Resumen y sinopsis de La camarera de James M. Cain
Tras el fallecimiento de su marido en un extraño accidente automovilístico, la joven y hermosa viuda Joan Medford se ve obligada a aceptar un empleo como camarera sirviendo copas. Su situación económica es precaria y necesita ganar dinero para poder criar a su hijo. En su nuevo trabajo se cruzarán en su vida dos hombres: un apuesto y soñador joven y un rico anciano que le da grandes propinas y le hace una inusual oferta de matrimonio El explosivo triángulo está servido y la novela desarrolla con precisión milimétrica los grandes temas del autor: el deseo sexual, las maquinaciones interesadas, la codicia, el engaño y la violencia soterrada que impregna a sus personajes.
Novela de un Cain octogenario, la última completada por él, en la que trabajó una y otra vez los años finales de su vida. Fue descubierta décadas después de su muerte, en forma de borrador que contenía diferentes versiones de capítulos, escenas y del punto de vista. El resultado final es, por lo tanto, fruto de un trabajo de selección y de cierta reelaboración, a efectos de coherencia, del material encontrado por el editor, lo cual puede explicar lo irregular de la trama; el episodio del aeropuerto, pese a estar bien ejecutado, parece un poco metido con calzador.
Notable el uso del lenguaje, ágil, llano y coloquial, y de la primera persona, a modo de confesión y de defensa de la protagonista; Joan Medford, sospechosa de ser una envenenadora de maridos y perfectamente asimilable al arquetipo de la mujer fatal. Suscitando nuestra simpatía, admiración incluso, nos ofrece su propia versión de los hechos, que es la de una mujer de armas tomar, o al menos obligada a serlo, deseada por los hombres, y la de una madre-coraje cuya motivación principal es el bienestar de su hijo. Una superviviente a quien la vida no ha tratado precisamente bien, que tras enviudar de un esposo alcohólico y maltratador, no tiene más remedio que aceptar un empleo de camarera en un bar de copas; empleo de mala reputación, que la convierte en objeto sexual para los clientes, rayano incluso en la prostitución. Sin embargo, también le permite ganar dinero, ser independiente, y más importante aún, entablar sólidas amistades y lazos de camaradería femenina. Este submundo acaba por parecer no tan oscuro como otro bien diferente, de triquiñuelas legales, autoridades policiales, fiscales y judiciales con quienes es mejor no inmiscuirse, una prensa sensacionalista que genera mitos del crimen… la ausencia o el déficit de los métodos anticonceptivos también es algo que contribuye a complicar y empeorar las cosas.
A tener en cuenta que la narradora puede no ser tan confiable como parece y que nos la esté jugando, pues se trata de su propio relato de lo ocurrido. Por lo tanto, su inocencia o culpabilidad debe de juzgarla el lector y ejercer él mismo de policía; el crimen no es explícito, pero ensucia el relato. Se topará con individuos muy distintos, pero de reputación igualmente dudosa, entre lo ingenuo, desvalido... y lo perverso, capaces de ponerla a prueba y de obligarla a tomar decisiones arriesgadas, entre la pulsión sexual y romántica irrefrenable y las posibilidades de estabilidad económica que permitan abandonar la miseria y comenzar una nueva vida, aún a costa de permanecer con quien no amas, cual variación de un esquema muy repetido por el autor.
Los personajes tienen algo de decadente y corrupto, de desquiciado incluso, pero actúan todos ellos movidos por pasiones del cuerpo y del alma; por amor, al fin y al cabo, en alguna de sus formas, aún manifestándose de manera brutal y con consecuencias explosivas, como los celos, las maniobras y manipulaciones interesadas, los actos desesperados.
Terrible el final en su insinuación, teniendo en cuenta el rol que juega en la historia la talidomida, o el medicamento que produjo en aquella época tantos estragos en las embarazadas debido a la ignorancia de sus efectos secundarios.
Novela póstuma de M. Cain, se lee facilmente y combina a partes iguales pecado, dinero y calor...