Resumen y sinopsis de Los miserables de Victor Hugo
Los miserables es una de las obras fundamentales de su autor, Víctor Hugo, y es considerada como una de las grandes novelas del siglo XIX, paradigma del romanticismo francés y que analiza, sin dar tregua al lector, la sociedad francesa de su época. Ambientada durante los sucesos de la Rebelión de junio de 1832, Víctor Hugo presenta gran parte de su propio ideario político.
Jean Valjean, un ex convicto al que encerraron durante veinte años por robar un pedazo de pan, se convierte en un hombre ejemplar que lucha contra la miseria y la injusticia y que empeña su vida en cuidar a la hija de una mujer que ha debido prostituirse para salvar a la niña. Así, Jean Valjean se ve obligado a cambiar varias veces de nombre, es apresado, se fuga y reaparece. Al mismo tiempo, debe eludir al comisario Javert, un policía inflexible que lo persigue convencido de que tiene cuentas pendientes con la justicia.
El enfrentamiento entre ambos se produce durante las revueltas de 1832 en París, donde, en las barricadas, un grupo de jóvenes idealistas planta cara al ejército en defensa de la libertad. Y, entre todo ello, historias de amor, de sacrificio, de redención, de amistad… El progreso, la ley, el alma, Dios, la Revolución francesa, la prisión, el contrato social, el crimen, las cloacas de París, el idilio amoroso, el maltrato, la pobreza, la justicia… todo tiene cabida en la más extensa y famosa obra de Víctor Hugo, Los miserables.
Magistral crónica de la historia de Francia en la primera mitad del XIX, desde Waterloo hasta las barricadas de 1848, Víctor Hugo buscó voluntariamente con Los miserables un género literario a la medida del hombre y del mundo moderno, una novela total. No en balde, concluye así: «... mientras haya en la tierra ignorancia y miseria, libros como este podrían no ser inútiles».
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¡ Al fin lo terminé! Es lo que exclamé. En realidad fueron casi cuatro años donde lo leía, lo dejaba y volvía a retomar la lectura. Es evidente que se me hizo bastante difícil terminarlo. La historia es buena, aunque los personajes en ocasiones poco creíbles y muy relacionados como si solamente vivieran ellos en París con encuentros muy casuales.
Lo peor para mí es su extensión sin necesidad, con muchas digresiones a manera de ensayos que no aportan nada a la historia y la hacen muy pesada, se necesita voluntad para seguir. Entre ellas tenemos: la vida de Myriel, los conventos y las monjas, las alcantarillas de Paris, la batalla de Waterloo, el argot o caló, las diferencias entre motín y revolución, etcétera.
El quinto tomo al menos en la edición que me he leído pudiera llamarse Tratado sobre las alcantarillas de Paris por poner un ejemplo. Cuando más entretenido estás te suelta esos ensayos que no aportan nada a la historia.
Lo que más me gustó fue la parte de las barricadas y el final, muy emotivo, hace que salten las lágrimas.
Una partícula de aire escribiendo sobre la gran creación... habrá que intentarlo. Por pequeño, siempre osado. Mi alegato, mi condena.
Me declaro culpable de infidelidad, tantos años reina favorita, La divina comedia pasa a mera concubina en el harén de mi literatura, como ocurre tantas veces, una más joven me robó el corazón.
Tampoco ese profesor ni sus libros de romanos van a correr mejor suerte, ¡Santiago y cierra España! Pese al grito, la derrota es sin paliativos, sin dejar lugar a dudas, ejemplar.
Los miserables, en primer lugar, es el mayor alarde de la palabra escrita. Un orgasmo en su punto más álgido letra a letra; 1700 páginas (aconsejo la versión completa) de plenitud, que tiene sus espasmos espontáneos tras acabar la obra, días después, donde perdura latente toda su esencia, donde su aroma te envuelve, te abarca, te penetra acabando los dos siendo un único ser.
Por encima de la trama, Victor Hugo nos dibuja palmo a palmo un escenario devastador del siglo XIX, a modo de extensa introducción, para dar después rienda suelta a los personajes, en el contexto adecuado.
Obra del pueblo oprimido, voz del lamento de los más desfavorecidos, de los niños vagabundos en las calles de París (tremenda la parte de los golfillos), de revoluciones, sublevaciones, de amor y redención.
De miserables, pero también, de las miserias del ser humano, individual y colectivamente.
Y dentro de este ensayo novelado de la vergüenza de una sociedad acostumbrada a desoír, a ignorar, a dar la espalda habita una historia capitaneada por Jean Valjean.
El segundo actor principal (el primero es París y sus cloacas), prófugo por un trozo de pan sin esperanza, pasará toda su vida en busca de redención y en su camino encontrará una luz, el amor paternal hacia Cosette, niña desvalida, vapuleada, maltratada, sometida a la mezquindad humana, donde Hugo deposita la esperanza, la inocencia, la bondad y el motivo de una revolución. Cosette es la bandera de Francia.
