Resumen y sinopsis de Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Continúa en este tercer volumen de la trilogía la historia que empezó en 1944, cuando Elena y Lila nacieron en un barrio pobre de la ciudad de Nápoles. Lila vive en un barrio miserable, entre cuatro paredes húmedas donde comparte lo poco que le proporciona su salario de obrera con su hijo y un amigo, pero su ingenio no ha mermadosolo se ha transformado en rabia. Es este odio hacia sí misma y lo que la rodea lo que la llevará a capitanear las revueltas en la fábrica, a negarse a una convivencia pacífica y modesta con su compañero, a claudicar. Elena, en cambio, ha continuado con los estudios e incluso ha escrito una novela. Ahora vive entre Nápoles y Pisa, y es novia de un profesor de la Universidad de Florencia. Así, a primera vista, nada une ya a las dos amigas, pero el barrio de Nápoles donde fueron niñas aún las reclama, las viejas costumbres las devuelven a un tiempo que ya se fue, y lo que han ido haciendo con su cuerpo se cobra su precio.
El tiempo pasa por Lila y Lenu. Todo cambia, los caminos divergen, pero algo sigue uniéndolas. Adultas y con hijos, con una historia difícil cada una a sus espaldas, las “deudas” del cuerpo pueden ser tanto esa descendencia, la maternidad que deja en ellas su huella, como aquella pasión de juventud nunca extinguida del todo, que acabará cobrándose lo que es suyo. O bien la frágil salud de un cuerpo sometido a una férrea voluntad, pero también a todo tipo de penosos avatares. El tiempo pasa y la vida lleva a situaciones que nunca se hubieran sospechado posibles, a improbables alianzas con tal de sobrevivir; incluso los Solara, villanos ocasionales y testimonio de ese poder inmenso del dinero, la usura y los negocios turbios, sorprenden con facetas de sí mismos que los humanizan.
El contexto político y social de la la Italia de finales de los 60 afecta, ahora sí, a las dos amigas de modo directo. La alta burguesía se ve cada vez más cuestionada, limitada su capacidad para cambiar las injusticias de raíz, lo mismo ocurre con la academia, donde lo político sustituye lo erudito y humanístico. La convención del matrimonio se desmorona por el papel de la mujer, cada vez más consciente de sí y de la dominación a manos del hombre, rebelándose contra su estado de postración gracias a los ecos de la revolución sexual y del mayo del 68. El ambiente intelectual de los estudiantes, acomodados y de buena familia, que juegan a la revolución, se encuentra con las luchas obreras que amenazan con un estallido social, reivindicativas de mejoras para sus penosas condiciones laborales. Fascistas e izquierdistas radicales se enfrentan en plena calle, el terrorismo y la violencia política surgen cual alternativa mucho más expeditiva que las urnas.
Semejante contexto, el de un mundo (el de los anticonceptivos o la incipiente informática) que parece colapsar o cambiar sin remedio, es el de una ciudad (Nápoles) que se cae igualmente a pedazos. Lenu sabe que ha estado toda su vida “llegando a ser”, peleando por algo que acaba revelándose como una mentira o autoengaño, una aspiración a ser parte de la élite que llega demasiado tarde. Por primera vez, está dispuesta a actuar por sí misma y hacer lo que le dicta el corazón, incluso tratándose de una gran insensatez. Tras su escritura, fuertemente cuestionada, alabada por moderna o denostada por escandalosa, los temas tabú de su novela sólo ocultan a una persona siempre necesitada de la aprobación ajena, perteneciente a ninguna parte y condicionada por la vivencia del barrio, por la profecía autocumplida de la cojera materna.
Todo lo contrario que Lila, presencia siempre vedada por la mirada de quien narra, pues solamente tenemos acceso a una de las versiones de la historia. Una persona seguramente muy vulnerable que no expresa lo que lleva dentro, cuya increíble fortaleza y recursos son obligados por las circunstancias. A veces nos gana por entero esta superviviente, a ratos nos resulta aborrecible en su descarnada sinceridad. Sospechamos de posibles problemas psicológicos y traumas sexuales, o bien es alguien que simplemente no encaja, que escribe la vida con sus propios y brutales trazos. Cuando Lenu va, Lila ha vuelto, y una vez más, el triunfo de una de ellas parece significar la sumisión o la ruina de la otra.
Sigue siendo esta tercera novela, en su prosa sencilla, febril, nada más (y nada menos) que el intento de desenredar el núcleo de sentimientos contradictorios que es la amistad de dos mujeres.
Después de leer los dos anteriores libros de esta saga, me parece que en este se nota una diferencia notable en cuanto a la historia de las dos amigas, ya que deja de ser solo un relato costumbrista ubicado en Nápoles y se convierte en una historia más interesante en donde ya se incluyen aspectos más ideológicos y la trama se vuelve más interesante, definitivamente mucho mejor que los dos primeros para mi gusto.
Buenísimo y de momento es el que más me ha gustado de los tres. Aunque todos son excepcionales. Voy a por el cuarto y último, con pena porque se termina la tetralogía.
Esta tercera entrega de la saga dos amigas se vuelve totalmente adictiva a mitad del libro, he leído las últimas 200 páginas sin pestañear. Aunque hay un momento en la novela que, para mi gusto, baja mucho el ritmo. Merece la pena seguir. Ya tengo delante "la niña perdida". Deseando saber más de Elena Greco.
La autora nos sigue deleitando con la historia de estas dos "amigas" que van hilando sus vidas por separado pero sin cortar el nexo que las mantiene unidas. Esta tercera parte es la que (por ahora) me ha mantenido más enganchada a la lectura. Totalmente recomendable y con muchas ganas de comenzar la cuarta.
A este punto, en la tercera parte de la saga ya se conocen los lazos de todos y cada uno de los personajes, sus afectos, sus carencias, sus tropiezos y fortalezas y, sin embargo, aquí sorprenden nuevos desencuentros, nuevas confesiones y hasta silencios inesperados. Ellos aparentan estar claramente definidos pero en cada capítulo tienen la habilidad de generar lo inesperado.
Como las anteriores la he leído con avidez. Pensaba que con esta última novela se terminaba la historia de las dos amigas pero afortunadamente no ha sido así. La autora deja la puerta completamente abierta para una siguiente.
Las deudas del cuerpo refleja la lucha por los derechos de los trabajadores y los movimientos estudiantiles y sociales de la década de los 60 y la particular lucha de las dos protagonistas por huir de la miseria. Lina ES, no tiene más que ser ella misma con su magnetismo e inteligencia para conseguir lo que desea, mientras que la constante e insegura Lenú se ha de esforzar, ha de trabajar concienzudamente y actuar como se espera que sea. Igual que en la infancia.
Me encanta como caracteriza a los personajes esta escritora. Tanto a los principales como a los secundarios, cierras el libro con la sensación de que los conoces a todos ellos.
Aunque esta tercera entrega la he encontrado algo más floja que las dos anteriores, ya estoy deseando leer la cuarta.