Resumen y sinopsis de Sonetos de William Shakespeare
Resonando aún en alguna aclamada novela del siglo XXI, los sonetos de Shakespeare dejan claro su poderío. Se van cumpliendo los augurios de su autor, y pervivirá su tinta. Si no todos los mármoles, sí verán caer todos los muros. Su energía está en disposición de destruirlos. Quizá ese sea el sentido de cada nueva traducción de un gran texto literario: rejuvenecerlo, fortalecerlo en su largo viaje por los siglos. No sabemos si así queda justificada una nueva traducción de esta obra al español. Los sonetos del genio inglés parecen querer constituirse en un género literario nuestro. Cada versión remite a un mismo universo donde la lengua y las imágenes que forja conviven en una tensión que se resuelve en belleza y verdad. Una belleza que en Shakespeare es casi siempre turbulenta, y una verdad que, al cabo, se nos hace preferible a la calidez de palabras más amables.
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"O vivo y tu epitafio habré de hacerte,
o vives y me pudro ya enterrado;
no se irá tu memoria con la muerte
aunque todo de mí se habrá olvidado.
Vida inmortal tendrá entonces tu nombre,
mas yo -ido- para el mundo morir debo;
cuando enterrado estés en ojos de hombre,
seré en fosa común del suelo cebo.
Mi verso es monumento en que perduras,
en que ojos no nacidos te relean;
repetirán tu ser lenguas futuras
cuando los que respiran muertos sean.
Vivirás, tal virtud mi pluma emana,
do más aliento alienta: en boca humana."
Conjunto de poemas envueltos en un aura de misterio producto de diversas especulaciones: a quiénes fueron dedicados, si existieron esas personas, o solo son invenciones artísticas de inspiración personal.
Se han dividido tradicionalmente en tres partes: Procreación, del soneto 1 al 17; Joven Amado, del 18 al 126; y Mujer Oscura, 127 al 154. La temática argumental es una mezcla de muchos elementos: el amor, los celos, el paso del tiempo, la belleza, la música, el desengaño, la muerte, la tristeza, el honor, el hastío... todo en un juego de palabras que dan a cada soneto una "vida propia", dramática, imaginativa, a la vez que emanan un "simbolismo encriptado" en cada dedicatoria a esa Musa que inspiró al dramaturgo para sus composiciones.
Una obra que refleja el gran talento de Shakespeare para transmitir afectos, emociones y halagos, en un alarde único de originalidad poética para interpretar y exponer los sentimientos humanos.