Resumen y sinopsis de Cartas a mi hija de Francis Scott Fitzgerald
A mediados de la década de 1930, F. Scott Fitzgerald tenía unas deudas astronómicas, su esposa Zelda estaba ingresada en una clínica psiquiátrica y la hija de ambos, Scottie, daba sus primeros pasos desde una infancia de privilegios hacia una juventud comprometida con su tiempo. Las cartas que le escribió, traducidas por vez primera al castellano, abarcan esos años decisivos, para el padre postreros, para la hija inaugurales. Se leen en estas cartas consejos sobre chicos, libros, viajes, alcoholes, asignaturas en la universidad, notas académicas, tratos con los dineros propios y ajenos, los peligros de un éxito prematuro (Scottie publicó un cuento en el New Yorker antes de cumplir los veinte años) o la insistencia en la ética del trabajo. También encontramos la mirada del escritor sobre el mundo funesto que se estaba gestando, desde la Guerra Civil española hasta los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial. La guerra cambiaría para siempre el rostro de la Europa que ambos, padre e hija, habían conocido durante la engañosa bonanza económica de los felices veinte. Sólo Scottie la vería terminar. El 21 de diciembre de 1940, F. Scott Fitzgerald moría de un ataque al corazón en Hollywood. Se interrumpía sin despedida posible el intercambio.Es posible que Scottie no siguiera al pie de la letra los consejos de su padre, como reconoce en la magnífica, descreída, dignamente irónica introducción que abre estas páginas. Quedan, sin embargo, las cartas de Fitzgerald, ventana abierta a un tiempo y cuitas de un escritor que nos permiten, hoy, ahondar en la personalidad del autor de El gran Gatsby.