Resumen y sinopsis de Erebos de Ursula Poznanski
En una escuela de Londres circula un misterioso juego informático llamado Erebos. Copias piratas pasan secretamente de un alumno a otro provocando una fuerte adicción entre los estudiantes. Las reglas son muy estrictas: debes jugar siempre solo, tienes una única oportunidad y no puedes hablar con nadie sobre ello. Quien no las cumple o no termina una misión se queda fuera y no puede volver a intentarlo. Solo hay un pequeño inconveniente: Erebos es mucho más que un simple juego informático y las pruebas que exige no deben ser realizadas en ese escenario sino en la vida real. El límite entre la realidad y el mundo virtual empieza a desaparecer peligrosamente… Si estás dentro serás cómplice. Si estás fuera, no podrás evitar lo peor.
Leer Erebos me dejó más intrigada por los personajes de la madre y del padre de Nick dado un proceso personal... escribí estás líneas tratando de explorar acerca de estos personajes:
Desde la perspectiva de la madre de Nick:
Un grueso libro rojo, pesado, me espera en el buró, lo dejó ahí con una nota “leélo”. ¿Hace cuánto que no hablamos? Como buena madre de adolescente asumí que su cambio de conducta, de actitud, era producto del coktel de hormonas que invadían su cerebro. No le dí importancia, pero ese libro rojo, pesado… ¿para qué quiere que lo lea? Cuando niño, casi un puberto mejor dicho, un día dejó un chicle con una nota más elaborada que esta, decía “pruébalo, lo recordarás por siempre” y cómo no si se trataba de un chicle sabor a ajo. Ahora cada noche que veo ese libro rojo a un costado de mi cama blanca me pregunto ¿qué quiere?, ¿será un libro pantalla, de esos que son caja y se activará un resorte cuando lo abra con una cosa viscosa estrellándose en mi cara… No, hoy no lo abriré… es pesado.
Casi no sale de su cuarto. Ya no recuerdo cuándo dejó ese libro rojo, ¿Erebos? El título no me dice nada. Intenté sacarle plática en el desayuno y apenas contestó “Tengo examen de química” tragó y salió corriendo ¿en sábado?, desde cuándo estoy tan lejos de mi hijo que no sabía que iba a la preparatoria en sábado y menos que llevara química en este semestre.
Subo la escalera, entro a su cuarto, la computadora rodeada de libros, papeles, cuadernos y discos; la cama sin hacer y sin deshacer, la cortina cerrada y el aire encerrado. No, no fuma. Me da gusto, es un buen muchacho este mi Nick, mi pequeño Nick. Si por mi fuera esa coleta ya se hubiera ido, o quitaría la greña o la dejaría suelta, pero no en esa indefinida coleta que deja al descubierto aquellos ridículos cuervos tatuados por su hermano. Él ya no vive aquí. Su padre se decepcionó de nuestro primer hijo.
“Erebos”, por fin registro al menos el título. Lo leeré, después de mi revista, claro está y la taza de café después del desayuno. Él, el padre de Nick apenas habla. El otro día entró cuando limpiaba la recámara, se recargó en el marco y dijo que había sorprendido a Nick entre libros de química estudiando por el examen. Ahora sí está orgulloso de su hijo. Del mayor ni hablamos. Nunca entenderé porque renunció a la medicina para dedicarse a rayonear gente rara como esa mujer con la que vive. Es negocio sí, sin duda y ha sabido aprovechar lo que sabe de medicina, pero vive en amasiato y sin nuestro consentimiento.
