Resumen y sinopsis de Monasterio de Eduardo Halfon
«Tel Aviv era un horno. Nunca supe si en el aeropuerto Ben Gurion no había aire acondicionado o si ese día no estaba funcionando o si tal vez alguien había decidido no encenderlo para que así los turistas nos adaptáramos rápido a la pastosa humedad del Mediterráneo. Mi hermano y yo estábamos de pie, agotados, desvelados, esperando a que salieran nuestras maletas. Era casi medianoche y el aeropuerto ya no parecía aeropuerto. Me extrañó notar que algunos pasajeros, también esperando sus maletas, habían encendido cigarros, y entonces yo también saqué uno y lo encendí y el humo amargo de inmediato me refrescó un poco. Mi hermano me lo arrebató. Soltó un suspiro de humo entre indignado y rabioso y murmuró alguna injuria mientras se secaba la frente con la manga de su playera. Ninguno de los dos quería estar allí, en Tel Aviv, en Israel.»
Así arranca "Monasterio", la obra más reciente de Eduardo Halfon: un viaje conmovedor e intenso a las orillas bíblicas del mar Muerto, a las profundidades más oscuras de la identidad, de los orígenes, de la intolerancia, del enajenamiento religioso, de los límites y las ficciones del hombre para alcanzar la salvación. Así arranca esta nueva pieza de una constelación literaria iniciada con "El boxeador polaco" y seguida de "La pirueta", un proyecto narrativo en proceso que el periodista Suresh Menon calificó como «uno de los más emocionantes experimentos literarios en curso».
Me resulta inexplicable que en menos de 8 líneas repita las mismas palabras en más de 3 ocasiones ¿pretendía iniciar un estilo? No es eso lo que deja huella. Saramago, por ejemplo, puede escribir 3 o 3 mil páginas sin un solo punto ni coma pero sus libros son inolvidables, y lo relees por su lenguaje, por el contenido y por ene cualidades irrepetibles.
amaya pujana levyMonasterio5.5
Leo "Monasterio", el último libro que Eduardo Halfon Tenenbaum escribe, de forma autobiográfica, en primera persona aprovechando el desplazamiento de toda su familia a Jerusalén para asistir a la boda de su hermana. Así, el escritor, con un rico léxico guatemalteco ("voté", "el vuelto" del dinero, "jalándome", "la playera", "personas fachudas", "jalones"...) y manejando palabras escritas en hebreo y yídish, con una narrativa tan descriptiva que permite imaginarse las escenas como si se trataran de una fotografía y con imperceptibles y continuos saltos en el tiempo, me acerca a las tradiciones de la comunidad judía ortodoxa, al shabát, a la jeshivá y a la vida de su abuelo, un sobreviviente de Auschwitz con el código tatuado 69752, que junto a otros judíos, salvó la vida "cautivos de otra lengua y de otros rezos, de otra vestimenta y aún de otra identidad". A pesar de pequeñas redundancias en la narración (como si el escritor no se acordara de que ya lo había relatado antes), la obra es contemporánea, sólida y, para nada, incómoda.
Olvidable.
Me resulta inexplicable que en menos de 8 líneas repita las mismas palabras en más de 3 ocasiones ¿pretendía iniciar un estilo? No es eso lo que deja huella. Saramago, por ejemplo, puede escribir 3 o 3 mil páginas sin un solo punto ni coma pero sus libros son inolvidables, y lo relees por su lenguaje, por el contenido y por ene cualidades irrepetibles.
Leo "Monasterio", el último libro que Eduardo Halfon Tenenbaum escribe, de forma autobiográfica, en primera persona aprovechando el desplazamiento de toda su familia a Jerusalén para asistir a la boda de su hermana. Así, el escritor, con un rico léxico guatemalteco ("voté", "el vuelto" del dinero, "jalándome", "la playera", "personas fachudas", "jalones"...) y manejando palabras escritas en hebreo y yídish, con una narrativa tan descriptiva que permite imaginarse las escenas como si se trataran de una fotografía y con imperceptibles y continuos saltos en el tiempo, me acerca a las tradiciones de la comunidad judía ortodoxa, al shabát, a la jeshivá y a la vida de su abuelo, un sobreviviente de Auschwitz con el código tatuado 69752, que junto a otros judíos, salvó la vida "cautivos de otra lengua y de otros rezos, de otra vestimenta y aún de otra identidad". A pesar de pequeñas redundancias en la narración (como si el escritor no se acordara de que ya lo había relatado antes), la obra es contemporánea, sólida y, para nada, incómoda.