Resumen y sinopsis de Hotel dorado de Alberto Gimeno
Barcelona, año 1963, finales de abril. Walter, un ingenuo joven norteamericano, llega a la estación de Francia con un encargo preciso de la General Motors: aprovechar sus conocimientos de la cultura y la lengua española para efectuar un trabajo de campo que sirva de base para la fabricación de un coche que compita con el Seat 600. A los quince minutos de descender del tren, todos sus planes se truncan: una manifestación de protesta por el fusilamiento de Julián Grimau. Cargas policiales. Carreras. Una huida a ciegas por las callejuelas de la Barceloneta, el equipaje y su documentación dejados atrás y de repente la pensión Hotel Dorado, surgida como por ensalmo de entre las sombras, el número 13 de la Rue del Percebe, el portal como una madriguera, el anuncio de unas habitaciones, el ascensor diabólico, la caída por el hueco de la escalera, su despertar en una cama extraña, malherido, indocumentado, prisionero... Con el avance de la trama, el humor implacable que impregna tanto el retrato como las peripecias de los peculiares personajes, se irá transformando en un demoledor parte de bajas de los sueños y ambiciones humanos que culmina con la sobrecogedora aparición del genio recluso en las cloacas. Asimismo, los gozos y las sombras de una ciudad, de una época, se irán filtrando entre los intersticios del edificio hasta componer un retrato de la urbe diametralmente opuesto al de los mitificadores de la Barcelona de los años sesenta. Una novela ejemplar en el sentido más cervantino de la palabra: la vida es una experiencia inversamente proporcional al prurito de nuestros anhelos, un castillo de naipes por el suelo de cuyo derrumbe no se libran ni los seres nacidos en el reino de las viñetas más sagradas.
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Alberto Gimeno nos sumerge de lleno en el inframundo que todos conocemos de 13 Rue del Percebe, creado por Francisco Ibáñez. Podemos decir que estamos acostumbrados a las parodias, pero en este caso no se trata en puridad de parodia, sino más bien de lo opuesto. Aquí se parte de lo cómico para crear personajes verdaderamente auténticos, pero a su vez, y quizás eso sea lo mejor, sin perder el toque humorístico. De hecho, en este libro se destila un fino humor que se convierte, cada poco tiempo, en desternillante, con algunos momentos puntuales de verdadera genialidad. A su vez, la novela dispone de una profundidad de lenguaje que impresiona ―casi apabulla―, con párrafos de auténtica prosa-poética.
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