Resumen y sinopsis de 37 lápices de grafito de Fernando Gómez Mancha
Alejo duerme en su nuevo colchón casi veintidós horas seguidas, sin moverse ni una sola vez en todo ese tiempo. Apenas dos o tres minutos iniciales para encontrar la posición y se produce el reencuentro añorado con el confort, que le sumerge en un estado de profundo letargo. Las horas de sueño le han resultado eternas y se despierta completamente descansado y alerta. Los rayos de sol acaban de penetrar por el tragaluz y Alejo los saluda como cada mañana. Enciende el flexo, lo coloca en alto, sobre la tapadera del inodoro, coloca una manta en el suelo, junto a él, se pone el abrigo y los zapatos, coge uno de los dos cuadernos y todos los lápices de grafito y se sienta sobre la manta, apoyando la espalda en la pared. Observa el puñado de lápices que sostiene con ambas manos, de distintas durezas, de variados grosores, de diversas longitudes; unos viejos, otros nuevos, unos mor-disqueados (¡ay, Ariadna!), otros sin punta, unos escolares, otros técnicos, incluso hay un par de lápices de carpintero, y es que, piensa, «en la variedad está el gusto». Se pregun-ta por la razón de tantísimos lápices, de por qué lápices en lugar del bolígrafo que él pidió, de por qué no han sido tres o cuatro los que le trajera Elías, y no más, y entonces le da por contarlos: treinta y seis. Y los cuenta de nuevo: treinta y siete. ¡Vaya! Por tercera vez: treinta y siete. Treinta siete lápices de grafito.