Resumen y sinopsis de No leer de Alejandro Zambra
A lo largo de las crónicas y breves ensayos literarios que componen este volumen, Alejandro Zambra hilvana, acaso sin proponérselo, una singular teoría de la lectura. Ya sea en el comentario sobrio y refinado de un determinado libro, o en las digresiones biográficas nacidas de los apuntes sobre tal o cual autor –desde Parra, Levrero y Pavese hasta Millán, Ribeyro y Tanizaki, pasando por Bolaño, Natalia Ginzburg y Puig–, el hecho mismo de leer ocupa el centro de estas páginas, en las cuales el estilete vehemente y bienhumorado contra los lugares comunes y las imposturas se alternan con la celebración intimista y sosegada de haber leído algo verdadero.Como en sus novelas y poemas, Alejandro Zambra despliega aquí un estilo que hace de la ambigüedad, la contención y la vacilación valores irremplazables, ofreciendo, antes que una fatua última palabra, la sugerencia de que algunos libros nos incumben de manera sustancial, y, a la vez, dibujando una suerte de autorretrato en espejo convexo: la imagen de un escritor –y lector– ejemplar, rodeado por su biblioteca llena de espectros y afectos.
Anoté muchos títulos de libros y comentarios de este espléndido trabajo suyo que desafortunadamente no conocía. Pero le quité un punto por su cita de Julio Ramón Ribeyro sobre Proust en el capítulo “Correspondencia ajena”, otro por una imperdonable errata en “En voz alta” y por su comentario absolutamente prescindible sobre Neruda en el mismo capítulo, aspectos que, para mi gusto, no enriquecen en nada el texto ni su valía como escritor.
Tenía muchas ganas de descubrir "No leer", una compilación de notas sobre literatura : lecturas y autores. Estuve a punto de sentirme defraudada al principio, encontrándolas poco interesantes, pero vino un vuelco en el contenido que captó toda mi atención y hasta hizo mi deleite, página 50 cuando A. Zambra empieza a hablar de Borges (eso de que "Borges necesita a Bioy Casares y Bioy necesita a Borges porque el inventor necesita a su invención, el inventado necesita que su inventor lo siga soñando", me suena acertado).
Hay buenas notas de lectura sobre el argentino Manuel Puig sobre quien Mario Vargas Llosa escribió que su escritura carecía de ideas y de estilo a lo cual Puig comparó a « la » Vargas Llosa con Esther Williams, tan disciplinada y seria y a « la » García Márquez con Liz Taylor, que era bella pero con las patas cortas…así se tratan de bien los literatos entre ellos.
Hay bastantes páginas sobre Roberto Bolaño, que me parece algo sobrevalorado, y malas vibras hacia Jorge Edwards.
Anoto un nombre de las letras mexicanas que no había cruzado : el de la escritora Josefina Vicens con "Los años falsos" y "El libro vacío" .
Zambra tiene toda la razón cuando alega que no se quiere quitar el placer de no leer algunos libros…Y confiesa no haber leído a Sándor Márai; algún día se dará cuenta de lo que se ha perdido con no leer al genial húngaro, maestro absoluto en la confrontación de dos personajes (cf "El último encuentro") y gran joya entre los escritores de la Mittel Europa.