Resumen y sinopsis de Las otras puertas de Abelardo Castillo
Para Castillo, sus cuentos transcurren en los verdaderos Mundos Reales, un sólo libro incesante. Por tal razón éste lleva como subtítulo "Los Mundos Reales I". El amor, la soledad, la alienación, la pérdida de la inocencia, la muerte, la locura, la injusticia, son los temas esenciales de estos relatos.
Este volumen contiene:
Also sprach el señor Núñez
Conejo
El candelabro de plata
El marica
Erika de los pájaros
Fermín
Hernán
Historia para un tal Gaido
Macabeo
Mis vecinos golpean
Volvedor
La madre de Ernesto
Ha participado en esta ficha: brussell
Descubro en este Castillo a un cuentista formidable que en sus momentos más inspirados poco tiene que envidiarle a Borges y a Cortázar, aunque con este último contrae alguna que otra deuda. La más notoria se llama “Historia para un tal Gaido”, de inspiración muy evidente en el “Continuidad de los parques” del franco-argentino, allí donde se encuentra el ambiente de maleantes con la subversión meta-narrativa de los personajes contra el autor que maneja sus destinos, y algo parecido podría decirse de “Volvedor”, donde esa misma esfera del crimen se cruza con el mito, el amor, la muerte, pero a través de mundos que se superponen, identidades que se alteran y muertos que de algún modo resucitan para llevar la historia a su conclusión trágica y fatal… como trágico es igualmente otro cuento, el de “Fermín”, o uno de esos hombres brutales y marginales que parecen resplandecer por un instante antes de volver a sumirse en el fango.
El secreto, el pasado difuso, es la materia sobre la que se moldean algunos relatos (“Mis vecinos golpean”, “Macabeo”) que culminan en paradojas; la locura es lo que vuelve loco al cuerdo, debido al afán de ocultarla y no hablar de ello, la identidad proscrita del judío a veces existe más en las mentes de aquellos que proyectan su odio que en realidades concretas. En “Erika de los pájaros” lo onírico se apodera de la acción; la inocencia infantil deviene en traición y en perversidad, como en una pesadilla, aunque yo encuentro una idea más bien simple que se complica por culpa de lo extraño y fluctuante del narrador.
Me parece que son difícilmente superables “Conejo”, “Hernán”, “El marica”, y en especial, “El candelabro de plata”, uno de los cuentos de navidad (y a la vez de terror) más bellos y terribles que se me puedan ocurrir… seguidos de cerca por “La madre de Ernesto”. Plenos de sensibilidad, con un dominio todos ellos sencillamente magistral de la tensión y de la voz narrativa, de una simple imagen portadora de un significado definitivo. Voces que son las de un niño o un adolescente que recuerda, que a veces son ajustes de cuentas culpables del protagonista consigo mismo. Puede haber, por ejemplo, una confidencia a un amigo mudo que es el único que nos entiende en nuestros instantes de soledad, ante un mundo adulto que no comprendemos y de cuyos dramas somos víctimas colaterales. Pero lejos de cualquier intento de dulcificar, esta ternura infantil no está reñida con la crueldad y la violencia, el daño que pueden hacer quienes se sienten confiados en su posición a otros más débiles, que suelen ser mujeres, o bien hombres que no se ajustan por completo a unos requerimientos de masculinidad que hace falta demostrar a ciertas edades, en las que se descubre la realidad de las cosas, no exenta de morbosidad… como la que desprende la madre prostituta de un amigo. Y cuando se trata de rectificar, es demasiado tarde y nos damos asco a nosotros mismos. Y es que la línea que separa el bien del mal, el mentiroso del que salva y redime mediante la verdad, el monstruo más abyecto del santo, a veces no está definida como podría imaginarse.
Y nos quedaría para terminar “Algo sprach el señor Núñez”, sostenido sobre un monólogo enloquecido que arremete contra una clase social; culmen de la modernidad a la vez que negación de todo lo humano. Una sátira muy seria de un tipo, el del oficinista, y de la figura mesiánica inventada por Nietzsche, que postura una hipotética, disparatada aunque muy plausible revolución de tan adocenado colectivo de trabajadores... donde el chalado de turno se presenta como un peligro público, pero también como un portador de unas cuantas verdades como puños.
Una buena colección de cuentos en la cual destaca "La Madre de Ernesto" (intenso y bien escrito), "Historia para un tal Gaido" (lamentablemente haber leído "La Continuidad de los Parques" de Cortazar le quita cierta contundencia a este relato), "El Candelabro de Plata" y "Volvedor" (historia de malevos bien concertada).
Esos cuentos de Castillo... No voy a descubrir ahora que es el mejor cuentista argentino vivo, y que lamento que su producción literaria sea escasa (lo que demuestra que es un perfeccionista que vive puliendo). "La madre de Ernesto" o "El candelabro de plata" pueden integrar con éxito cualquier antología de "Los mejores cuentos..." (de lo que fuere). Un placer su lectura.