Murasaki, Murasaki, Murasaki... Su nombre eran los campos de lavanda, el perfume y el color violeta de sus flores, los racimos de glicina que cuelgan de los muros más antiguos, y una raíz que comparten varias plantas y cuya esencia púrpura se usaba para teñir las mejores sedas...
La vida de una mujer en el Japón antiguo. Una ensoñación que nos transporta a ese mundo fascinante, tan lejano y a la vez tan cercano, para mostrarnos los lujos y la indolencia del palacio imperial, el erotismo refinado del barrio del placer, la vida consagrada a la belleza y al saber, y el camino de vuelta a la naturaleza. Una intensa aventura del alma.