Resumen y sinopsis de Alexis o el tratado del inútil combate de Marguerite Yourcenar
Alexis o el tratado del inútil combate es, en opinión de la crítica más cualificada, una obra mayor, aunque de breve extensión. La larga carta que Alexis dirige a su esposa, desmenuzando dolorosamente el inútil combate sostenido entre sus inclinaciones y su vocación, constituye la totalidad de estas páginas. Y a través de ella asistimos al retrato de una voz, como lo ha llamado la misma Marguerite Yourcenar, pero también a la exposición de un tema del que pocos se atrevían a hablar en 1927, fecha en que fue publicado el libro. En un país hoy desaparecido, en un momento en que las circunstancias históricas transforman toda Europa, finalizando con un mundo y una manera de vivir, Alexis se detiene para rendir cuenta de esas mismas transformaciones en carne propia, para finalizar con un engaño y para intentar iniciar un nuevo modo de vida entre millones de seres que, a su vez, también lo inician.
Alexis, muchacho tímido y criado entre mujeres, siente una inclinación inconfesable que intenta disciplinar sin éxito. Quiere mantenerse apartado de sí, como si algo así fuera posible, lo que le lleva a una disociación entre cuerpo y alma. Se castiga y se niega cualquier felicidad o plenitud para alejar sus instintos. El suyo es un retrato de la homosexualidad como experiencia solitaria e incomunicable (y aquí puede recordar a las “Confesiones de una máscara” de Mishima), cuando aún no existe palabra para definirla, ni categoría social o política en que incluirse, ni siquiera un concepto de “salir del armario”. Porque no bastan las palabras, ni siquiera un término médico para describir lo que sí que se padece como una enfermedad. Pero la enfermedad es otra bien diferente: la autocensura.
Relato de la vida de un hombre vivida en constante conflicto consigo mismo. Novela de una voz, testimonio epistolar que se articula sobre reflexiones, intentos de entenderse y explicarse, más que en unos hechos o trama que son insignificantes. Dicha voz, que narra desde la experiencia y que sorprende por su madurez, viniendo de una autora joven en el momento de su escritura, es la que da cuenta, con un empacho de subjetivismo quizá, de personajes, tiempos, detalles, los cuales se suceden sin excesiva profundidad o puesta en escena.
Obra, por lo tanto, cercana a lo poético y al ensayo en una pudorosa mezcla de razón, frases memorables, sentencias poco menos que aforísticas, y de belleza, con un cuidado trabajo del lenguaje y de la palabra exacta. No se trata de una confesión apasionada, sino todo lo contrario, mediada siempre por el pudor, la distancia y el autocontrol, pues se trata de revelar la verdad profunda de una existencia a aquella a quien va dirigida; la esposa del protagonista, con algo de alma gemela y hacia quien siente un afecto sincero, pese a que ambos, como viejos prematuros, viven en el engaño y se están haciendo daño mutuamente. De ahí lo difícil de la situación, la respuesta de él, tan educada y culpable, que es a la vez su “mea culpa” y su autojustificación.
El deseo o inclinación de cada uno es sólo el reclamo insoslayable del cuerpo, única realidad material que condiciona lo demás, lo humano y divino; está dentro de cada uno y no se entiende ni se explica, no depende de influjos externos. El problema es nuestro y de nuestros escrúpulos para afrontarlo; es preferible pues esa aceptación, como el hecho trivial o sucio que es, pero auténtico al fin y al cabo, antes que la represión, la pretendida virtud de ocultarlo.
El silencio es el auténtico tema del libro, el propio de una educación, un ambiente familiar frío e impersonal; una aristocracia venida a menos, o una moral de otro tiempo que no se corresponde con su realidad económica mísera, es decir, una situación muy similar a la de nuestro héroe. Para quien no tiene voz, o no le basta, existe la música; un término medio, un idioma que al menos expresa y traduce esos sentimientos inexpresables, sin llegar a concretarlos en algo vil, dañino, como es la palabra. Confesión sin confesar del todo, con rodeos, lejos del mero catálogo de amantes que pudiéramos esperar, del erotismo explícito o la pornografía; eso no basta, eso empobrece, eso da miedo. Queda al fin una novela de artista y un credo estético; el “ruido” de la fama, la deformación o mentira que supone, frente a una “música” íntima, humilde, pero más verdadera.
Es una pequeña obra interesante, y más para la época en que fue escrita.
Este libro es la locura, 100% recomendable, sobre todo para las personas que vamos en contra de nuestros instintos, son insuperables, es mejor reconocerlos y vivir con ellos, aceptarlos y disfrutarlos