Reseña de No disparen contra el crítico (o apunten entre los ojos)
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El género de la metacrítica no es muy abundante. Y menos aún si trata sobre reviews de cine profesional y no literario. Por eso, No disparen contra el crítico es una lectura tan atractiva e interesante. Y es que estamos ante un libro de corta duración que nos destripa el modo en el que se hacen, quién las hace y cómo llegan al ilustre público las críticas que aparecen en los medios de comunicación “tradicionales” y que tienen poder suficiente para ensalzar o hundir producciones cinematográficas con presupuestos millonarios.
El autor de esta curiosa novela es Javier Cortijo. Era (y sigue siéndolo, para qué voy a mentir) un absoluto desconocido. La razón es muy sencilla: no soy realmente una gran cinéfila. Cuando decido ver una película nada ni nadie puede convencerme de lo contrario. Y sí, eso incluye a la plantilla de pseudointelectuales que se creen entendidos en el séptimo arte por escribir en una revista y haberse tragado algunos bodrios notables. Pero volviendo al aspecto literario, Cortijo es un escritor terriblemente mediocre, con un estilo de escritura enrevesado, insufriblemente pedante y con una ejecución confusa y poco elaborada. Todo esto lo consigue gracias a una prosa horriblemente lenta, liosa y con un desarrollo ampuloso que provoca que la lectura no sea fluida, un lenguaje artificial y unas descripciones carentes de emoción, básicas y concisas.
El curioso título, No disparen contra el crítico, es toda una declaración de intenciones. Y es que, hablando claro, los críticos son unos personajes peculiares y estrambóticos que durante siglos se han permitido el lujo de juzgar de manera implacable y despiadada todo film que se precie. Probablemente esto se deba, como muy acertadamente expresa Cortijo, a que en cada crítico habita un cineasta frustrado y por ello atacan de manera más contundente. Sea por lo que fuere, en este libro se nos presentan los secretos de este mundillo: tipos de géneros, clases de críticos, la manera de elaborar las críticas, los maravillosos aciertos, los errores garrafales y, lo más entretenido, las películas sobre y minusvalorada de la historia del cine. Todo ello contado con gracia, ironía y un poco de mala leche. Completan el menú dos apéndices maravillosos. El primero es una especie de “gimnasia para espectadores”. El músculo a ejercitar será la imaginación. El segundo apéndice son las memorias cinéfilas del propio autor, un recorrido vital por todos aquello filmes que le han convertido en lo que es hoy en día.
En suma, No disparen contra el crítico es una obra llena de cine, directores y “malvados” críticos que pretenden vivir de ellos. Pero más allá del puro ejercicio descriptivo de cómo, para qué y por qué hacer una crítica, está el cine como modo de vida, fuente de inspiración y creador de memorias. Y es que las obras pueden ser buenas o malas; pueden ser amadas u odiadas, pero indudablemente siempre habrá alguien que las critique y, lo que es peor, que decida compartir sus opiniones con el resto del mundo. Pero pase lo que pase, no disparen contra el crítico. Los pobres no pueden evitar ser como son.
El género de la metacrítica no es muy abundante. Y menos aún si trata sobre reviews de cine profesional y no literario. Por eso, No disparen contra el crítico es una lectura tan atractiva e interesante. Y es que estamos ante un libro de corta duración que nos destripa el modo en el que se hacen, quién las hace y cómo llegan al ilustre público las críticas que aparecen en los medios de comunicación “tradicionales” y que tienen poder suficiente para ensalzar o hundir producciones cinematográficas con presupuestos millonarios.
El autor de esta curiosa novela es Javier Cortijo. Era (y sigue siéndolo, para qué voy a mentir) un absoluto desconocido. La razón es muy sencilla: no soy realmente una gran cinéfila. Cuando decido ver una película nada ni nadie puede convencerme de lo contrario. Y sí, eso incluye a la plantilla de pseudointelectuales que se creen entendidos en el séptimo arte por escribir en una revista y haberse tragado algunos bodrios notables. Pero volviendo al aspecto literario, Cortijo es un escritor terriblemente mediocre, con un estilo de escritura enrevesado, insufriblemente pedante y con una ejecución confusa y poco elaborada. Todo esto lo consigue gracias a una prosa horriblemente lenta, liosa y con un desarrollo ampuloso que provoca que la lectura no sea fluida, un lenguaje artificial y unas descripciones carentes de emoción, básicas y concisas.
El curioso título, No disparen contra el crítico, es toda una declaración de intenciones. Y es que, hablando claro, los críticos son unos personajes peculiares y estrambóticos que durante siglos se han permitido el lujo de juzgar de manera implacable y despiadada todo film que se precie. Probablemente esto se deba, como muy acertadamente expresa Cortijo, a que en cada crítico habita un cineasta frustrado y por ello atacan de manera más contundente. Sea por lo que fuere, en este libro se nos presentan los secretos de este mundillo: tipos de géneros, clases de críticos, la manera de elaborar las críticas, los maravillosos aciertos, los errores garrafales y, lo más entretenido, las películas sobre y minusvalorada de la historia del cine. Todo ello contado con gracia, ironía y un poco de mala leche. Completan el menú dos apéndices maravillosos. El primero es una especie de “gimnasia para espectadores”. El músculo a ejercitar será la imaginación. El segundo apéndice son las memorias cinéfilas del propio autor, un recorrido vital por todos aquello filmes que le han convertido en lo que es hoy en día.
En suma, No disparen contra el crítico es una obra llena de cine, directores y “malvados” críticos que pretenden vivir de ellos. Pero más allá del puro ejercicio descriptivo de cómo, para qué y por qué hacer una crítica, está el cine como modo de vida, fuente de inspiración y creador de memorias. Y es que las obras pueden ser buenas o malas; pueden ser amadas u odiadas, pero indudablemente siempre habrá alguien que las critique y, lo que es peor, que decida compartir sus opiniones con el resto del mundo. Pero pase lo que pase, no disparen contra el crítico. Los pobres no pueden evitar ser como son.