Valjean perseguido por una justicia implacable, sin respiro ni perdón, hipócrita, absolutamente inútil, cebada con el débil, con la pobreza, verdugo en lugar de salvador, solo tiene un objetivo, la felicidad de la niña como redención, pero desde el más profundo amor.
Por si no tuviéramos bastante con lo dicho, el autor nos regala pasajes históricos, Waterloo, la revolución de julio de 1830 o la insurrección del 32 y hasta un viaje por el mismísimo inframundo de París, su red de alcantarillado y sus metáforas.
Lo dije al principio, lo mantendré eternamente, Los miserables es un alarde de literatura, de carga emocional en cada frase, de rotunda musicalidad en su prosa, arquitectura hecha palabra.
Un espejo de la crueldad social.
Los miserables es la creación del universo, el dios de la literatura y bajo él, todo lo demás.
No creo que ninguna reseña le haga justicia, por una vez, pido disculpas.
Y ahora... ¿Qué demonios leo?
Nota:
La versión leída es la traducida por María Teresa Gallego Urrutia. Teniendo en cuenta que la obra contiene un amplio apartado sobre la jerga, se hace imprescindible una traducción cuidada.
La historia de seres humanos vista desde la perspectiva de este gran observador de la vida de su tiempo como fue Victor Hugo.
Puede que con la mitad de hojas la narración hubiera sido la misma. Puede que a alguien le parezca demasiado profuso, y a veces difuso, el novelón; pueden los brazos cansarse de sostener tantas hojas juntas. Quizás a los que nos ha tocado vivir siglo y medio después de cuando fue escrito, en algunos momentos nos sintamos desamparados y algo perdidos cuando muchas de las historias que lleva aparejadas el libro sean ya pasto del olvido.
Pero de lo que no cabe duda es de que este hombre hizo un supremo esfuerzo por defender la bondad del ser humano por encima de todo. Y lo que es más importante, sin querer vanagloriarse de ello. Es el caso del protagonista, Jean Valjean.
Una épica lucha por devolver a quien lo merecía su justo destino.
Un gran libro. Analiza a través de una trama compleja, en un espacio y tiempo definido, toda la historia, sociología, política y filosofía de la época. Libro actual, de lectura de complejidad media, el cual deja una profunda huella a aquel que tiene la suerte de leerlo.
Una de las obras más aclamadas de Víctor Hugo, logra calar en el lector por los sentimientos que genera Juan Veljean, una especie de Jesucristo moderno que es pura bondad entre la miseria de París, dispuesto incluso como El Mesías a sacrificarse por los más desfavorecidos y a salvar a la hija de una madre injustamente fallecida. La evolución de este personaje en las primeras páginas, de estar en prisión a rico y bondadoso alcalde, y posteriormente por decisión personal ser un mendigo para salvar a una niña huérfana explotada es magistral. Me gustó también cómo el autor cruza la vida de los protagonistas, con lo que Juan Veljean y sus enemigos (el policía y el tramposo mesonero) después de conocerse en una pequeña población, por casualidad rivalizarán en la gran ciudad de París. Lo malo del libro es que el escritor a veces narra informaciones que no serían útiles para explicar la trama central (historia de los conventos en Francia, la guerra de Waterloo...), lo cual se me hizo algo pesado. No obstante, la historia de Juan Veljean es muy buena.
En este libro Víctor Hugo nos relata y nos detalla las características y vida de la sociedad más baja de la Francia de la revolución.
En este libro queda detallado lo que era capaz de hacer la gente de la Francia de principios del siglo XIX para poner un plato de comida en la mesa.
Es un libro muy bien redactado y que caracteriza muy bien la vida de la clase social baja, incluso ni teniendo estudios garantizaba a la gente ascender socialmente.
Todo un clásico, el personaje que más me gusta es grantaire, me identifico plenamente con él, aunque a veces da mucha pena.
De los mejores libros que he leído, me encantó. Me gusta la forma en que hace la narración de los hechos, con esto te lleva a vivir y sentir los personajes. En lo personal no tuvo ninguna parte tediosa, no quería soltarlo. Esta en los libros más altos de calificación en mi escala personal.
Ante todo destacar la capacidad de escribir de V.Hugo. Qué capacidad de rellenar páginas y más páginas con contenido. Para contar un suceso que cualquier autor lo haría en 20 líneas, él ocupa 10 páginas.
La historia en sí es muy sencilla, como en El Conde de Montecristo es la narración de una persecución injusta, con sus buenos muy buenos y sus malos muy malos, pero contado de una manera deliciosa, dándonos incluso en muchas ocasiones clases de historia de Francia.
Sublime, contraste de valores y anti valores, me gusta muchísimo como están trabajados cada uno de los personajes, recomendable.
Hay que dedicarle tiempo, sin perder los detalles, y con paciencia y constancia para leer este extenso libro del gigante de la literatura universal, Victor Hugo. Datos históricos y Francia del s.XIX, valores humanos, peripecia y suspenso, como también el elemento trágico pero como catarsis. Amor, abnegación, miseria, filantropía, humildad y, sobre todo, amor y perdón al enemigo hacen que esta obra marque un hito muy especial en la historia literaria.