Resumen y sinopsis de Mi querida Eva de Gustavo Martín Garzo
El amor es una lengua extraña, que hablamos casi por intuición. Ese idioma no necesita maestros; los chicos lo balbucecan con miradas y gestos, los adultos a veces lo descubren cuando ya es demasiado tarde y los viejos lo recuerdan para poder morir dignamente. De esa lengua nos habla Martín Garzo en Mi querida Eva, una historia ambientada en Valladolid, en un cálido verano de hace ahora muchos años, cuando Alberto, Eva y Daniel eran unos adolescentes que corrían con los ojos cerrados hacia la vida y escuchaban embelesados las aventuras de un boxeador que en su juventud había colgado los guantes para seguir a una bella actriz americana al otro lado del chaco y volvió musitando palabras apasionantes en inglés.
Ha participado en esta ficha: bclaudia
Al principio pensaba que este libro era la continuación del libro "La carta cerrada", pero escrita desde el punto de vista del hijo, no obstante he descubierto que "Mi querida Eva" ha sido escrita unos años antes que "La carta cerrada". Bueno, el caso es que se pueden leer indistintamente los dos en cualquier orden. Este libro es muy entretenido y la historia está bien narrada, aunque tampoco me parece que sea para echar cohetes y el final no me ha gustado mucho. Tengo que decir que me gustó mucho más "La carta cerrada".
Las complejidades del amor vistas desde el reencuentro en la madurez y la jovialidad efervescente de la adolescencia.
Curiosas estampas de la Valladolid de los años 60, con las que el autor retrata la banalidad de la pasión y la fragilidad de la inocencia, cuando se tienen sobradas o desmadradas energías y se carece de determinadas experiencias.
Gustavo Martín Garzo goza de una hermosa y sencilla prosa que tiende en determinados momentos hacia la excelencia. Pero las últimos 30 páginas, y el exceso vacuo y almibarado de su pormenorizada cadencia poética, hacen que al final patine en el asfalto de esa baqueteada y socavada carretera sempiterna.
"El amor es un niño tímido al que le da miedo la severidad; si se despierta en plena noche tienes que acudir a su encuentro y cobijarle en tus brazos sin importarte la hora que sea".
Todo acaba siendo como un filtro aguado y descafeinado de superflua indiferencia.