Resumen y sinopsis de Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos
En la sórdido y desalentado recorrido de Tiempo de silencio (1962), una obra que transformó para siempre, elevándolas y abriéndolas al mundo, las aspiraciones de la novela española, se pueden admirar tanto el contenido intelectual como la técnica narrativa y el estilo, inspirados en muy heterogéneros modelos clásicos y contemporáneos. Al igual que en el Ulises de Joyce, la descripción de una ciudad contiene también la visión cultural del país: la acción narrativa sirve de soporte a soloquios, disgresiones y descripcions que presentan un panorama de la historia española desde la Edad Media. La obra más celebrada de su autor, el escritor Luis Martín-Santos.
Genial, innovadora, simplemente Literatura.
Podría alargarme muchos reglones alabando su forma, su escritura, su narrativa... Pero no añadiría nada.
Solo eso: Literatura, así con mayúsculas
Es una fantástica novela sobre el descenso a los barrios bajos de la posguerra española.
Efectivamente es una novela de un lenguaje profundo y retorcido que cuesta entenderlo en una primera lectura. Hasta ahí estamos de acuerdo, pero eso no es problema del autor sino del lector. Pienso que para avanzar literariamente el lector se tiene que atrever a leer este tipo de obras para ir avanzando. El argumento es simple. Es cuando narra la historia propiamente dicha cuando el lector comprende mejor el lenguaje del autor. Solo cuando hace esos monólogos interiores el lenguaje se vuelve rebuscado. Salta de un pensamiento a otro sin ninguna continuidad argumental. Son relámpagos lingüísticos, un libre albedrío intelectual sin conexión unos con otros, pero que reflejan perfectamente el estado psíquico del personaje. La concatenación de pensamientos de los distintos personajes en una misma escena diversifica tanto la escena que a veces el lector se pierde. Pero es una manera real de visionar una escena vivida por distintos personajes al mismo tiempo. Aquí no hay linealidad de pensamiento; primero uno, luego otro... la misma escena se vive al mismo tiempo por todos los personajes.
La leí en mi adolescencia, digamos que hace mucho. Me dejó indiferente. He vuelto a enfrentarme a ella, con más poso y muchísimas más lecturas entre mis ojos. y me ha vuelto a decepcionar. Si una de las razones de todo escritor, si uno de sus objetivos ha de ser el de comunicar y dar traslado de una historia, no puedo entender estos ejercicios de soberbia que se esconden tras el uso del lenguaje tal y como lo hizo Luis Martín Santos. Luego me querrán vender la burra de que fue una innovación en la novela del S XX y tal y tal. Y vendrán los snobs y los listillos de turno a decir que se trata de una obra capital. Allá ellos. Para mí sigue siendo un tocho insufrible, un verdadero aburrimiento, un constante tormento párrafo tras párrafo. Seguro que alguno piensa que soy un pobre imbécil y que no estoy hecho para las mieles de la alta cultura. Tal vez tenga razón. Que vamos a hacerle.
El estilo narrativo es barroco y enrevesado, lleno de léxico rebuscado, neologismos, vocabulario técnico, descripciones interminables... pero es precisamente esto lo que le confiere a la novela un aire "único" que, en mi opinión, ayuda a poner en valor una historia relativamente convencional, aunque con un contenido que va mas allá del argumento: el contraste social en el Madrid de la posguerra, el precario estado de la investigación en España en aquellos años (esto no ha cambiado demasiado), los ambientes sórdidos... La profusión de recursos narrativos que utiliza Martín-Santos es puro deleite para el lector. La novela está considerada como un hito dentro de la escena literaria española de la posguerra y creo que aún a día de hoy mantiene ese aura "experimental" que la hace merecedora del calificativo de atractiva.
Un libro que me ha parecido algo tedioso, quizá por mi escaso interés y conocimiento de aspectos médicos y biológicos que aparecen en la novela; no obstante, hay algunos pasajes que me han llamado la atención por la manera en que están escritos, sin ser estos salvoconducto para decir que me haya gustado.
Complicado y difícil.
La cogí, leí unas hojas y la dejé (me costaba trabajo realizar una lectura fluida). Después volví a cogerla y no avancé gran cosa: volví a dejarla con pesar porque decían que era buena (me suelo fiar de opiniones que considero más entendidas que la mía, indocto como soy en esta materia y en cualquier otra) y yo no prosperaba en su entendimiento. Pasaron algunos años y ahí seguía ella en el anaquel, altiva y taciturna a dejarse leer; sin embargo, ahí estaba yo, cabezón a dejarme vencer (ya te pillaré cuando más desprevenida estés tú -a la novela me refiero- y yo mejor dispuesto) y pendiente de volver a retomarla. A primeros de año, entre una lectura recién acabada y la siguiente en sus primeras páginas, como el que no quiere la cosa, como quien realiza un gesto más de entretenimiento que de verdadero interés por acometer su lectura, abrí de nuevo sus páginas y, ¡Oh, maravilla!, ahora sí, el milagro se produjo. Me enganchaba y me llevaba asombrado y contento por sus páginas..., pero volví a dejarla: me pareció tan buena y la había tomado un poco al desgaire que pensaba que así, a salto de mata, con otra lectura iniciada, no era digna de leerse; la obra era estupenda y requería toda mi atención y yo quería dársela. Terminé lo que estaba leyendo y fui demorando, ahora con gusto, el momento de cogerla (demasiadas lecturas pendientes) hasta que por fin llegó el día y a ella me apresté como quien va a una cita: con toda la ilusión puesta porque sabía que ya no me fallaría ni yo a ella. Fue una alegría leerla, un pequeño crecimiento. Nuevo lenguaje, nuevas imágenes, disgresiones, frases complejas pero estimulantes, párrafos-oración buenísimos (como ese en que, para describir la poquedad y la desgracia del Madrid de la posguerra, comienza con una oración comparativa que deja en suspenso, con una coma, para terminarla, a partir de otra coma, con una alusión a la falta de catedral después de 40 o 44 líneas de concisas referencias sociales, históricas, administrativas, políticas y geográficas entre otras), esas palabras inventadas y toda esa nueva forma de escribir. También un estupendo retrato de una parte de la sociedad madrileña (y en general de la sociedad española) de la época.
Para mí, totalmente recomendable; aunque creo que no es una lectura que se deje leer sin exigir esfuerzo y concentración en ella. Esa novela tal vez no sea una flor, sino una semilla.
Uno de los libros que más innovó en la década de los 60 de la literatura española.
A algunos su estructura y su lenguaje les puede parecer complejo; pero a mí me cautivó.
La historia de Pedro, ese científico que pretende estudiar el cáncer con ratones que le proporcionan en un poblado de chabolas, y que se ve implicado en un supuesto aborto, me interesó.
También se hizo en su día una película de ella; pero yo me sigo quedando con la novela.
Una lectura que precisa atención y concentración, de lenguaje denso y ritmo poco fluido, pero que por ello no resulta altamente interesante. Estudio de la realidad socio-cultural española a través del realismo dialéctico, penetrando en todos los estratos de la sociedad. Muy recomendable.