Resumen y sinopsis de Máscaras femeninas de Fumiko Enchi
Un clásico inédito de la literatura japonesa contemporánea."Una de las escritoras más importantes de Japón escribe sobre la traición y la sensualidad con una asombrosa penetración y una gran belleza.” Publisher Weekly
Horriblemente pesado y absurdo, Máscaras femeninas es uno de los peores exponentes de la literatura japonesa. Una especie de imitación estúpida de “Grandes Esperanzas” de Dickens, pero sin la emotividad y grandiosidad del relato del autor inglés. Así que solo nos quedan poco más de 200 páginas de una trama vacía, unos personajes estúpidos y un texto escrito de manera francamente irritante.
Fumiki Enchi es la autora de este espantoso relato. Es una autora que goza de bastante fama en su país natal, pero es casi una absoluta desconocida en el resto del mundo. Y no me extraña. Enchi es una escritora mediocre que posee un estilo de escritura burdo, rebuscado y con una ejecución muy mejorable. Todo esto se apoya en una prosa lenta, tediosa y con un desarrollo lamentable, un lenguaje con cierta afectación lírica no del todo completa, pero suficiente para introducirnos en el tema del libro, y unas descripciones sorprendentemente básicas, para tratarse de una novela japonesa. Pero lo peor, con diferencia, son sus personajes. Me inclino a decir que son producto de un delirium tremens o alguna enfermedad neurológica que la autora sufrió mientras escribía. Y es que es imposible construir personajes de una forma peor. Para empezar, hay cuatro protagonistas más o menos claros. Mieko Togano, una mujer de mediana edad de la que no sabemos nada, Yasuko, la nuera de Mieko y viuda de Akio; Ibuki y Mikame, eran amigos de Akio y ahora pretendientes de Yasuko. Las relaciones entre estos personajes se distorsionan hasta el punto de no tener nada claro el papel de cada uno dentro de la trama. Si a eso le añadimos una evidente falta de emociones, nos encontramos ante el grupo de personajes más inverosímiles de la historia.
No es nada sencillo saber de qué trata Máscaras femeninas. Y es que la ausencia de una dirección clara en la trama hace que leer esta novela sea francamente complicado. Para empezar la razón del título es porque la autora juega con los arquetipos clásicos del teatro Noh, un tipo de teatro japonés donde lo actores usan unas elaboradas máscaras para representar los personajes de la obra. Y de eso se sirve la autora para dejarnos claro las intenciones ocultas de los personajes. Pero, para que quede algo más claro, haré una pequeña sinopsis. Mieko Togano es una mujer culta, de buena familia, que siempre ha estado limitada por la cultura asfixiante que la rodeaba. Ahora, viuda y ya mayor, Mieko puede desplegar todo su encanto y su erudición para ganar un merecido puesto entre los intelectuales del país. Pero esto no le basta. Y llena de resentimiento decide realizar un intrincado plan para vengarse de los opresivos hombres. Para ello usa a Yasuko, su nuera, que está siendo pretendida por dos viejos amigos de su marido. Ibuki y Mikame, serán el objetivo del horrendo plan de Mieko, con trágicas consecuencias. Y hasta aquí puedo leer. Lo más frustrante de todo es el desconocimiento absoluto de la causa. No esperes que la autora te desvele el porqué de esta venganza o el objetivo final. Así que transitas a lo largo de una historia llena de sentimientos sobreentendidos, que no puede conmoverte. Por lo que cuando llegas al final estás cansado de intentar comprenderla y acabas exhausto. Y es que el desenlace es estúpidamente abierto, incoherente y tan intrascendente como el resto de la novela.
En suma, Máscaras femeninas es una lectura farragosa que no merece el tiempo invertido. Quizás se me hayan escapado elementos debido a las diferencias culturales, pero incluso asumiendo eso, solo puedo decir que leer este libro ha sido una absoluta pérdida de tiempo. Y es que igual que en el teatro, las máscaras arrebatan su identidad al actor, permitiéndole adquirir otra nueva. Lástima que cualquiera de las identidades del libro sea terriblemente mala e incompleta.