Resumen y sinopsis de Las ataduras de Carmen Martín Gaite
Los protagonistas de estos siete relatos coinciden en el sometimiento que tienen a su realidad social, familiar o económica. Es algo que los ata y que no sienten como propio pero de lo que no pueden dejar de participar. Siete magníficos retratos de la vida cotidiana y de los conflictos de identidad del ser humano y de una época. Como ejemplo, en “Un alto en el camino”, una mujer que viaja en tren, acompañada de su marido y del pequeño hijo de éste, aprovecha una breve parada en la estación de Marsella para ver a su hermana y poder desahogarse. En “Lo que queda enterrado”, la muerte de una hija hace que un matrimonio se distancie y que no haya entendimiento emocional entre los dos…
Las ataduras, es decir, los vínculos que unas personas asumen con otras, mejores o peores, de los que no nos podemos o queremos librar, son el gran tema de este primer libro de relatos de la autora, en el que despliega una enorme capacidad descriptiva de ambientes, de estados de ánimo, centrándose a menudo en personajes femeninos. En la narración homónima, las ataduras mutuas entre una hija y un padre que anhela tenerla siempre a su lado centran la trama, en un entorno rural idealizado y muy vivamente plasmado, también opresivo, pues el intento de evadirse resulta frustrado; la colisión entre mundos (el de un pueblo gallego, el de la bohemia parisina), la presencia próxima de la muerte, la comunicación humana como don que permite sortearla y retrasarla… anticipan temas recurrentes. “Tendrá que volver” nos pone ante la dependencia mutua entre un niño deseoso de contacto humano y una madre que le sobreprotege; genial inmersión en la psicología infantil, otra vez la muerte interpuesta entre los vivos, una afectividad que hace más daño en su intención protectora… en el contexto de una familia de buena posición, de la superioridad de clase, desmoronándose su tranquilidad. “Un alto en el camino” va de un viaje en tren interrumpido, una ruptura de lo ordinario cual breve iluminación; relaciones de pareja difíciles de entender vistas desde fuera, diferentes modelos de mujer (una subordinada, otra liberada y mal vista), una de ellas asumiendo unas obligaciones maternales que no le corresponden… la conclusión, una oportunidad perdida, un futuro muy desalentador.
“La tata” es la minuciosa descripción de una empleada del hogar al final de su jornada diaria, de su inocencia (casi niñez) y sus miedos; nuevamente una mujer cuidando a niños ajenos, una familia adinerada y con clara conciencia de las jerarquías, frente a la perspectiva humilde de ella, su buen carácter y comprensión, sin horizontes más allá de su penosa tarea. “Lo que queda enterrado” adopta forma de viaje a la deriva, una necesidad de escapar de la cruda realidad cotidiana, la de una pareja herida por la pérdida, atrapada entre el pasado y el futuro, cuya disparidad de carácter lleva a un enfrentamiento entre una perspectiva estoica de la vida, de asumir las cosas como vengan, frente a otra más inconformista, neurótica y necesitada de sueños e ilusiones (cierto componente fantástico y onírico asoma). “La conciencia tranquila” puede insertarse en la literatura social del momento, sobre pobreza y (peor aún) desamparo, muchachas al borde del abismo, una situación extrema que delata la enorme distancia entre desfavorecidos y privilegiados (ante los remordimientos, estos últimos miran para otro lado); impecable construcción del relato y manejo de la atmósfera (con importancia de la lluvia y el clima). Por último, “La mujer de cera” es un cuento de terror que ahonda en los complejos de culpa en un matrimonio erosionado por los problemas del día a día, en un hombre que prefiere no ver sus propios errores y su vileza, cómo esto estalla un día en forma de desaparición (de su esposa) y de aparición de una mujer monstruosa que encarna su soledad, sus miedos más profundos.
Siete relatos que hablan del amor y de sus ataduras. El amor de padres a hijos, de pareja, etc. Vínculos que, de buen seguro, Walter Riso o cualquiera de los gurús actuales de autoayuda calificaría de tóxicos o poco sanos y que la autora sabe describir con la minuciosidad de un retratista de la época. Totalmente recomendable. Me ha atrapado a pesar de que no suelen gustarme los relatos cortos.