Resumen y sinopsis de Los huevos fritos de Iker y otras anécdotas inéditas de La Roja de Joaquín Maroto y Javier G. Matallanas
«El 22 de junio de 2008 fue el día que cambió la historia del fútbol español. Ese día se superó la maldición de los cuartos de final. Pero antes de jugar la semifinal ante Rusia quedaban unos días. Concretamente al día siguiente de pararse dos penaltis en la tanda (a De Rossi y a Di Natale), Iker Casillas no se tomó el día libre como todos sus compañeros. Iker Casillas se quedó a pasar el día de libranza con el cuerpo técnico, cuerpo médico y resto de operarios de la Selección. El héroe no salió del hotel.
Luis Aragonés le concedió el privilegio de elegir menú el día después de acariciar la gloria. “Capitán, ¿qué quiere que comamos?” El docotor Candel era muy estricto con la alimentación. Había una cierta dictadura de la báscula y del porcentaje de grasa. Estaban todos, muy, muy finos («¡Un kilo es la diferencia para ganar un balón dividido a los alemanes!», repetían los ayudantes de Luis a los jugado-res para mentalizarlos). “¿Puedo pedir lo que sea, Míster?”, le contestó Casillas mirando de reojo al doctor Candel, a quien todos los internacionales le pusieron el cariñoso mote del «Doctor Hambre» por su inflexibilidad en el menú. “Lo que usted le apetezca, Iker”. Y el capitán de España pidió por esa boquita: “Quiero jamón ibérico y huevos fritos con patatas fritas.”»
