Resumen y sinopsis de Cuatro por cuatro de Sara Mesa
Cuatro por cuatro arranca con la historia de un grupo de chicas, lideradas por Celia, que se han fugado de un colegio pero que son atrapadas y devueltas a la institución. El colegio del que huían, el Wybrany College, es un internado completamente incomunicado del exterior y destinado a los hijos de familias acomodadas, los únicos que pueden aspirar a salvarse de un mundo en descomposición en el que la vida en la ciudad se ha hecho imposible. Pero el Wybrany College también acoge a los llamados «especiales», chicos becados cuyos padres trabajan al servicio del proyecto. Las relaciones entre ambos grupos y entre ellos, los profesores y los miembros de la Dirección –el Sr. J., la Culo o el Guía– internarán al lector en un microcosmos dominado por la manipulación y el aislamiento. Con una narrativa fragmentaria, indirecta y muy depurada, la primera parte de la novela es una suerte de enigma cuyo sentido se completará más adelante.Narrada con un peculiar estilo que juega con la insinuación y las zonas de sombra, el lector irá descubriendo en la novela un universo literario autosuficiente, inquietante y enigmático, definido por unas normas propias que apelan a las relaciones de poder entre los distintos personajes y una violencia sórdida, latente, siempre a punto de estallar.
Con esta excelente novela, Sara Mesa ahonda en la construcción de un espacio literario propio, siempre en los límites de la realidad, con personajes marcados por la desolación y la impotencia, el humor soterrado y un sutil poso crítico. Cuatro por cuatro es, en realidad, un canto a la libertad mediante la mostración de su reverso: la opresión, el aislamiento y el miedo al exterior generan monstruos.
Tiene bastante de relato gótico y mucho de distópico. El Wybrany College, un selecto internado al que acuden los hijos de los más pudientes, deviene en un escenario de violencias soterradas y secretos podridos bajo las mejores apariencias, rodeado de una naturaleza que incrementa la sensación de aislamiento en mitad de la nada, al margen de un mundo que se hunde en la crisis y en el caos, en el que los vínculos humanos se deshacen progresivamente. Este centro de modernos e igualitarios modelos educativos, altos ideales y aparente ausencia de normas rígidas en realidad reproduce con perversa facilidad todo aquello de lo que se intenta huir, generando sus propias y terribles lógicas de poder, control y opresión, mientras que la idílica convivencia entre personas de distintas clases sociales es sólo la punta de un oscuro iceberg.
Tras la organización formal de cualquier sistema de convivencia acecha una informal; leyes arbitrarias, no del todo definidas, pero que todos acatan sin rechistar, aceptan como lo más normal del mundo, quizá consustanciales a la naturaleza de un animal tan peligroso, tan imprevisible, como es el ser humano. Son los niños, los seres más maleables, las mayores víctimas y lo peores verdugos. Se trata de un poder que puede reajustarse y cambiar de manos. De unas jerarquías inestables y crueles, para cuya pervivencia es fundamental la regla del silencio, de la ocultación que posibilita la impunidad mientras cada uno se mantenga en su lugar y mire para otro lado en lugar de afrontar los actos más atroces, que a menudo tienen que ver con sexualidades morbosas, con sucios intercambios de favores.
El conformismo, el dar por buenas estas dinámicas amparándose en lo pragmático, en que otras opciones son peores y no hay mejor alternativa, puede incluso llevarnos a pensar en nuestra propia vida, en todo aquello que damos por sentado o que no cuestionamos de la sociedad en que vivimos, de las ideas en que creemos. El ambiente es asfixiante, como el de una fábula retorcida y no tan inverosímil. El escenario, un espacio perfectamente acotado, como una trampa, una celda fuera de la cual es inconcebible otra verdad. La intriga es convencional en buena medida, la marcan los puntos de vista, el cambio de narradores; primero, una mirada fragmentada al lugar y a sus habitantes, a continuación, un diario que da cuenta de una investigación que intenta desvelar un misterio mientras la paranoia se apodera del protagonista, bordeando ese abismo terrorífico pero esquivo, del que sólo los inadaptados y no privilegiados se dan cuenta. Tramas inconclusas, o no demasiado concluyentes, ciertos juegos con la temporalidad, confunden al lector. El estilo es carente de todo adorno y frío, de palabras muy bien escogidas, dibujando con precisión semejante panorama… y es que el lenguaje, sea hablado o escrito, tiene la cualidad de dar forma a las cosas, de mostrar y de ocultar. El narrador, con sus inquietudes literarias, no se libra de ser un farsante, como lo son los repulsivos individuos que le rodean; son los papeles del profesor desaparecido los que, a modo de epílogo novelesco y de nuevo manuscrito encontrado, expresan mejor con sus metáforas inquietantes aquello de lo que es imposible hablar directamente.
Ante todo, es una novela inquietante. Un colegio de élite donde se padece la claustrofobia del vicio y lo más sórdido. La historia está dividida en tres partes, la primera magistral, la segunda bastante más típica, y la tercera que funciona como epílogo. Una pega posible: quizás esa atmósfera desasosegante exigía un elenco más amplio de personajes.
Leo la obra finalista del XXX Premio Herralde de Novela, "Cuatro por cuatro" de la joven autora Sara Mesa quien, con un lenguaje contundente, de textura limpia y razonable, me acerca -con una acertada caracterización de los personajes y sus sentimientos-, a las apariencias y mentiras que rodean la educación que reciben los alumnos y alumnas del internado para familias acomodadas, Wybrany College. Si la primera parte me resulta un poco confusa al introducirme de la mano de una de las alumnas, en las ideas de sacrificio y bienestar, la segunda parte me resulta más esclarecedora, siendo un profesor "intruso" quien, a modo de diario, me hace ver las seguridades y las transformaciones de otro modo. Y el esclarecedor epílogo termina explicándome qué significa el título y cómo es posible la renuncia a la incapacidad de prescindir del propio cuerpo. Inteligente, muy bien resuelto, tenebroso y profundo.