Resumen y sinopsis de Los muertos no se tocan, nene de Rafael Azcona
En el Logroño de finales de los cincuenta, el joven Fabianito asiste sorprendido a la organización del velatorio de su bisabuelo, ilustre ciudadano logroñés. Fabianito descubre el amor en ese inoportuno momento, mientras la familia espera impaciente la llegada del alcalde. Los acontecimientos y las visitas se suceden de una forma incontrolable para la familia, visitas que generan las situaciones más cómicas e inesperadas.
Los muertos no se tocan, nene fue llevada al cine en el año 2011 por José Luis García Sánchez.
Ha participado en esta ficha: bclaudia
Resulta graciosa esta trama entorno a lo que ocurre con la muerte a los 99 años del bisabuelo de la familia (y para mayor trascendencia, por unas horas no será centenario). Pero el mayor protagonismo lo tienen los familiares entorno al cadáver, es decir, los hijos, los nietos y las consabidas parejas e hijos de éstos. No obstante, el mejor personaje es la criada, quien provoca escenas hilarantes entorno a su buen cuerpo, codiciado por los hombres de la familia, tanto mayores como jóvenes. Con todo ello se pone de relieve la falta de escrúpulos de la familia española en los años 50, religiosa y recta de puertas para afuera pero desenfrenada en la intimidad. Si te gusta el humor negro y corrosivo, no exento de erotismo, este libro es un buen ejemplo.
¡¡Rafael Azcona tan magnífico como siempre!! El texto e incluso la película basada en el mismo son dignos de leer y ver (en el caso de la película incluso hasta los actores /actrices de poca "alcurnia" - leáse Blanca Romero - bordan el papel). La caracterización de los personajes, así como la presentación de la situación, es pintoresca y arranca una sonrisa al lector al pase de cada página. Es perfecto hasta la elección de la portada - viñeta de otro gran genio, fallecido recientemente, Don Antonio Mingote. Lectura muy recomendable para darle una pincelada de color al traspaso al otro mundo. Quizás, lo único achacable es que el final te deja con ganas de más, pero una vez que el muerto está en el hoyo, sólo queda que el vivo se lance al bollo.