Resumen y sinopsis de Ricky De Flema, el último punk de Sebastián Duarte
Cuando dejé de ver a Pepe Frula, perdí el rastro de Flema. Sólo me enteraba cosas de rebote por amigos que de vez en cuando seguían asistiendo a sus recitales.
Recién en 1995, cuando empecé a trabajar en periodismo, volví a conectarme con Ricky. Yo escribía para el suplemento de rock del diario El Expreso, de Gerardo Sofovich. Conseguí el teléfono de Ricky a través de un conocido y arreglé con él para hacerle una entrevista que titulé El punk nuestro de cada día.
Al año siguiente, me llamó por teléfono Mercedes, una chica que era amiga mía, para contarme que se había puesto de novia con Ricky. Por eso, desde 1996, el único lazo entre nosotros fue su novia.
Nos juntamos en el Monumento a los dos Congresos y además de Espinosa estaban Sergio Darwi y Walter Sidotti, de los Redondos; Gabriela Martínez y Gustavo Jove, de Las Pelotas; Fernando Ricciardi, de Los Fabulosos Cadillacs; Mariano Martínez, de Attaque 77; y Gastón Moreira, de Los Pericos; entre otros más que no me vienen a la memoria. Recuerdo que Ricky se sentó en las escaleras del monumento con Gabriela, de Las Pelotas, y charlaron un buen rato.
En 1998 lo reporteé para la revista Cerdos & Peces, de Enrique Symns. Nos juntamos en un bar frente al Alto Avellaneda Shopping. Llegó de la mano de su novia. La última vez que lo entrevisté fue en su casa en el año 2000. Fue para La esquina, un programa de rock independiente que conduje para un canal de Lanús.
Los últimos años de su vida hemos compartido algunas salidas entre cuatro: él con Mercedes y yo con mi pareja. Sin embargo, nunca se estableció una relación de amistad. La última vez que hablé con Espinosa fue una noche de diciembre de 2001. Sorpresivamente me llamó por teléfono porque se había peleado con su novia y pretendía que yo intercediera para que ella lo perdonara.
El 30 de mayo de 2002, Ricky Espinosa falleció -tras haberse arrojado de un quinto piso de un monoblock, en el Barrio Güemes-, y quienes lo conocimos sabíamos perfectamente que eso podía suceder porque llevaba una vida de agite constante.
Ricky de Flema, el último punk trata de ser un reflejo de su vida y obra, que estaban totalmente vinculadas. Es la historia de un rockero de identidad punk, que salió de un barrio humilde y defendió sus principios hasta la muerte.
Luego de haber trabajado arduamente para este libro, que es una labor periodística basada en entrevistas a gente que estuvo cerca del vocalista, finalizo estas líneas deseando que lo disfruten tanto como lo hice yo mientras escribía estas páginas.
Ha participado en esta ficha: heycherrybomb
Entretenidísimo. Si bien no soy una fanática empedernida de Ricky ni de Flema, este libro me hizo quererlo un poco más.