Resumen y sinopsis de Las Artámilas de Ana María Matute
En Artámila parece ser invierno siempre, incluso cuando luce el sol, los niños no tienen juguetes y los adultos se arrastran de cansancio en cansancio. La tierra desagradecida y el tiempo inclemente se han confabulado para crear una raza de seres huraños y heridos que sueñan, cuando tienen fuerzas para soñar, con huir muy lejos de sus montañas infestadas de lobos, de sus minas tercas, de sus miserables granjas y campos de labor, de sus casuchas mohosas. Uno de los que lo consigue, Dingo, regresa, en "Fiesta al Noroeste", a su aldea natal convertido en titiritero, pero, a punto de llegar a ella, el carro que le lleva aplasta al hijo de un pastor. A partir de ahí, el genio maléfico de Artámila desata una tormenta que azota la vida, presente y pasado, de sus habitantes, sobre todo de Dingo, el hijo del guardabosques que cumplió su deseo de escaparse "como el agua de la fuente", y de Juan Medinao, el amo de la Artámila Baja, un cacique beato, mezquino y débil, víctima de un doble amor-odio: el que siente por Dingo, el único amigo de su infancia, que le abandonó sin avisarle, y por Pablo Zácaro, su hermanastro bastardo, que no tiene nada excepto el cariño incondicional de todos, un sentido innato de la libertad y una inatacable salud moral y física. Una obra maestra, publicada por primera vez en 1953, donde los látigos restallan desde su primera frase ("El látigo de Dingo hablaba seco", que es, por cierto, un endecasílabo perfecto) para marcar un poético ritmo vertiginoso que nos sumerge en la asfixiante e injusta España rural de posguerra. El resto de relatos de esta edición, que se completa con una jugosa entrevista a la autora, ambientados también en Artámila, lo protagonizan niños, hojalateros, mineros, ancianos y otros personajes que buscan una fiesta que les acoja sin conseguir otra cosa, la mayoría de las veces, que la muerte o ser echados a pedradas del lugar. Entre todos destaca "No hacer nada", uno de los mejores cuentos de la literatura española de todos los tiempos que es también una inolvidable alegoría del alma humana y un alegato contra nuestro modelo de civilización.