Resumen y sinopsis de Los patitos feos también besan de Jane Green
Jemima Jones está gorda, muy gorda. Sus delgadas compañeras de piso la tratan como a una criada y su maravillosa, delgadísima y guapísima jefa en el Kilburn Herald, mucho más tonta que ella pero mejor pagada, actúa como si Jemima fuera su sierva. Si a esto le sumas que está loca por su encantador, sexy e inalcanzable colega Ben, la conclusión es que la vida de Jemima necesita un cambio. Cuando conoce a Brad por Internet le llega la oportunidad de reinventarse: será la felina, guapa, gimansio-adicta y glamourosa JJ. Su Romeo a larga distancia no tarda en pedirle una cita....
Han participado en esta ficha: LauraDguez bclaudia
Insípida y estúpida, Los patitos feos también besan, es el prototipo de novela tóxica que no sirve ni para calzar una mesa. Y es que, incluso si la ubicamos en su contexto temporal y cultural (la novela fue publicada a finales de los 90) resulta desagradable y abusiva, por mucho que te lo intenten vender como una pintoresca historia de empoderamiento femenino.
Jane Green, posible seudónimo de la autora ya que le dará vergüenza admitir que ha escrito esta bazofia, es una pésima escritora. Aunque siendo justos, la trama tampoco acompaña. De todas formas, Green tiene un estilo de escritura excesivamente simple, caótico y poco atractivo en general. Su prosa es dinámica aunque vulgar, el lenguaje, estrictamente funcional y las descripciones casi que serían mejor que brillaran por su ausencia, porque las que están presentes dejan bastante que desear. Pero, como en cada novela rosa de mala calidad, son sus personajes los que se llevan la palma. Y entre tanta aberración ficticia destaca, y con creces, la protagonista del relato cuyo nombre da título a la novela en inglés, Jemina Jones. Decir que es horrible es quedarse muy corta y ser increíblemente generosa. Simplificada hasta poder dibujarla con solo un par de rasgos muy comunes, Jemina es un personaje insufrible que consigue hastiar al desprevenido lector que esperaba una heroína a la altura y se encuentra con este sucedáneo espantoso.
Anteriormente he calificado a esta historia como “tóxica” y ahora veréis por qué. La trama de Los patitos feos también besan, es asquerosamente simplista y bastante imbécil. Y es que seguimos a Jemina Jones cuya principal característica es la de ser muy gorda. Haré aquí una primera puntualización, puesto que aunque Jemina pesa casi 100 Kg por la forma de describirla me había imaginado a alguien con 200 o más kilos. El caso es que Jemina que trabaja de columnista en un periódico local está locamente enamorada de su compañero Ben, el “Don perfecto” de la oficina. Obviamente es un amor unilateral, porque como todo el mundo sabe (y ¡ojo! Estoy siendo sarcástica) a ningún hombre en su sano juicio le gustaría una mujer gorda. Después de un arcaico curso sobre la utilización de internet (recordad que se publicó en 1998) Jemina se pone en contacto con Brad, un guapísimo californiano, del que acaba prendada. Con la intención de poder ir a verle (y tras algún que otro engaño que no voy a desvelar) Jemina decide adelgazar, apuntándose a un gimnasio y comiendo cantidades irrisorias de ensalada. Con esa dieta “tan sana” logra adelgazar más de 40 kg en el tiempo record de 3 meses, convirtiéndose en una belleza rubia. Y hasta aquí puedo desvelar, que no es cuestión de ir soltando spoilers. Ahora bien, lo que sí puedo contar es que este libro ahonda en el consabido tándem de sinónimos obesidad = fealdad / delgadez = belleza, siendo ilustrado con la “preciosa” frase de “conforme perdía kilos, la belleza de Jemina iba emergiendo” ¿Entendéis ahora por qué digo que es un libro repugnante? La protagonista conforme se desprende de la grasa, también va perdiendo masa encefálica convirtiéndose en una tonta de manual pretenciosa, superficial e inaguantable a la que, curiosamente, las cosas le salen bien por… no sé… ¿por qué es delgada? La lección, queridos niños está clara, tu vida será horrible si eres gorda. Fin. Y eso por no hablar de cómo termina esta historia que solo deja en el lector, alivio y una sensación de haber sobrevivido a alguna catástrofe. El desenlace es estúpidamente feliz, aunque da la sensación de que se ha resulto con precipitación. Y lo más divertido de todo es que después de tanta toxicidad sobre el aspecto físico (en serio, la descripción de Los Ángeles en este aspecto no tiene desperdicio) al final la autora se saca de la manga un epílogo (media página) intentando infundir una visión más realista sobre el cuerpo de Jemina y difundir un mensaje muy corto (la última frase) sobre la importancia de la autoestima, de controlar nuestra vida y de hacer que las cosas sucedan. Me parto de risa.
En suma, Los patitos feos también besan, es una enorme pérdida de tiempo que solo te darán ganas de deprimirte al comprender que, incluso sin el peso, eres más parecida a Jemina gorda que a la arrolladoramente guapa, tonificada y segura de sí misma que es Jemina delgada. Eso sí. Me queda el consuelo de que yo soy real y que al ser un patito feo, como reza el título, yo también puedo besar. Aunque para evitar contagios de virus extraños… casi que no.
Pues a mí me gustó, me lo pasé bien leyéndolo. Es tipo comedia romántica previsible y llena de tópicos, pero entretiene.