Obra ganadora del Gran Premio de la Academia Francesa, esta novela de Éric Faye —autor reconocido por plantear con sencillez los grandes temas que afectan al hombre moderno— se basa en un caso real para explorar el influjo que la memoria de los lugares que habitamos ejerce sobre nuestra conciencia.
De profesión meteorólogo, Shimura lleva una vida solitaria y metódica que transcurre con precisión milimétrica entre el trabajo y su casa, un microcosmos de orden y pulcritud a las afueras de Nagasaki. Sólo el canto ensordecedor de las chicharras es capaz de alterar una rutina tan previsible hasta el día en que Shimura cree percibir pequeños cambios en la impoluta organización de su hogar: un yogur que desaparece de la nevera, el zumo de naranja que se evapora, la tetera fuera de su lugar habitual. No parece obra de un ladrón, pues todos los objetos de valor siguen en su sitio. ¿Se trata, pues, de una amante despechada, de un espíritu en busca de venganza, o incluso peor, de una alucinación? Para dilucidarlo, Shimura instala una cámara en la cocina y, perplejo, descubre la presencia de una mujer desconocida, una intrusa que lleva un año viviendo en un armario de la casa. Al exponer con exquisita sensibilidad los vericuetos de su mundo interior, la historia de Shimura adquiere una resonancia universal. De manera casi imperceptible, la novela cuestiona nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás, y su lectura perdura como un temblor de tierra, inofensivo pero indeleble.
Me resulta muy difícil entender por qué esta obra ha ganado un premio importante de la Academia Francesa.
Basado en un hecho real que trascendió periodísticamente, se trata de un relato absolutamente chato, con un desarrollo plano, obvio, sin matices, y con un final previsible.
Nada resulta interesante ni atractivo desde el punto de vista literario.
Afortunadamente es corto.
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Partiendo de una historia real se escribe un relato corto, cuyo interés no pasa del primer tercio. El final es muy precipitado con la explicación de la vida de la mujer en apenas tres páginas. Y además un premio importante.
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Pequeña gran joya la que me he encontrado en este libro de pocas páginas. Me provocó asombro observar cómo una desconocida vivió en la casa del protagonista sin que éste se percatara. La narración fluye con la sensación de que fantasía y realidad se funden en todo momento. Pues aunque la obra está basada en un suceso verdadero acaecido en Japón, el autor logra vestir el hecho con reflexiones morales y vitales que nos inducen a sacar nuestras propias conclusiones (por ejemplo la soledad y el individualismo en las ciudades).
maifertaLa intrusa7.5
Más que una novela "La intrusa" es un relato corto. Una historia original, de soledades, ambientada en Japón y que al parecer está inspirada en un hecho real. Bien escrita, sobria y con un punto de melancolía. Me ha recordado a alguno de los cuentos de Murakami, aunque sin el toque surrealista de éste último. Perfecta para leer de un tirón.
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Leo "La intrusa", la novela que el periodista francés Éric Faye elabora inspirándose en una noticia aparecida en el periódico japonés "Asahi" en mayo de 2008, acerca del año entero que un hombre estuvo "conviviendo" con una extraña que se le había colado en su casa al verse en la calle, sin dinero y sin nadie a quien acudir. El escritor, si bien se sirve de un tercero para -en las dos primeras líneas- introducir al personaje y su ambientación, construye -alternando las voces del meteorólogo Shimura y de la intrusa- una bella obra acerca de la pena, la culpa, el miedo y la indefensión. Sin embargo, este Gran Premio de la Academia Francesa 2010, además del error que me parece traducir el título original "Nagasaki" por "La intrusa", tiene un flojo final ya que, esperando una revelación que no acaba de producirse, me he quedado con la sensación de que falta algo importante. Delicada, realista, íntima y firme.
Me resulta muy difícil entender por qué esta obra ha ganado un premio importante de la Academia Francesa.
Basado en un hecho real que trascendió periodísticamente, se trata de un relato absolutamente chato, con un desarrollo plano, obvio, sin matices, y con un final previsible.
Nada resulta interesante ni atractivo desde el punto de vista literario.
Afortunadamente es corto.
Partiendo de una historia real se escribe un relato corto, cuyo interés no pasa del primer tercio. El final es muy precipitado con la explicación de la vida de la mujer en apenas tres páginas. Y además un premio importante.
Pequeña gran joya la que me he encontrado en este libro de pocas páginas. Me provocó asombro observar cómo una desconocida vivió en la casa del protagonista sin que éste se percatara. La narración fluye con la sensación de que fantasía y realidad se funden en todo momento. Pues aunque la obra está basada en un suceso verdadero acaecido en Japón, el autor logra vestir el hecho con reflexiones morales y vitales que nos inducen a sacar nuestras propias conclusiones (por ejemplo la soledad y el individualismo en las ciudades).
Más que una novela "La intrusa" es un relato corto. Una historia original, de soledades, ambientada en Japón y que al parecer está inspirada en un hecho real. Bien escrita, sobria y con un punto de melancolía. Me ha recordado a alguno de los cuentos de Murakami, aunque sin el toque surrealista de éste último. Perfecta para leer de un tirón.
Leo "La intrusa", la novela que el periodista francés Éric Faye elabora inspirándose en una noticia aparecida en el periódico japonés "Asahi" en mayo de 2008, acerca del año entero que un hombre estuvo "conviviendo" con una extraña que se le había colado en su casa al verse en la calle, sin dinero y sin nadie a quien acudir. El escritor, si bien se sirve de un tercero para -en las dos primeras líneas- introducir al personaje y su ambientación, construye -alternando las voces del meteorólogo Shimura y de la intrusa- una bella obra acerca de la pena, la culpa, el miedo y la indefensión. Sin embargo, este Gran Premio de la Academia Francesa 2010, además del error que me parece traducir el título original "Nagasaki" por "La intrusa", tiene un flojo final ya que, esperando una revelación que no acaba de producirse, me he quedado con la sensación de que falta algo importante. Delicada, realista, íntima y firme.