Resumen y sinopsis de Las memorias de Mamá Blanca de Teresa de la Parra
La obra se presenta como una colección de cuadros y recuerdos "autobiográficos" velados por la añoranza de un edén, una naturaleza amable y sonriente, un "huerto cerrado" infantil y femenino, formado por las seis niñas y su madre.
Considerada un clásico de la Literatura Hispanoamericana, Las memorias de Mamá Blanca —una mujer convertida de nuevo en niña por el poder de la escritura— encierra una denuncia contra la sociedad de su tiempo a la vez que una representación de los valores culturales de la tradición criolla. La venezolana Teresa de la Parra fue una mujer moderna, libre y cosmopolita que viajó por Europa y América. Residió largo tiempo en España donde falleció en abril de 1936.
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"Si mi infancia fue feliz; si mi infancia me llama y me sonríe de continuo a través de los años, es porque transcurrió libremente en la naturaleza y porque tan libre transcurrir iba, no obstante, encauzado, como van los ríos."
Segunda gran obra de Teresa de la Parra, de tono más intimista, con pinceladas costumbristas impregnadas, e inspiradas, de recuerdos de su niñez, contadas con un estilo fresco, sencillo, evocador, que retrata la vida de seis niñas en la hacienda "Piedra Azul", acompañadas de adultos entrañables como el primo Juancho, el capataz Vicente Cochocho y el vaquero Daniel. Un transcurrir campestre que luego se verá trastocado con el cambio de aires hacia la ciudad, con sus muros de cemento, la agitación diaria y mundana, y apenas un patio de tierra limitado por más muros: un alto precio a pagar por "la futura educación de las niñas" (los ríos encauzados...), lejos de aquellos paisajes de antaño, tan libres y sencillos. Un cambio brusco, ciertamente, pero que la autora desarrolla con un estilo personal melancólico a la vez que realista y muy humano.
Obra que demuestra la versatilidad narrativa de Teresa de la Parra, en contraste a su muy lograda "Ifigenia", explorando otros campos de la existencia humana, con un don muy especial y natural para decir las cosas, con gracia y sencillez.
Ésta autora venezolana, no tan conocida como otros escritores latinoamericanos, ocupa a pesar de ello un lugar destacado en la literatura del continente. Su segunda novela es más bien un conjunto de recuerdos y evocaciones de la infancia, una serie de personajes y de ambientes donde intenta recuperar a través de la escritura unos sentimientos y vivencias particulares. Para ello se vale de una elaborada prosa, siempre en busca del matiz y de la palabra adecuada, intentando transmitir precisamente eso tan difícil de comunicar con palabras (la naturaleza, el paraíso feliz e irrecuperable de la niñez, la nostalgia del pasado…), pero manteniendo un tono cercano y coloquial. También es novedosa su sensibilidad femenina (que no feminista), nunca antes presente en un panorama dominado por hombres. Su narrativa episódica en cambio no engancha tanto, al contrario que cuando hay un argumento más lineal, y ese es el principal “pero” que le pondría. Sigue siendo, no obstante, un libro valioso que merece la pena, sobre todo para ser leído sin prisas y prestando atención al detalle.