Desde la perspectiva del padre de Nick:
Hola Cariño: Te dejo este papelito para no despertarte con un pensamiento que me asaltó mientras me bañaba. Recuerdas el día que mientras limpiabas la recámara de Nick te dije que estaba muy orgulloso de él y que me había dado mucho gusto, una gran alegría, una satisfacción indescriptible el hecho de haberlo visto sumergido entre sus libros de química. Es que eso yo nunca lo hice y aún hoy no lo haría. Quién estudia química ahora, para qué. La medicina es… bueno, ese no es el ´punto. Lo que quiero decir (y me cuesta trabajo) es que estoy preocupado porque lo he notado absorto, no distraído sino muy concentrado en su cuarto, ni ruido hace. Es un muchacho y pasa las semanas estudiando. Eso no está bien. La verdad es que le creo, le creo porque yo mismo lo ví, pero no estoy a gusto. Ahora lo que ya no puedo más aguantar y te dejo en esta carta, es que fui a la escuela con la esperanza de verlo, entre jóvenes, charlando en alguna jardinera quizá con el cigarro en mano o la novia y… nada. No lo ví. No sólo no lo ví sino que quedé esperando en la pizarra de evaluaciones y si bien nuestro hijo no es una eminencia (tiene 9 en literatura universal), tampoco nada fuera de lo normal. Hasta ahí asumí que todo era normal y que el afán de Nick se debía a la gran presión que le pesa ahora que es el único en casa, el que puede reivindicar la educación que como familia le hemos dado, sin embargo, en eso estaba mi mente cuando me sorprendí escuchando a unos jóvenes en relación al misterio de un disco, la tribu del videojuego y la perdición de los muchachos atrapados por ese secreto que no los deja dormir. Sin entender lo que había escuchado, seguí mi camino hacia la salida y me topé con el profesor Watson, quien me preguntó por Nick. Dijo que lo había visto ojeroso, como a otros y que eso le preocupaba. Ese detalle tampoco me pareció trascendente dado lo mucho que sé que estudia y que me consta también los horarios de Nick… ah, cariño, no te lo había dicho, pero ya en repetidas ocasiones he pasado al baño de madrugada y me da la impresión de ver la luz de la computadora encendida, pero como no hay ruido, prefiero respetar su intimidad. Para eso tiene puerta su cuarto, verdad querida.
Bien, pues eso justo es lo que hoy, en plena regadera, me ha hecho voltear la mirada, suspender la respiración, detenerme un momento. Como sabes no he perdonado al mayor, pero eso no quita que me duela haberlo perdido… y ahora Nick. Es que no he notado si tiene o no ojeras; no le he dicho que sé que se desvela. ¿Ya hizo el examen de química? ¿A qué hora entrena básquet? ¿Ha tenido partido? ¿Te das cuenta, querida? No sé en dónde está mi hijo. Una cosa es que crezca y nuestras vidas tomen un cauce y otra es que ni siquiera sé, sabemos, lo que le ocurre. ¿Quiénes son sus amigos? ¿Fuma? No lo creo porque no huele a cigarro, porque juega básquet, pero ¿juega aún?
Creo que deberíamos hacer un esfuerzo por pasar más tiempo juntos sin la televisión o las revistas de por medio… Ahora que te escribo esto, estas líneas, noto también que hace mucho que tú y yo tampoco estamos juntos… eres hermosa dormida… ya habrá tiempo estando juntos… ahora no sé si dejarte este papel o mejor no angustiarte con nada. En verdad Nick está bien y no debería sino impulsar mi orgullo el que este hijo si valore lo que le damos… pero hay algo que me deja intranquilo…
¡Felicidades a la Autora!, este libro me deja mucho en la vida. Gracias
Interesante el libro. Por el tema que utiliza, la trama y la forma en que se va desenvolviendo la historia. Por todo esto hace que Erebos se salve de ser un libro más del montón. Un libro que va a agradar a todos los que gustan de los vídeojuegos.
Me gustó mucho la originalidad base de la historia, como se entrelazan los personajes, pero esperaba el clímax un poco más detonante.
Me ha encantado la historia que narra esta autora en Erebos. Mezcla el misterio, amor y amistad. Un juego que puede tener consecuencias en la vida real. Muy recomendable.