Resumen y sinopsis de Cuando yo tenía cinco años, me maté de Howard Buten
Burt solo tiene ocho años, pero su pequeño corazón ya ha conocido grandes sentimientos. Demasiado grandes. Demasiado fuertes. Ahora vive recluido en un Centro de Internamiento Infantil por lo que le hizo a Jessica.
Solo, contra la estupidez de los adultos que convierten sus sueños en síntomas clínicos y su amor, en un delito.
Solo, en una fortaleza de silencio. ¿Quién lo sacará de allí?
Una novela que es pura emoción.
«Hundí la cara en la almohada y fui apretando cada vez más hasta no oír nada. Aguanté la respiración. Luego vino mi padre y me quitó la almohada y me tocó con la mano y dijo mi nombre. Yo estaba llorando. Él se inclinó y me pasó las manos por debajo y me levantó. Me hizo así en el pelo y yo apoyé la cabeza en él. Mi padre es muy fuerte.
—No pasa nada, hijo, no llores —susurró.
—No estoy llorando —dije yo—. Ya soy un chico mayor. Pero lloraba.»
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Tierna y entrañable, Cuando yo tenía cinco años, me maté, título larguísimo, extraño, que no aclara gran cosa y que se desvía, por mucho, del escueto “Burt” con el que está titulada la versión anglosajona, es una de esas pequeñas obras que te hacen cuestionarte el concepto de la locura en el mundo moderno.
Howard Buten, autor de este libro, era una absoluto desconocido para mí. Y, a pesar de la historia, tengo que reconocer que Buten resulta un escritor mediocre que se embarca en la ardua misión de intentar escribir como algo que no es. Y es que el principal fallo que presenta esta novela lo tenemos ya desde el principio con el narrador. Supuestamente la trama la cuenta un niño de 8 años, llamado Burton. Pero pronto te das cuenta de que esta obra no está escrita por un niño, si no por un adulto que simula escribir como un chico de 12 ó 13 años. Las expresiones gramaticales no cuadran con las que un niño de esa edad utilizaría. Tampoco aparecen los errores típicos del alguien que está aprendiendo a usar un idioma y el vocabulario resulta demasiado avanzado para haber sido escrito por el pequeño Burt.
El estilo de escritura de Buten resulta artificiosamente simple. Cuenta con una prosa lenta y sencilla, un lenguaje en su mayoría funcional, pero que de vez en cuenta tiene unos curiosos arranques de lirismo, y unas descripciones demasiado básicas y, por tanto, sin el menor interés. Los personajes, incluido el protagonista, resultan planos, superficiales y vacíos. Razón por la que aburren y hastían al lector.
Cuando yo tenía cinco años, me maté, narra una historia un tanto desestructurada, en la que abundan los hechos que desconoces frente a lo que se ha descubierto. Pero, en esencia, se puede decir que la historia trata sobre un niño de 8 años que está en un Centro de Internamiento infantil por algo que ha hecho a una compañera de curso llamada Jessica. El pequeño parece tener una obsesión con la niña y, mientras se va adaptando a la rutina del centro, nos cuenta la historia de principio a fin. A medida que vas conociendo los acontecimientos, te vas convenciendo de que el niño no presenta problemas mentales, como todo el mundo pretende hacerle creer. No puedes dejar de horrorizarte durante la lectura, puesto que cualquier cosa que hace el pequeño, es malentendida y tratada como un síntoma nuevo de una enfermedad que no existe. Pero, por esta razón, el final resulta tan desconcertante. Y es que el desenlace, además de llegar de forma abrupta y ser estúpidamente abierto, no aclara ciertas cuestiones que se quedan sin respuesta ni explicación, mutilando y dejando incompleta la obra.
En definitiva, Cuando yo tenía cinco años, me maté, es una pequeña y devastadora lectura sobre el poder de la imaginación y el amor y como éstos, mal enfocados y mal comprendidos pueden ser confundidos por la sociedad como locura, cuando solamente indican que no se es igual que los demás.
En la contraportada de este libro (Editorial: Barcelona : Empúries : Paidós, 1989.) se puede leer: "Es la historia de la amistad entre Burt y Jessica, de la relación con sus padres, que conmoverá al lector, el cual se reirá una y otra vez, y, además recordará con emoción esta novela". Pues para mí, nada más lejos de la realidad, al contrario, se me ha quedado mal cuerpo. No me he reído nada con este libro. El comportamiento del niño protagonista, y el de los otros niños también, te pone los pelos de punta. Y el de los padres que parece que están en Babia... Acabas de leer el libro y te quedan muchas preguntas sin resolver, muchas dudas. Además, en el libro aparecen muy a menudo a lo largo de todo el libro expresiones incorrectas como: "detrás mío" o "cerca mío", en lugar de poner "detrás de mí" o "cerca de mí". No lo recomiendo. No entiendo al autor de este libro.