Resumen y sinopsis de El jardín de la memoria de Lea Vélez
«Fue un otoño extraordinario. El otoño en el que tú me enseñaste a vivir y yo te enseñé a morir. Durante la última aventura, filosofamos, investigamos, leímos las viejas cartas de tu hermano Stephen. Las cartas que relatan una época y un pasado familiar. Gracias a una antigua foto en un sobre con matasellos de Sheffield, encontré respuesta a la dudosa paternidad de Gill. Me encanta hacer de detective. Las cosas de Stephen siguen en la buhardilla, metidas en sus cajas de bombones y a veces las saco y releo una poesía del cuaderno infantil. Allí, en la Inglaterra de 1957, estaban las respuestas y mientras yo escribía este Jardín transcribiendo cartas amarillas por el tiempo, tú lograste perdonar. Pienso en la sonrisa del otro protagonista de este relato: Francesc Boix. Te fascinó la vida del republicano español, testigo de Nuremberg, fotógrafo de guerra. Yo te contaba sus hazañas, que están en esta novela y que no sé si es novela porque todo lo que se cuenta en ella sucedió de verdad. Ese verano volvimos a Malmesbury. Tenías razón. No existe un lugar con más encanto en Inglaterra. Los niños se disfrazaron de caballeros y cruzaron aceros de plástico en los jardines de la abadía. Hicimos un pic-nic. Entre saltos, tumbas de piedra, juegos y merienda, esparcimos tus cenizas bajo un roble centenario. Entro de nuevo en este otro jardín, El jardín de la memoria, ojeo sus páginas, riego con cuidado el primer beso que nos dimos y ese último que a veces es como el primero de un nuevo cariño real, invisible. Ahora estás hecho de un aire que empuja con constancia mi columpio. Subo y bajo, y veo más allá de los campos y de los tejados, entendiendo cómo hay que vivir. Tres años después de aquel otoño extraordinario, me siento plena, sabiendo que ganamos y que había que contarlo. Para demostrar lo que digo, aquí está nuestra historia.»
En el libro "Shangri-la. El elixir de la eterna juventud" de Fernando Sánchez Dragó que he leído hace unos días, el veterano escritor hace un gran elogio al libro "El jardín de la memoria" de Lea Vélez que, por lo inverosímil que me resulta, después de leerlo y releerlo, me permito reproducir aquí: "La enfermedad como tema y la lectura como terapia. Acabo de leer otro libro, excelente, que guarda relación con la salud. Es de Lea Vélez y se titula El jardín de la memoria. Se trata de una novela egográfica —mi género favorito— en la que la autora, hija de mi viejo amigo Carlos Vélez, evoca con buen pulso narrativo el calvario personal y familiar, transformado y trascendido por arte del amor en subida al Monte Carmelo, al que la condujo la enfermedad y muerte de su esposo a causa de un cáncer que resultó letal. Tenían dos hijos de corta edad —Michael y Richard— y un largo futuro por delante bruscamente interrumpido en su andadura. En las dos primeras páginas del relato, que es un álbum de hermosos y tristes recuerdos, una esquela sin orla fúnebre, un testimonio de amor, una denuncia de las carencias del sistema sanitario español y, por extraña que la definición resulte, un canto de vida y esperanza, se repite esta frase: «¡Hola! Me llamo Lea y mi marido se está muriendo». Y, en la última página, unas líneas de salutación y adiós: «Michael, este jardín es para ti. Richard, este jardín es para ti. Como eras muy pequeño, no tendrás más recuerdos de papá que los momentos que yo pueda regar en tu memoria. No se puede atrapar la frescura de una flor entre las páginas de un libro, sólo una sombra de su belleza. Por suerte, los escritores sí que podemos atrapar los sentimientos. Incluso el aire». El jardín de la memoria se suma al ya largo catálogo de la enfermedad convertida en fuente de inspiración literaria...". Por mi parte, sólo puedo decir que este libro que ha escrito Lea Vélez, documentando el dolor para luego contarlo (esta historia en manos de Rosa Montero o de Carmen Amoraga, por mencionar a dos novelistas que han tratado de un modo magistral el tema de la muerte de un ser querido en sus obras, habría gozado de más desarrollo y profundidad), recopilando recuerdos de infancia, retazos de aventuras, antiguas fotografías, memorias de los que se fueron e historias de lugares que evocan tiempos felices, me ha resultado bastante simple y de poca calidad. De 2.