Resumen y sinopsis de La revolución divertida de Ramón González Férriz
En los años sesenta aparecieron movimientos culturales que pretendían cambiar el mundo. Querían más libertad sexual, el fin del consumismo capitalista y un reencuentro con la naturaleza. Sus proclamas aparecían en la televisión con música pop de fondo, y parecían en verdad el inicio de una revolución.Desde entonces, las revueltas de esa clase se han multiplicado -en España, por ejemplo, con la Movida madrileña o el movimiento antiglobalización-, pero su destino siempre ha sido el mismo: la disolución de sus propuestas políticas, el triunfo de su estilo y su cultura, y el surgimiento de una figura singular: el rebelde burgués.
Con las imágenes del reciente 15-M aún en la retina, esta mirada a la revolución divertida constituye una reflexión fundamental sobre la sociedad contemporánea.
Los sesenta fueron la década de la juventud rebelde, protagonista absoluta de un cambio social que tuvo como objetivo el derrocamiento de las estructuras sociales, políticas, económicas y morales que dominaban occidente, sustituyéndolas por nuevas formas de relacionarse y de sentir, instaurando una actitud de rebeldía contra lo establecido totalmente nueva. Sin embargo, aquella utopía que tuvo en el mayo francés uno de sus momentos culminantes nunca llegó a hacerse realidad porque no llegó a constituirse bajo la forma de una fuerza política concreta, capaz de generar cambios políticos profundos, quedándose en la mera celebración, en los gestos superficiales y en el disfrute hedonista que aportaba el sentimiento de ser rebelde. La profunda huella que, sin embargo, dejaron estos movimientos en el mundo actual no se debe precisamente a que triunfaran, sino a que fueron absorbidos por un capitalismo capaz de incorporar a sus propias dinámicas y desarrollo histórico cualquier conato de rebelión (que es, además, lo que permite la renovación y alimenta las llamadas “guerras culturales”). Para el autor, movimientos contestatarios de las últimas décadas como la antiglobalización, la movida madrileña o el 15-M, así como el papel de internet y las nuevas tecnologías, no dejan de ser herederos de los sesenta y comparten las mismas actitudes irreverentes y al mismo tiempo inoperantes para modificar el sistema capitalista. Aquí corre el riesgo, creo yo, de pretender extrapolar su tesis a acontecimientos cuyo alcance todavía nos resulta difícil de valorar (sin ir más lejos, el 15-M sí que puede decirse que ha tenido consecuencias políticas en el surgimiento de nuevos partidos... eso sí, la situación aún sigue en marcha). En cualquier caso, y aunque acierta en el diagnóstico de las principales contradicciones ideológicas que se dan especialmente en la izquierda, son unos fenómenos demasiado amplios y heterogéneos los que son abordados en tan poco espacio y con tan poco soporte documental, pecando de ser un libro un poco “cuñado”.