Resumen y sinopsis de Timón de Atenas de William Shakespeare
Una rara avis en el teatro de Shakespeare es una pieza inclasificable, desconcertante, tal vez en estado de borrador.
Timón de Atenas (1606) fue una obra que Shakespeare nunca pudo verla en escena, pues fue considerada por los censores como una obra políticamente incorrecta. Es una parodia sobre los llamados misántropos, esos seres que terminan odiando a la toda humanidad y que, seguramente se pusieron de moda en el Renacimiento, pues tanto el Shakespeare en Inglaterra, como Molière en Francia, escribieron en el siglo XVII estas obras que tratan sobre esa actitud ante la vida y que más bien parace ser una enfermedad mental.
En esta obra el autor describe como los cambios en la suerte llevan a Timón de ser un conocido y respetado ciudadano a un miserable instigador del odio contra toda la humanidad. La generosidad sin medida le lleva a la ruina, y en esta situación la ingratitud de sus más allegados y el desprecio de la ciudad le hacen abandonar toda esperanza, convirtiéndole en un misántropo.
Si bien es cierto que el protagonista tiene motivos de sobra para sustentar este odio, Shakespeare lo trata como si de una enfermedad mental se tratara, de forma muy exagerada y superficial. Prueba de ellos son los diversos monólogos del protagonista o los diálogos airados que mantiene con los demás personajes (incluido un filósofo tan misántropo como él) en los dos últimos actos.
El estilo y forma difieren poco de otras tragedias del autor, ya que como en otras obras anteriores, esta también carece de cualquier personaje divertido, probablemente para acentuar todavía más la tragedia de la historia.
Para terminar, la principal queja que le veo yo es el final. Demasiado rápido, corto y un tanto sin sentido si se tiene en cuenta el resto de la obra.
No es, ni de lejos, la mejor tragedia que tiene, pero se deja leer y permite pasar el rato.
En esta obra el autor describe como los cambios en la suerte llevan a Timón de ser un conocido y respetado ciudadano a un miserable instigador del odio contra toda la humanidad. La generosidad sin medida le lleva a la ruina, y en esta situación la ingratitud de sus más allegados y el desprecio de la ciudad le hacen abandonar toda esperanza, convirtiéndole en un misántropo.
Si bien es cierto que el protagonista tiene motivos de sobra para sustentar este odio, Shakespeare lo trata como si de una enfermedad mental se tratara, de forma muy exagerada y superficial. Prueba de ellos son los diversos monólogos del protagonista o los diálogos airados que mantiene con los demás personajes (incluido un filósofo tan misántropo como él) en los dos últimos actos.
El estilo y forma difieren poco de otras tragedias del autor, ya que como en otras obras anteriores, esta también carece de cualquier personaje divertido, probablemente para acentuar todavía más la tragedia de la historia.
Para terminar, la principal queja que le veo yo es el final. Demasiado rápido, corto y un tanto sin sentido si se tiene en cuenta el resto de la obra.
No es, ni de lejos, la mejor tragedia que tiene, pero se deja leer y permite pasar el rato.