Resumen y sinopsis de Manazuru de Hiromi Kawakami
«Me pregunto si mi marido quería morir o si desapareció porque quería vivir. También es posible que la vida y la muerte estuvieran al margen de sus reflexiones». Quien habla así es Kei, una mujer que vive con su madre y su hija adolescente. Su marido desapareció sin dejar rastro hace doce años. Con el tiempo ha encontrado un amante, Seiji, pero la presencia de su esposo llena sus fibras más íntimas y se resiste a abandonarla. Manazuru: esta palabra misteriosa es la única pista que el marido dejó en su diario, y el punto de partida para la búsqueda de un sentido en la península japonesa del mismo nombre. El lector se encontrará acompañado de fantasmas en una profunda, memorable y sensual exploración del amor, en un mundo de evocaciones de una sutileza delicadísima, en una barca que pende en el horizonte y que busca acariciar la íntima piel de los sentimientos.
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Explora la pérdida, el cambio, el amor y el sexo, la aceptación de la realidad, a través de la subjetividad femenina e hipersensible a la que la autora nos tiene acostumbrados. En su madurez, Kei no ha logrado superar la desaparición sin resolver de su marido, un hombre taciturno cuya presencia lo envuelve todo, con quien le une aún un fuerte aunque sutil vínculo, un obsesivo amor que la atormenta. El misterioso nombre de “Manazuru” corresponde a una región costera de Japón donde tal vez se encuentre la clave del enigma. Al mismo tiempo, experimenta unas percepciones fantasmales entre las que destaca la de una mujer; no son tanto presencias ominosas o terroríficas como un molesto ruido de fondo, cuentas pendientes, así como una guía que podría ayudar a encontrar respuestas, aunque de una manera ambigua y vacilante.
Son Kei, su madre y su hija adolescente Momo, con quien mantiene un tira y afloja entre la ternura, el rechazo, la incomprensión de quien ve alejarse a una parte de sí misma, tres mujeres y la misma. Está por otro lado la figura del amante, con quien tiene una relación más convencional, aunque igualmente atravesada por esa presencia muy próxima, aunque lejana, pero que tamiza las cosas; los seres queridos que están tan cerca de una, sin embargo, van distanciándose, deshaciéndose, como la protagonista, en la que a menudo se representa dicha disolución mediante términos alusivos a la humedad o a algo que se derrite.
Las grandes cuestiones se trasladan por lo tanto al plano más cotidiano y de los lazos humanos inmediatos, como son los familiares, la unión frágil que de repente se ve rota o alterada, dejándonos desorientados. Se acumulan pensamientos, aromas, formas, objetos, que rebosan de unas páginas sencillas, puede que tan sólo la pantalla translúcida tras la que se ocultan los sentimientos reprimidos. Dos espacios bien diferenciados, siendo Manazuru aquel lugar donde volver una y otra vez, al margen de lo ordinario y donde el texto se disgrega en imágenes fantásticas, inciertas (el barco naufragado en llamas), entre el sueño, la alucinación y una irrealidad aceptada sin muchos problemas como real. Se nos ofrece una posible pista sobre qué ocurrió con el desaparecido, pero debemos contar con la escasa fiabilidad de la narradora, por lo que nunca llegaremos a tener una explicación satisfactoria del todo.
El relato podemos pensar que se dispersa, se repite y da vueltas, pero Kawakami sabe rematar sus novelas con unas cuantas frases de las que no se olvidan fácilmente y que condensan todo un mundo; cierto sentimiento de insignificancia, de volubilidad de las cosas, pero asumido con una actitud de calma resignada, antes que con desesperación.
Historia de amor con presencias oníricas paranormales que mantienen el interés del lector por el final. Aún así es un libro algo llano y demasiado sencillo.