Resumen y sinopsis de La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé
Luys Forest, viejo escritor falangista, viudo y con un prestigio literario ya reducido a casi nada, se dedica a escribir su memorias, en las que retoca incesantemente su pasado para convertir hechos vulgares, desagradables o incómodos en lo que le parece más novelesco, poético u oportuno en la situación actual; a su lado, su sobrina Mariana -la muchacha de las bragas de oro, que da un título irónicamente balzaquiano a la novela- le acosa com una voz desgarrada y cinica que combate las fabulaciones mentirosas del escritor. Pero en este juego de rehacer interesadamente la verdad de su pasado va a darse una cascada de sorpresas que proporcionarán un final inesperado al libro. El relato, que empieza como una satira política, contraponiendo la "chatarra retórica" de Forest a la corrosiva franqueza de Mariana, va adentrándose poco a poco en zonas cada vez más profundas que añaden una insólita dimensión a la novela. La sátira acaba en una fantasmagorica ambigua y misteriosa, entre Borges y Henry James, que convierte esta obra de Marsé en la más ambiciosa de todas las suyas. Partiendo de una serie de situaciones y personajes característicos en su producción. "La muchacha de las bragas de oro" va mucho más lejos, enriqueciendo sus perspectivas y dándonos el más completo y maduro de sus libros.
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Narra el encuentro de dos individuos radicalmente distintos, un maduro escritor falangista en pleno proceso de redacción de sus memorias y su sobrina, una chica alocada y de tendencia hippies. Se ponen a prueba y se buscan en un juego de engaños y verdades mezcladas con mentiras; el literato de turbio pasado al servicio del régimen de Franco busca ajustar cuentas y retocar, quizá adornar demasiado su biografía, mientras que los jóvenes lo que buscan son nuevas experiencias con las drogas y el amor libre, con tal de paliar su insatisfacción de niños bien y dar sentido a su caos vital.
Mariana y Luis son, por lo tanto, unas personas patéticas pero entrañables, perdedores que guardan más de lo que revelan al otro y que intentan conocerse a sí mismos. El homenaje a Balzac presente en el título, en forma de enredos eróticos y confusiones de género, nos dice que las apariencias son engañosas y que no es oro todo lo que reluce, en una narración que desde el principio hasta el fin la caracterizan los equívocos, la interpretación sesgada de una realidad que se escabulle, esa grieta conflictiva entre lo que es, lo que fue y lo que querríamos que fuese o hubiera sido… como esa prenda de lencería que viene cargada de sensualidad, pero que tal vez sólo sea la ilusión creada por una mirada miope y fuera de su tiempo, al igual que ese perro invisible inventado por un niño, o lo presentado o representado en un cuadro, en una fotografía. Hechos mediocres y azarosos del pasado, sin mucho sentido ni explicación, cobran sentido gracias a la escritura y reescritura de la propia vida… pero puede que ese pasado sea más duro, difícil de afrontar, de lo que recordamos, porque la vida misma a veces parece más descabellada que la ficción y su sentido es más cruel.
La ficción, el oficio del escritor, sirve para ocultar a conveniencia, pero también para desvelar y recuperar. Las falsedades ocultan verdades y los laberintos de la memoria llevan a justificarse, a engañarse a uno mismo; la ficción es una pistola cargada, un arma. El lánguido y folletinesco relato dentro del relato se remonta a la guerra civil y quienes con ella salieron beneficiados, las buenas familias y los grandes hombres de letras al servicio de la dictadura: con ello, una trama de adulterios, amoríos, envidias y desengaño político. Giros, sorpresas y apuntes propios de una novela policial, la cara oculta de quienes tienen sus propias vergüenzas. La muchacha, con su acidez y ausencia de tapujos, expresa esas verdades descarnadas que lo ponen todo en cuestión.
Nos queda una historia de amor con fondo trágico donde dudamos hasta el último momento, pero también una farsa, un encuentro de la Historia reciente de España con esa intrahistoria en blanco y negro, de versiones oficiales y no tan oficiales; la transición, período de revisión del devenir reciente de un país, que ante el cambio social ve surgir ciertas actitudes oportunistas y falsarias.
Marsé muestra un experto manejo de los tiempos, una prosa elaborada y cuidada hasta la extenuación, hasta el menor detalle descriptivo, de entornos diversos (predominando un ambiente no tan idealizado a la orilla del mar) y objetos con su significado (cosas vetustas encontradas de nuevo, un ojo acusador pintado en una barca, un cigarro olvidado o una tempestad inexistente). Al mismo tiempo, se desmiente a sí mismo, ironiza, duda, recompone, y en el fondo se burla, en una combinación de nostalgia y dura realidad que la desmiente, y esto es lo mejor de la novela.
Este es el tercer libro de Juan Marsé que leo y siempre acabo aficionada. Es breve pero rico a la vez. Se notan los efectos narrativos recurrentes en Marsé, como las analepsis y las descripciones pictóricas. Pero resultan más sobrios que en Si te dicen..., por ejemplo. El autor reanuda también con sus temas predilectos: la memoria, el arte de contar, el engaño, la morbosidad, la sexualidad... Los protagonistas son, como era de esperar, dos seres marginados -ya sea por la edad, el modo de vida, la ideología- cuyo deseo es admirablemente descrito por Juan Marsé. Me conmueve su frágil existencia siempre amenazada por la desesperación. En fin, disfruté mucho del libro. ¿Cómo no recomendarlo?
Después de haber leído "Ultimas tardes con Teresa" y cautivada por el estilo de Marsé, me lancé a esta novela quizás con demasiadas expectativas. Se me ha hecho pesada por la mezcla de tiempos, por las descripciones tan meticulosas de temas secundarios. La que se supone que es la historia principal, la reconstrucción de la vida de Lluys por su sobrina, me ha parecido aburrida. Y la parte "erótico festiva" de la sobrina hippie pija no me ha gustado. De todo modos, la escritura magistral de Marsé compensa lo anterior
Obra de Juan Marsé por la que recibió el premio planeta en 1978; el libro nos habla de la relación entre un antiguo escritor falangista, Luys Forest; y su sobrina mariana, una hippy muy aficionada al sexo y las drogas; entre ambos empiezan a redactar las memorias de viejo. Se intercalan escenas del pasado con el presente, momento ciertamente grotescos, con un lenguaje acido continuamente; sorpresas, no se, me imagino que el premio no se lo dieron si cabe por la historia si no más bien por la forma del libro, intercalanto presente con pasado, la ruptura con la estructura lineal de la obra, con la mezcla de la realidad y los bocetos de la biografia a medio escribir, con descripciones de paisajes o de fotos antiguas bajo motas de polvo.
Muy bueno, les coges mucho cariño a los personajes, es más, incluso al perro.