Resumen y sinopsis de El alma de Gardel de Mario Levrero
«Gardel decía, poco más o menos, Gardel solo quiere elevarse, que lo dejen en paz para elevarse. Hace mucho tiempo que está atrapado en la zona inferior, reclamado continuamente por los que escuchan sus discos y gente como usted, que estudian su vida. Todo eso lo tira hacia abajo, ¿comprende?, no lo deja ascender. Cada vez que alguien pone un disco de Gardel, allá está el alma de Gardel, que ya no es Gardel, sino el alma, el alma de Gardel, que sólo busca subir, trascenderse en un Plano Superior, y lo tiran para abajo, lo reclaman, porque él puso mucha fuerza en los discos, ¿sabe?, no siempre que se escucha el disco de alguien que murió, ese alguien se siente atraído por el disco; no; sólo unos pocos, los que ponen el alma. Magaldi, por ejemplo; Magaldi no ponía el alma. Era un llorón, hacía mucho teatro, como que se desgarraba y lloraba cuando cantaba, pero en realidad no ponía el alma como Gardel. Usted escucha a Gardel, que me perdone el pobrecito por perturbarlo, nombrándolo así, con admiración, estas cosas lo llaman hacia el Plano Inferior, pero Gardel ponía el alma, y el alma de Gardel está en el surco de cada disco, un poco del alma quiero decir, son pedazos que fue dejando por la Tierra, y ahora tendría que reunirlos silenciosamente para poder trascenderse, ¿me comprende?».
Novela muy corta, claramente experimental, que alcanza un seis. No por la trama en sí, ya que prácticamente no hay un argumento que movilice la historia, sino por sus interesantes reflexiones sobre la vida y las percepciones: "A veces pienso que hay un verdadero abismo entre la gente que anda por las calles, y yo. Me doy cuenta de que todos andan de un lado a otro ocupados en sus cosas, sin maravillarse del absurdo en que están inmersos. Yo no puedo dejar de maravillarme, y es en ese preciso punto en que comienza el sentimiento de lo maravilloso cuando la ciudad se redime y se transforma, para mí, en arte. De sufrir la ciudad paso a disfrutarla: la velocidad de los automóviles, la furia automática de los automovilistas, la carrera agotadora sin fin, con su tendal de vidas, la ansiedad, el atroz desequilibrio; el ruido, el humo, la muerte amenazando en cada cruce, el desgaste inútil de los nervios de las personas, de las vidas de las personas. Es como un cuadro lleno de fuerza, pintado por un loco; es arte, el arte más elaborado, más audaz, más avanzado; arte contemporáneo en permanente evolución. Es el fin de la razón, es el comienzo de la liberación. Las personas ya no son personas, son como los colores que utiliza el artista. Y el artista soy yo, y él único espectador soy yo, y el espectáculo comienza cuando yo llego."
Es tan simple y poco pretencioso que termina siendo simpático. Se lee en un viaje, casi, y parece escrito por nuestro vecino. Amigable y sin vueltas.