha nostalgia, añoranza, muy buenas intenciones. Un planteamiento inicial que podría haber dado mucho más de sí pero que se queda en un remover ese agua del que habla el título que es un compartimento estanco que no lleva a ninguna parte. Cada personaje repite el mismo discurso y me han faltado las distintas formas de mirar ese agua. Es un sentido homenaje a una tierra que ya no existe y a una generación a punto de extinguirse pero la novela tenía mucho más potencial.
Leer "Distintas formas...." me ha parecido una deliciosa experiencia. A través de los distintos miembros de una familia se observan las distintas formas de mirar el agua, según quién se sea, en qué momento de la vida se encuentre, o cuáles hayan sido las diferentes experiencias vitales. Agua que, en el fondo, representa a la vida. Me ha maravillado cómo el autor escribe en cada uno de los capítulos de forma tan diferente teniendo en cuenta de quién se trata, hombre, mujer, anciano, joven, hijo, nieto, yerno, novias... Una novela tan sencilla, aparentemente, y tan complicada no sólo de hacer, sino de pensar y estudiar. Las distintas experiencias de los miembros de la familia ante la muerte del cabeza de familia no son las mías, pero pueden serlo, como esta familia puede identificar a cualquier familia del mundo.
Novela aparentemente sencilla en su maravillosa complejidad. Sencillamente perfecta.
Se ve que Julio Llamazares no ha superado el hecho de que su pueblo natal -Vegamián- desapareció cuando él era un niño bajo las aguas del pantano del Porma, en León. De hecho, es un tema muy recurrente en muchos de sus artículos y obras. Los dieciséis testimonios que incluye el libro son dieciséis historias de desarraigo, de dolor, de recuerdos, que retratan el trauma que ha vivido una familia (abuelos, hijos, nietos) por la desaparición del paraíso perdido al que regresan después de muchos años para esparcir las cenizas del patriarca. Emotivo y bien escrito, pero al final me ha parecido un libro triste.
Este libro quizá pueda gustar a las personas a las que les haya sucedido la desgracia de tener que abandonar su hogar por la construcción de un pantano, pero a mi la verdad es que no me ha llegado. En cada capitulo se repite una y otra vez lo mismo, cada personaje dice lo mismo una y otra vez. Libro cansino y repetitivo. Quizá este libro se podía haber escrito de otra manera.
Toda una joya.
A través de una prosa sencilla, parca, escueta y de gran calidad; Julio Llamazares abre la veda a dieciséis personajes para hablarnos de las desolaciones, de los desarraigos, de las injerencias y de las querencias que afectan al ser humano.
"Al final va a ser verdad que todo se reduce a unas imágenes, a unos paisajes que nos marcaron, a unas personas que nos acompañarán por siempre incluso cuando ya no estemos en este mundo para recordarlas."
Con ella se hace verdad el dicho de que "menos es más".
Pura ambrosía literaria.