En 1917, como tantos otros norteamericanos, William March se alistó voluntariamente en los Marines para combatir en la primera guerra mundial. De aquella experiencia brutal y absurda surgiría Compañía K, que terminó de escribir en 1933: una colección de 133 estampas —tituladas con los nombres y apellidos de cada uno de los hombres que formaban la compañía— en la que nos ofrece una visión de la guerra sumamente realista y humana; un retrato de la estupidez y la violencia a la que se ven obligados los hombres cuando son llevados a los límites de su cordura.
«Este libro tiene la fuerza de una rebelión popular, de una protesta lanzada por gargantas anónimas. Es el único libro que he leído sobre la guerra que ha encontrado una nueva forma de integrar la protesta. Una prosa desnuda, transparente.» Graham Greene